Santiago de Quiroga Presidente Editor de EG | viernes, 05 de mayo de 2017 h |

Ahora sí. Barcelona se ha mostrado ya como una candidatura seria que reúne, no sólo los requisitos que la hacen una ciudad idónea para la European Medicines Agency (EMA), sino que presenta un notable alto. En la decisión final pueden pesar dos punto de vista: el de los empleados y funcionarios de la propia EMA y el peso político que ofrezcan los estados miembro de la UE.

Un detallado análisis realizado por la consultora KPMG ha intentado establecer un ranking para ayudar a la toma de decisiones, pero adolece de defectos que limitan su objetividad. El grupo de 6 capitales que destaca por una puntuación superior al resto (cuyas candidaturas no están todas confirmadas a día de hoy) presentan inconvenientes relevantes. Amsterdam es cuna de uno de lo movimientos anti-patentes mejor organizados, llamado Health Action International (HAI), una ONG que está financiada por el estado holandés. Sin industria de bandera holandesa, establecer allí la sede de la EMA es como abrir una sede de la ONU en Corea del Norte. Le siguen dos candidatas escandinavas, Copenhagen y Estocolmo: hablemos de calidad de vida. La temperatura media de la primera es inferior a 0ºC durante medio año, y el resto sigue haciendo frío. En Estocolmo el problema se agrava: Una media por debajo de -5ºC entre Diciembre y Marzo, con heladas frecuentes casi todo el año. La locura de las horas solares puede afectar a los funcionarios y sus familias: 18 h de sol en meses como Julio, o anocheciendo en Diciembre a las 3 de la tarde. Será complicado que la EMA pueda ofrecer la necesaria calidad de vida en estas condiciones inclementes.

Candidatas más serias son Paris y las alemanas Munich y Berlin. Francia y Alemania puede conseguir apoyos, pero se restan entre sí, y su competencia puede hacer decantar la balanza hacia opciones menos extremas de las dos grandes potencias ya de la UE, y ahí entra España. Es algo parecido a la razón por la que el Comisario de Salud de la CE nunca pertenece a uno de los grandes países. El actual, Vytenis Andriukaitis, es lituano, precedido por los malteses Dalli y Borg, entre otros. Además, tras la salida de Londres, el eje Berlin-Paris no debería hacer fuerza en detrimento de otros países en una UE que debe fortalecerse, pero con generosidad hacia el resto.

Si pasamos a la segunda linea de ciudades (“todas son candidatas a sede de la EMA”, deja claro el informe de KPMG) ninguna ha presentado ya un edificio idóneo y representativo como Barcelona. El edificio Torre Glòries es todo un símbolo del objetivo de la EMA: un comprimido (por no pecar de escatológico) que se erige sobre la enfermedad. Argumento bucólico pero efectivo: ¿Quién no quiere una sede simbólica? Las familias de los empleados de la EMA van a poder disfrutar de una gran ciudad como Barcelona, con oportunidades de trabajo (ahora, si) y en un clima mediterráneo. Argumentar el entorno político sería guerra sucia: que Barcelona sea más europea es bueno para Cataluña y para España. España cuenta con apoyos, y Portugal es uno a tener muy presente. Conocidos nuestros vecinos por su excelente capacidad de navegar por Bruselas, su ayuda será crítica.

En el Grupo de 6 ciudades que KPMG prioriza no figura Barcelona, pero reconoce su potencial.

Seguiremos la pista…

El intensivo trabajo y liderazgo del Ministerio, con el apoyo de la Consellería y el Ayuntamiento están dando frutos: Barcelona es una candidata con fuerza a sede de la EMA.

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