Desde hace años, las mujeres han tenido que lidiar con muchas situaciones de discriminación y de estigma, también en la práctica médica. No ha sido hasta hace poco cuando se ha empezado a hablar del sesgo de género en el uso de los medicamentos. Porque, en muchas ocasiones, hay síntomas que no se diagnostican y que se vinculan, por ejemplo, a la ansiedad. “Eso no ocurre en los hombres”, señalaba Gema Herrerías, del Colegio de Farmacéuticos de Sevilla, que apunta que incluso hay estudios clínicos que no se hacen en mujeres, aunque representen más de la mitad de la población.

Gema explicaba cómo, en los últimos tiempos, estas situaciones de trato desigual han ido visibilizándose, aunque todavía quede mucho camino que recorrer para revertir esta situación. Algunos ejemplo aparecen en los medios de comunicación, que comienzan a tratar esta circunstancia y denuncian, por ejemplo, que “las mujeres con dolor son tachadas de histéricas”. La consecuencia es el infrodiagnóstico de muchas dolencias que se atribuyen a causas erróneas, como en el caso de los dolores torácicos, “por asumir que todo dolor es ansiedad”. De hecho, hay un porcentaje mucho mayor de casos diagnosticados en mujeres por ansiedad o depresión.

“Las enfermedades tienen género”

Gema Herrerías

¿Es importante tener en cuenta el género en farmacología?, ¿hay diferencias en la prevalencia de enfermedades de enfermedades entre sexos? “La respuesta es que sí la hay”. Se asume de manera errónea, argumenta la farmacéutica, que genéticamente somos iguales, “pero nuestras hormonas no lo son”. El estudio de un fármaco en hombres no significa que tenga el mismo resultado en mujeres, o que los efectos adversos sean similares. “De hecho, hay más efectos adversos en mujeres que en hombres. Esto hay que evidenciarlo”, dice Gema Herrerías.

También existe un trato desigual a la hora de tratar los cambios hormonales entre hombres y mujeres. “Se habla de los riesgos por la disminución de niveles de estrógenos en la menopausia, pero no se habla de la testosterona y sus efectos”. Las manifestaciones en dermatología también varían entre unos y otros. Con la menstruación puede cambiar el efecto de los fármacos, “este es un tema del que no se habla”. El comportamiento de los fármacos es diferente, la mujer necesita menos dosis de propanolol y metoprolol. También hay distinta respuesta a los antidiabéticos. “Esto no se tiene en cuenta por un sesgo en los médicos”. Sin olvidar el factor del entorno, como la exposición a los alérgenos, que no tienen que ver con lo genético. “Hay una menor adherencia de las mujeres por una evaluación más negativa”, argumenta.

Hay que hablar de integrar sexo y genero en el diseño y desarrollo de farmacos”

Gema Herrerías

¿Qué se puede hacer desde la Farmacia?

Lo que demandan desde las boticas es conseguir una mayor adherencia y “tenemos las dosis para actuar.” Son los dos pilares fundamentales. Un ejemplo claro es el consumo de benzodiacepinas, donde “podemos controlar la adherencia y la dosis”. Se ha demostrado que 1 de cada 4 pacientes dejan de tomarlas por recomendación de farmacéuticos. “Se sabe que 1 gramo de paracetamol al día es tóxico para las mujeres, mejor 500 o 650 gramos. Lo dice la ciencia”. De hecho, la FDA ya está regulando la recomendación de diferentes dosis, como Zolpidem, comenta Gema. “Es nuestro rol de control de medicamentos. No podemos dar a todos lo mismo”. Además, hizo hincapié en conseguir que los medios de comunicación se hagan eco de esta problemática y visibilicen este tema. “Hay que hablar de integrar sexo y género en el diseño y desarrollo de fármacos“, sentencia.


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