La Generalitat de Cataluña ha confirmado los primeros casos de ‘Flurona’ (flu-, que significa gripe en inglés, y -rona de coronavirus), es decir, los primeros pacientes que se han contagiado de forma simultánea de ambas patologías.

Según ha detallado la directora del Servicio Catalán de la Salud, Gemma Craywinckel, son casos esporádicos, contagios anecdóticos y que, hasta ahora, no han sido graves.

Pero ¿son realmente estos casos, los primeros en aparecer? Según explica el virólogo Raúl Ortiz de Lejarazu, asesor científico y exdirector emérito del Centro Nacional de Gripe en el Hospital Clínico de Valladolid, la coinfección no se trata de un hecho novedoso, sino de “un tema que viene de hace años, más de una década atrás”. El único factor que cambia en esta ocasión es que una de esas patologías se trate de la COVID-19.

Como ejemplo, Ortiz rememora cómo, en la época en la que las enfermedades de transmisión sexual (VIH) estaban en auge, las personas se infectaban de dos o más patologías: “En la época del VIH, una persona podía coger una sífilis y, al mismo tiempo, también el SIDA“.

Aunque la coinfección se trate de una “lotería”, sin saber a quién puede o no afectar, el experto señala que tienen un rasgo en común: son virus que tienen el mismo mecanismo de transmisión.

“Puedes tener suerte e infectarte sólo de un virus o tener mala suerte y coger dos o tres. O que te contagies de uno detrás de otro”, enumera Ortiz.

Eso sí, el experto advierte de que la coinfección es algo muy frecuente. “Las enfermedades víricas son unas de las que más casos de coinfección acumulan. Una persona puede tener gripe y una neumonía por neumococo. Otra puede tener una bronquitis y, además, una infección por virus de la gripe. O una embarazada puede tener una coinfección del virus de la gripe A y de la B”, ejemplifica el experto.

En este sentido, y volviendo a la COVID-19 como protagonista, durante los inicios de la pandemia ya se observaron casos de lo que ahora han bautizado como ‘flurona‘, tanto en China como en nuestro propio país, en el Hospital Clínic de Barcelona, entre otros.

Estas coinfecciones no tienen mayor gravedad, al menos la mayoría de las veces, porque, como afirma Ortiz, en medicina nunca es todo igual.

En cuanto a los síntomas, no existe una mezcla de ambas infecciones, sino que siempre va a haber una de las enfermedades que “lleve la voz cantante”. El único problema que puede llegar a acarrear esta infección simultánea para el experto es que la excreción de uno de los virus tape la del otro.

Aun así, Ortiz hace un llamamiento a la calma puesto que, en la actualidad, no hay evidencias de que sea más grave -a excepción, como siempre pasa en la medicina, de algunos casos-.

“De lo único de lo que hay que preocuparse es de la COVID-19 en su conjunto y de la gripe en su conjunto. Porque esos casos, de ambas enfermedades, sí dependerán mucho del tipo de persona que sea”.

Con vacunas, menos riesgo de gravedad

Con la relajación de algunas medidas de prevención implantadas por la pandemia del SARS-CoV-2, a algunos expertos no les extraña que la gripe haya vuelto a aparecer -aunque dudan de que hubiese desaparecido del todo en algún momento-. Ya que, al igual que han sido efectivas con la COVID-19, también han operado como un muro de contención ante la gripe.

De igual forma ha ocurrido con las vacunas, puesto que, quienes se han vacunado, tienen un menor riesgo de padecer una enfermedad grave. Una teoría que Ortiz aplica tanto en la gripe como en el coronavirus.

“La vacuna no te protege de la infección, pero sí te protege de los efectos graves de ella”.

La rápida obtención de las vacuas contra la COVID-19 es, para Ortiz, “una suerte”. El experto asegura que si hubiesen existido este tipo de vacunas para la gripe en sus inicios, el número de fallecidos no habría llegado a los 50 millones.

En esta línea, Ortiz resalta que esta utilización temprana de vacunas ha sido gracias a un procedimiento de autorización directo, en el que, a medida que se terminaban los ensayos clínicos, los investigadores enviaban al momento los informes a la Agencia Reguladora del Medicamento (EMA).

“Al contrario que en otras, en las que se acaba el proceso de investigación y se tiene que presentar el dossier, recibirlo, luego hay aproximadamente 7 meses de apelación, se devuelven los papeles…Y todo ese proceso se tarda otro año y medio”, lamenta.

¿Existe el final de la pandemia?

Pese a esa “suerte”, la nueva variante Ómicron ha escapado a la efectividad de las vacunas que existen en la actualidad y ha disparado la cifra de contagiados de forma inédita. Ante ello, la comunidad científica ya ha planteado la creación de una nueva vacuna que combata esta nueva, pero menos virulenta, variante.

Aun así, ya se ha empezado a hablar de que, posiblemente, Ómicron sea la prueba de que el fin de la pandemia está cada vez más cerca.

Para Ortiz, el coronavirus está cambiando y se hace cada vez menos virulento ya que, la selección biológica va a favor de una “coexistencia pacífica y no de la guerra”.

No obstante, el experto da un golpe de realidad con el supuesto fin de la pandemia en el que argumenta que, este virus, no va a desaparecer siempre y cuando las vacunas no proporcionen una protección inmunizante duradera más allá de tres o cuatro años y si, sobre todo, no impiden la infección.

Por el momento, se ha visto que las vacunas existentes tienen una inmunidad de entre 6 y 9 meses, pero el nivel de inmunidad vuelve a caer, al igual que ocurre con los infectados por el SARS-CoV-2.

“Hay muchas personas que se infectaron en marzo de 2020, se vacunaron con las dos dosis y, antes de la tercera dosis, se han vuelto a infectar”.

A pesar de ello, el lado positivo que ven los expertos de esta situación es que las personas que se han infectado pasan de ser naíf a no naíf, es decir, que pasan a tener cierta experiencia con el virus y, cuando vuelven a infectarse, ya no es igual.

“Salvo en algunas personas, porque en medicina no existen las enfermedades, existen los pacientes. Un virus no afecta igual a todo el mundo. Este virus va poco a poco adaptándose al humano y el humano a él, y a medida que avanza la vacunación va estabilizándose”.

Por ende, en opinión de Ortiz, la pandemia acabará cuando se dejen de aplicar cuarentenas a aquellos que se han infectado con la COVID-19 y “demos por hecho las muertes que vendrán con este virus”.

La pandemia terminará cuando la sociedad socialice las muertes y no se aíslen en casa a los positivos COVID-19, al igual que sucede con la gripe. Será entonces cuando se haya acabado socialmente con la pandemia, porque el virus seguirá entre nosotros. Estamos viviendo un periodo entre guerras”, añade el experto.

Hoy día, en España, mueren de gripe cada año entre 2.000 y 4.000 personas, dependiendo de cómo sea la temporada.


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