Pablo Martínez
Periodista e historiador
El cargo de ‘adelantado’ esta documentado desde Alfonso X El Sabio (siglo XIII) y se refería a un delegado del rey en territorios lejanos a la corte. Su proyección se extendió durante tres siglos en las conquistas de Andalucía, Canarias y, finalmente, América. Después de 1573 no se volvió a otorgar el título. El término procedía del árabe almuqaddám, que una vez castellanizado fue almocadén, e identificaba a un caudillo aguerrido y temerario. Hoy esta figura no tiene uso, pero por su origen histórico y por la utilización del verbo ‘adelantar’ en el sentido de mover o llevar hacia delante, podría aplicarse a quien se sitúa en la vanguardia, asume riesgos y es innovador. Por ello, se puede atribuir a los farmacéuticos portugueses.
Hace pocos días escuche una presentación de Joao Silveira, vicepresidente de la Asociación Nacional de Farmacias de Portugal, en la que explicaba cómo Portugal ha pasado de un modelo regulado a uno liberalizado, aunque a la CE no le ha parecido suficiente y con relación al acceso de las empresas de distribución a la propiedad de las farmacias planteó al Gobierno luso un dictamen motivado en septiembre. Silveira reconoció que en un principio las medidas del Gobierno representaron una conmoción, pero que después se han reorganizado para definir una estrategia que permita a los farmacéuticos titulares de oficinas de farmacia sobrevivir en cualquier escenario político o legislativo, aunque se produzcan más cambios.
Dicha estrategia, explicó, se sustenta en cuatro patas: unidad de los farmacéuticos con una asociación fuerte; influencia política, reforzando su capacidad de lobby; mejora de sus capacidades profesionales, focalizando su actuación sanitaria; y, finalmente, mejora de su capacidad empresarial mediante la innovación y los servicios de valor añadido. Por ello, puede decirse que son unos ‘adelantados’ ante un posible escenario de farmacia desregulada en Europa.
