El miedo ante un posible ataque nuclear en Ucrania ha disparado las consultas en las ventanillas de farmacia con un único protagonista: el yoduro potásico. Ante la posible amenaza del uso de armamento nuclear por parte de Rusia, las autoridades de Noruega decidieron distribuir en colegios y guarderías unas pastillas profilácticas con este compuesto con el fin de proteger a los más pequeños ante un eventual ataque. La noticia, junto con el daño que hace en estos casos las búsquedas en internet, ha tenido un efecto dominó y ha aterrizado en nuestro país en forma de alarma trasladada al farmacéutico.

Aunque parece que la preocupación por el yoduro potásico se ha calmado, el Colegio de Farmacéuticos de Valencia (Micof) y la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (TiroSEEN) consideran necesario tranquilizar a la población, informar de la nula efectividad de las preparaciones de venta en farmacia y alertar de los riesgos de su consumo indiscriminado.

Julián Navas, miembro del Colegio de Farmacéuticos de Valencia (Micof) y profesor de toxicología, confirma que las propias farmacias les han preguntado qué yoduro potásico pueden tener y dispensar. “Existen dos tipos, uno es el que se usa en terapia para el tratamiento por falta de yodo en la dieta, como complemento alimenticio o como medicamento con dosis de yodo en microgramos, prescrito sobre todo para embarazadas. El otro se trata de una fórmula magistral, la solución de Lugol fuerte al 5 por ciento para la que es necesaria receta médica, y aunque su principal indicación es como preparatorio de cirugía en hipertiroidismo, también se podría usar como preventivo ante un accidente nuclear”, aclara Navas.

Relación entre la tiroides y el yodo

Pero, ¿por qué tiene tanta importancia este micronutriente ante una explosión nuclear?. La tiroides es la responsable. En esa situación, ya sea por accidente o ataque, se liberaría al ambiente, entre otros isótopos radiactivos, el yodo 131, que tiene tropismo hacia esta glándula endocrina. Según nos explica Juan Carlos Galofré, miembro del área de Tiroides de la SEEN, “el yodo radiactivo al incorporarse a la célula folicular tiroidea desestabilizaría el ADN folicular y esa célula o bien muere o generaría mutaciones, que pueden dar lugar a cáncer de tiroides. Eso es lo que preocupa, que a medio-largo plazo pudiera generar un cáncer”.

Un error muy común es pensar que la manera en la que el yodo-131 entra en nuestro cuerpo, en caso de una explosión nuclear, es por inhalación de esa nube radiactiva que se queda en el ambiente. Sin embargo según aclara Galofré, no es así. “La incorporación de yodo radiactivo en caso de accidente nuclear, es que la radiación se deposita por todo el ambiente y se ve afectada la cadena alimentaria. Se adhiere a la hierba, la vaca come hierba y su leche se ve afectada. Nosotros bebemos la leche de la vaca y ese yodo radiactivo entra en nuestro cuerpo y se incorpora al tiroides. No es la nube que te impacta y te pude provocar cáncer de tiroides, si no que es el yodo que ingerimos el que se incorpora al tiroides”, señala.

La dosis marca la diferencia

Aquí es donde entraría en juego el yoduro potásico. Si el tiroides, que tiene avidez por el yodo, se encuentra repleto de este nutriente, el isótopo radiactivo que se ingiera no se va a incorporar a la glándula porque ya está saturada, y entonces se eliminaría por la orina.
Para ello existen profilaxis. En estos casos en los que realmente una nube de yodo radiactivo pudiera afectar, el tratamiento consistiría en tomar un solo comprimido que tenga entre 60 y 150 miligramos de yoduro potásico.

“LOS COMPRIMIDOS DE YODURO POTÁSICO QUE SE DISPENSAN EN FARMACIAS NO SERVIRÍAN PARA NADA, ESTARÍAMOS TOMANDO UNA MISERIA”, APUNTA JUAN CARLOS GALOFRÉ, MIEMBRO DE LA SEEN.

Se trata de una dosis muy elevada y específica para estas situaciones. Teniendo en cuenta que los comprimidos prescritos a las embarazadas como complemento alimenticio, tienen 200 microgramos, según Galofré “no servirían para nada, estaríamos tomando una misera”. Y es que si echamos cuentas, para equiparar la dosis profiláctica, habría que tomar alrededor de 750 pastillas de estas tabletas, de una sola vez.

“El problema de esta avalancha por el yoduro potásico es que se está dejando a las mujeres embarazadas sin yodo, ellas lo necesitan para que el futuro bebé pueda tener suficiente yodo y pueda sintetizar hormonas tiroideas en el vientre de su madre, si no las sintetiza tendrá problemas de desarrollo”, apuntan desde la SEEN.

“SI OCURRIERA ALGO ASÍ, PROTECCIÓN CIVIL TIENEN EN CADA POBLACIÓN CERCANA A UNA CENTRAL NUCLEAR UN DISPENSARIO DONDE ESTARÍAN YA PREPARADAS LAS PASTILLAS DE YODURO POTÁSICO REALIZADAS EN LABORATORIO DE FARMACIA MILITAR”, AÑADE JULIÁN NAVAS, DE MICOF.

Por su parte Julián Navas insiste en mandar un mensaje de tranquilidad ante la hipótesis de que España se viera afectada por esta nube radiactiva. “Si ocurriera algo así, Protección Civil tienen en cada población cercana a una central nuclear un dispensario donde estarían ya preparadas las pastillas de yoduro potásico realizadas en laboratorio de Farmacia Militar, que son los únicos que fabrican en España yoduro potásico a esas cantidades”, apunta.

La ingesta excesiva de yodo no es inocua

Desde la SEEN, Juan Carlos Galofré, advierte de que tomar indiscriminadamente, sin receta y sin supervisión médica yoduro potásico puede generar disfunciones tiroideas porque no es inocuo. Ingerir yodo en exceso de manera continuada puede tener efectos secundarios perniciosos, pudiendo generar tanto hipertiroidismo como hipotiroidismo. De esta manera se podría dar una tirotoxicosis por yodo, también llamado efecto Job-basedow, provocando que la tiroides lo absorba y generando un hipertiroidismo con una liberación masiva de hormona tiroidea al torrente circulatorio. Pero dependiendo de la situación previa de la glándula, esta intoxicación por yodo también podría desembocar en un hipotiroidismo conocido como efecto de Woff-Chaicoff.

De nada sirve tomarlo con mucha antelación para prevenir. Se trata de un fármaco que no está a la venta, porque su uso es exclusivo para este tipo de situaciones en las que las autoridades sanitarias se encargarían de repartir entre la población.

Cómo alimentar nuestra tiroides de yodo

Por todo ello es necesario resaltar la importancia de mantener unos niveles adecuados y para ello está en nuestra mano cuidar la alimentación para proteger nuestra tiroides y asegurarnos su correcto funcionamiento. Desde la SEEN recomiendan de forma sistemática consumir poca sal, pero que esté enriquecida con yodo, porque en muchos sitios de España se ha comprobado que parte de la población no tiene bien cubiertas las necesidades de yodo, algo especialmente crítico en la mujer en edad fértil.

También recomiendan tomar entre dos y cuatro raciones de lácteos al día, siempre que se pueda, porque a través de la leche nos llega este micronutriente, así como alimentos del mar, pescados y mariscos, al proporcionar también cantidades necesarias. “Con una dieta sana mediterránea y tomando sal yodada, nos llegaría yodo de forma adecuada”, apunta Galofré.

Cuidado con las algas

En cuanto a si sería recomendable la ingesta de algas o no, desde la SEEN quieren ser precavidos. Y es que cuantía que se introduce en el cuerpo es anárquica, no se puede controlar y, aunque tiene una parte positiva por su gran aporte de este mineral, se corre el riesgo de bloquear la glándula por exceso de yodo y producir una tirotoxicosis.

Isótopo radiactivo yodo-131

El yodo-131 es uno de los isótopos radiactivos que se vierte en el ambiente cuando hay una explosión nuclear, pero también se es utilizado habitualmente por la medicina nuclear. Sus indicaciones son sobre todo en la enfermedad de Graves, hipertiroidismo autoinmune, o en nódulos hiperfuncionantes, donde hace ablación del tejido tiroideo y así corrige el hipertiroidismo. También se utiliza en pacientes con cáncer tiroideo a dosis mayores para hacer hacer ablación de las hipotéticas metástasis que pudieran haber quedado tras una cirugía tiroidea.

Sin embargo, aunque se trata del mismo isótopo radiactivo, el que se libera de le nube radiactiva y el que pautan los médicos de medicina nuclear, el contexto es totalmente diferente. Tras una explosión se liberaría este yodo-131 de manera anárquica, mientras que administrado de forma terapéutica, controlado por médicos de medicina nuclear no genera cáncer de tiroides, al aplicarlo en dosis bajas, con un propósito adecuado y en situación bajo control.

Otros isótopos radiactivos más peligrosos

Además, Julián Navas, del Micof, apunta que hay que tener en cuenta que si ocurre una desgracia nuclear, no sólo se liberaría este isótopo radiactivo, si no que deberíamos ocuparnos de otros compuestos. “Me preocupan más otros isótopos, porque éste al fin y al cabo en ocho días desaparece, su semivida es de ocho días. Es complicado que nos llegue aquí, tendría que pasar por muchos sitios hasta llegar aquí. Además, sabemos controlarlo. Yo me preocuparía por otros para los que no tenemos “antítodo” cuya vida media puede llegar a los 30 años, como son el cesio-137 y el estroncio-90“, añade.


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