Se estima que para final de 2021 se habrán alcanzado los 11.000 millones de dosis de vacunas frente a la COVID-19 producidas. Un récord sin precedentes que se acerca a los 14.000 millones de dosis necesarias para la inmunidad global, y que se produce gracias al esfuerzo colaborativo entre industria farmacéutica e instituciones públicas. De hecho, desde que comenzó la pandemia, las compañías han adoptado más de 150 acuerdos de transferencia de tecnología para avanzar en este sentido.
Sin embargo, a pesar de este esfuerzo en materia de producción, aún existen inequidades en el acceso a las vacunas frente a la COVID-19. Son muchos los países que se encuentran lejos de alcanzar un alto porcentaje de inmunidad; algo que solo se conseguirá con la solidaridad entre naciones en lo referente a la donación de dosis.
Es cierto que desde algunos territorios, como Estados Unidos y la Unión Europea, se han doblado los esfuerzo para aportar dosis a la herramienta COVAX, con el fin de avanzar en esta inmunidad global. No obstante, desde la patronal global de compañías farmacéuticas hacen un llamamiento para aumentar aún más los esfuerzos. Estiman que, solo entre Estados Unidos y la Unión Europea podría haber más de 1.000 millones de dosis en exceso; unas vacunas que podrían facilitarse para otras naciones que lo necesiten.
Pero este no es el único reto. Los principales productores de vacunas tienen claro cuales son las barreras en materia de producción de vacunas: la infraestructura de fabricación, la falta de trabajadores cualificados, las restricciones comerciales y la escasez de materias primas. De este modo, consideran que la propiedad intelectual no debe ser el foco del debate si los países pretenden aumentar el suministro de vacunas.
Un mayor liderazgo político y una acción rápida para asegurarnos de que las dosis lleguen a los pacientes en países que hasta ahora han recibido un servicio deficiente debe ser la prioridad absoluta para conseguir avanzar en el fin de la pandemia. La colaboración debe ser la clave.
