2020 ha sido un año terrible. Me permito hacer un historial somero de los desaciertos de este Gobierno en el tratamiento de la pandemia y también, aunque pocos, de los aciertos. Trato de ser honestamente subjetivo en este análisis.

  1. Un disparatado baile de cifras de muertes por la COVID-19, con discrepancias internas graves entre datos del ministerio y los del INE en sus informes MoMo. Lo más penoso es que España consigue una de las peores tasas de mortalidad del mundo Occidental.
  2. La pésima gestión para dotar a los sanitarios de los EPIs necesarios, con la consiguiente peor tasa mundial de sanitarios contagiados de la COVID-19 en la primera ola, y con la condena escrita de profesiones y sindicatos sanitarios. La política de requisas generó mucha inseguridad a toda la iniciativa privada, que estaba intentado traer materiales a España.
  3. Los enfrentamientos con la Comunidad de Madrid; el cambio de criterios y métricas en la desescalada del confinamiento; el desdén hacia la gestión de Díaz Ayuso y su consejero Enrique Ruiz en cuanto al hospital de campaña de IFEMA primero y al hospital Enfermera Isabel Zendal despuésés, que han resultado ser soluciones eficaces.
  4. La recomendación de no usar mascarillas para toda la población, y su inmediata y posterior obligatoriedad e intervención del precio en mitad del desabastecimiento global.
  5. El mando único primero y el mando compartido después, y con las proclamas de la derrota de la COVID-19 y el “salimos más fuertes” entre ambas olas, sin asunción de responsabilidades en ningún momento.
  6. Los misteriosos comités de expertos, como fuente de criterios científicos, que nunca han sido compartidos ni comunicados a los Consejos Generales de Medicina, Farmacia y Enfermería, ni a las sociedades científicas, ni a los agentes sociales.

La de cal y la de arena

En cuanto a las farmacias en España, el balance es muy agridulce. Una de cal y otra de arena. La de cal, el estatus de esenciales en la pandemia, aunque claro, para poder mantener la prestación farmacéutica, que ha sido la única prestación sanitaria de financiación pública ininterrumpida e inalterada por la COVID (hospitales y centros de salud se han visto muy afectados en su funcionamiento).

Mérito íntegro de la cadena de valor del medicamento, fabricantes, mayoristas, y especialmente farmacias. En las farmacias, nos hemos adaptado, sin ayudas, a la situación, resolviendo de manera ejemplar un sinnúmero de problemas individuales de los pacientes en toda España y en zonas despobladas donde no llegaba el Estado, con todo tipo de medidas, incluyendo el servicio a domicilio.


La de arena, el desprecio y la falta de sensibilidad del Ministerio a la profesión y al sector. Nos negaron el acceso a las EPIs como sanitarios de primera línea, incluyendo al respecto reproches de cobardía con comentarios televisivos del tipo “el valor se nos presupone” (Simón).

En cuanto a las boticas, la gestión de la pandemia deja una sensación agridulce. Una de cal y otra de arena. ¿La de cal? El estatus de “esenciales” que han tenido en ella manteniendo la prestación. ¿La de arena? El desprecio y la falta de sensibilidad del Ministerio

Siguieron sin contar con los farmacéuticos fallecidos por COVID en pleno acto de servicio al frente de la farmacia, en las estadísticas de sanitarios que publica el ISCIII. Los ofrecimientos para colaborar en materia de test y de vacunación desde las farmacias han tenido respuestas de Simón, y silencios de Illa, hirientes, cuyas réplicas vamos posponiendo porque lo que importa no es el orgullo, sino salvar vidas de la COVID. Pero ha pasado el año, Illa encabezará el cartel del PSC en las elecciones catalanas de febrero de 2021, pretendiendo capitalizar su paso por el Ministerio, y aquí no ha pasado nada. Algo que supera a Kafka y a Valle-Inclán juntos.


Solo pido que no se cumpla el aforismo de “otro vendrá que bueno te hará.” para la nueva ministra, Carolina Darias, abogada y política de trayectoria profesional. Parece, que para afrontar la mayor crisis sanitaria de nuestra historia moderna, y con el reto de vacunar a 47 millones de españoles para salvar vidas, es irrelevante que el ministro tenga experiencia sanitaria o de gestión de emergencias.


Pero tengo muchas esperanzas puestas en el 2021. Por otros lares vemos que la vacunación contra la COVID-19 es una realidad, como Israel o EE.UU.; que las farmacias son parte de las estrategias de cribado, detección, y vacunación, lo que me hace pensar que aquí llegará en algún momento; y que Europa empieza a tener pronunciamientos sobre la adecuación de las pruebas rápidas y sencillas para validar la circulación de personas.


Espero por tanto que baje el volumen de ingresos hospitalarios en las siguientes olas de la COVID-19, de manera que la sociedad deje de sufrir la enfermedad y recupere la actividad que venía teniendo, incorporando toda la digitalización que se ha implantado mientras tanto.