Sin industria innovadora no hay innovación. Sin innovación no hay genéricos. Es un error interpretar el modelo como un círculo vicioso del que hay que salir a toda costa
| 2016-09-30T10:27:34+02:00 h |

Reino Unido, Estados Unidos, la ONU, ahora el Parlamento Europeo… La industria farmacéutica se ha topado de lleno, sin duda, con su ‘tormenta perfecta’ y no le será fácil salir de ella. Hay muchos paralelismos entre el borrador que ha redactado Soledad Cabezón y el informe del panel de expertos de Naciones Unidas: han llegado a las mismas conclusiones, y en el camino también se han olvidado de las mismas cosas.

Han olvidado, por ejemplo, que la industria farmacética es un sector clave para la economía de cualquier país y un tractor en materia de I+D+i. También han olvidado que el sector realiza importantes acciones de responsabilidad social corporativa y que ya contribuye a la sostenibilidad y al uso racional de los medicamentos, mucho más que otros sectores industriales. En España hay buenos ejemplos de ello; el último es el Plan de Adherencia, cuyos fondos provendrán, precisamente, de la tasa sobre ventas al SNS, la misma que ahora se plantea exportar a Europa.

Lo más grave es que, al olvidar todo esto, las propuestas que hay sobre la mesa de la ONU y del Parlamento ningunean los esfuerzos del sector también en materia de transparencia y de buenas prácticas. Sin industria innovadora no hay innovación. Sin innovación, no puede haber genéricos. Es un error interpretar el modelo como un círculo vicioso del que hay que salir a toda cosa, como también lo es pensar que es un círculo perfecto. Puede y debe mejorarse, pero ello no se conseguirá con soluciones extremas por ambas partes, que de antemano están condenadas a no garantizar un mínimo acuerdo.

Abogar por un nuevo modelo de investigación y de propiedad intelectual para los medicamentos, exhibiendo a la industria como culpable de todos los males, minimizando su papel, cuestionándolo e ignorando la contribución que realiza, es como pretender pintar un cuadro sin lienzo y sin pinturas. Plantear acabar con un modelo sin haber evaluado previamente los perjuicios que ello podría ocasionar no es de recibo.

Indudablemente, el informe generará un interesante debate en el Parlamento Europeo. Pero, como su hermano de la ONU, adolece de cierta dosis de ingenuidad. Es posible que algunas de sus recomendaciones puedan llegar a buen puerto. Pero, ¿es posible que sus grandes propuestas pueden tenerse en cuenta sin considerar la innovación? Cuesta creerlo.