La industria farmacéutica está en una búsqueda constante de nuevos fármacos y terapias que palien el dolor de los pacientes. De hecho, según un informe elaborado por la Organización de Innovación en Biotecnología (BIO), en los últimos años ha habido un aumento exponencial de la demanda de nuevos medicamentos ligados al tratamiento del dolor ligado a diferentes enfermedades como el cáncer. En este caso, se trata generalmente con medicamentos como la morfina, la oxicodona, el fentanilo o la hidromorfina.

La intensidad del mismo varía en función de factores como el tipo de cáncer, su extensión u otros problemas de salud que presente el paciente. A ello hay que añadirle que las intervenciones quirúrgicas, los tratamientos, efectos secundarios y las pruebas diagnósticas también pueden ser dolorosas. Por ello, contar con una industria volcada en poder remitirlo a través de fármacos y terapias innovadoras es crucial.

Terapia intratecal en cáncer

Un papel de expertos sanitarios de múltiples disciplinas implicados en el manejo del dolor han llegado a un consenso sobre la terapia intratecal. Este tratamiento consiste en inyectar medicamentos contra el cáncer en el espacio lleno de líquido que está entre las capas delgadas de tejido que cubren el encéfalo y la médula espinal.

La investigación aborda el protocolo de actuación y el circuito sanitario óptimo que garantizaría la mejor estrategia para el alivio del dolor oncológico. Además, trata otros aspectos como los criterios de selección de pacientes ideales para esta terapia, las variables clínicas y de seguimiento y los indicadores de calidad sanitaria de elección. Para llevarla cabo se ha contado con tres fases: revisión de la literatura, grupo de discusión y una consulta Delphi diseñada por un comité científico.

Enfoque multidisciplinar del dolor

Los integrantes del panel de expertos coincidieron en que es esencial que los pacientes candidatos a terapia intratecal sean remitidos a la Unidad del Dolor. Además, insisten en que los profesionales de enfermería de esta Unidad deben instruir a los pacientes y sus familiares o cuidadores sobre el correcto uso y cuidado del sistema después del procedimiento de implantación y antes del alta hospitalaria. De hecho, hacen hincapié en que es necesario que se haga un abordaje multidisciplinario de estos pacientes, tanto de cara a derivarles como de cara a darles una correcta atención e, incluso, a la hora de evaluarlos psicológica y emocionalmente. “Se han logrado avances en los últimos años, pero la implementación de este enfoque multidisciplinario es poco frecuente debido a la complejidad y el dinamismo del dolor por cáncer”, afirman los expertos.

Esta falta de un enfoque multidisciplinario se ha identificado como un factor clave que impide el manejo óptimo del dolor oncológico. Para suplir esta ineficiencia, alegaron que sería útil establecer centros de atención médica que reúnan múltiples especialidades médicas, también conocidos como clínicas del dolor. Sin embargo, estos centros tienen una escasa disponibilidad.

Evaluación integral del paciente

Los expertos afirman que se debe considerar una evaluación integral del paciente. En ella se debe evaluar su estado funcional, esperanza de vida, comorbilidades u otros factores psicosociales, para determinar su idoneidad para recibir terapia intratecal. Con respecto al perfil del paciente, señalaron que los candidatos para recibir esta terapia son los que cuenten con dolor oncológico refractario o que son intolerantes al tratamiento convencional no invasivo. Además, recalcan que es esencial realizar un seguimiento personalizado de estos pacientes, así como facilitar el acceso de los pacientes al circuito sanitario durante el mismo.

Los resultados de este estudio muestran un alto grado de consenso entre los expertos respecto a las recomendaciones para el abordaje adecuado de los pacientes que presenten dolor vinculado al cáncer y que son candidatos para recibir esta terapia. De hecho, han coincidido en que su correcta aplicación en pacientes seleccionados podría ser beneficiosa no solo en las fases finales de la enfermedad. Sin embargo, consideraron que la implementación de algunas de estas acciones no sería factible en un futuro próximo, en decir, en dos a tres años.

Falta de profesionales cualificados

Para garantizar una atención sanitaria de calidad resaltan que es crucial que haya suficientes profesionales sanitarios cualificados. En este aspecto, señalan que una posible solución pasa por la incorporación de personal no exclusivo capaz de trabajar en varios servicios o áreas cuando sea necesario. También destacan la necesidad de una formación permanente de los profesionales de las Unidades del Dolor. Insisten en que esta debería incluir no sólo formación médica sobre el cáncer y su tratamiento, tanto farmacológico como anestésico invasivo, sino también habilidades interpersonales. “Los profesionales sanitarios que atienden a este grupo de pacientes reciban una formación formal en habilidades comunicativas para mejorar la comunicación con los pacientes y sus familias y que se establezcan protocolos para una mejor atención y apoyo a los pacientes”, alegan.

Otra de las propuestas a las que llegaron es la creación de un comité oncológico multidisciplinar que evalúe la eficacia del tratamiento del dolor de cada paciente. De esta forma, se garantizaría que la estrategia de alivio del dolor sea la adecuada a sus necesidades a lo largo de su evolución, asumiendo la obligación de indicar y proponer un cambio cuando sea necesario. “Desde el punto de vista organizativo, esta coordinación debería incluir programas de atención domiciliaria, ya que es preferible tratar el dolor de los pacientes desde la comodidad de su hogar, siempre que sea médicamente posible”, indican.

Algoritmos y registros sistematizados

Otro de los aspectos destacados sobre la evaluación psicológica y el apoyo a las necesidades de los pacientes fue la evaluación inicial y el posterior uso de los resultados como criterio de selección. Al respecto proponen el desarrollo de un algoritmo objetivo que ayude a identificar el estado psicológico de los pacientes.  A ello, añaden que es necesario que haya registros sistematizados para lograr la eficacia y seguridad de la historia clínica no sólo en lo que respecta al tratamiento oncológico en curso (es decir, dosis, eventos adversos y medicación administrada) sino también otros registros relevantes asociados a comorbilidades y al manejo del dolor, así como otros síntomas.

Beneficios de la terapia intratecal

La implementación de la terapia intratecal en pacientes oncológicos seleccionados tiene múltiples ventajas. Entre ellas, la administración continua de analgésicos directamente en su sitio de acción; mayor eficacia del tratamiento del dolor con una reducción asociada de los efectos secundarios en comparación con la administración sistémica; y medidas mejoradas de fatiga y estado de alerta.

Además, reduce los costos relacionados con el consumo de recursos sanitarios derivados de otros tratamientos (como la reducción del uso de recursos ambulatorios y la disminución de la prescripción de medicamentos). Sin embargo, no está exenta de riesgos. Estas complicaciones pueden estar relacionadas con el procedimiento, específicas del dispositivo o asociadas con un fármaco administrado. Además, pueden variar desde la aparición de granulomas en la punta del catéter hasta el desarrollo de infecciones como la meningitis.

Tradicionalmente, la terapia intratecal solo se consideraba para pacientes con dolor refractario o complejo relacionado con el cáncer, incluidos los individuos al final de la vida. Sin embargo, en la última década se ha reconocido como una terapia beneficiosa para los pacientes que no obtienen una analgesia adecuada después de un ciclo razonable de tratamiento con opioides sistémicos. También ha demostrado resultados óptimos en aquellos con efectos secundarios que limitan la dosis administrada.

Limitaciones de su implementación

A día de hoy, hay varias limitaciones aún impiden su implementación uniforme en todos los niveles. Además de la ya señalada el falta profesionales sanitarios cualificados y con formación adecuada en cáncer y tratamientos relacionados, incluidas técnicas anestésicas tanto farmacológicas como invasivas. También señalan otras barreras identificadas como el circuito sanitario óptimo existente para los equipos médicos implicados, o una percepción errónea de la relación riesgo-beneficio entre la cirugía y la duración del analgésico. Además, resaltan que “el retraso en las derivaciones desde atención primaria a unidades especializadas en dolor podría suponer una limitación a la hora de implementar técnicas intervencionistas debido al estadio avanzado de la enfermedad”.


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