El desafío de las resistencias antimicrobianas (RAM) ha adquirido una relevancia creciente gracias a las Normas Comunes de Certificación de los equipos PROA (Programas de optimización de uso de antimicrobianos) que se han integrado de forma progresiva en la estrategia del Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos (PRAN). De hecho, Sanidad ha presentado recientemente las recomendaciones para la coordinación entre hospitales y primaria como un pilar importante frente a este reto mundial. En este contexto, los farmacéuticos de atención primaria (FAP) han jugado un papel fundamental, desde hace años, en la formación de las estrategias RAM.

La puesta en marcha del PRAN en 2014 y la publicación en 2017 del documento general de los PROA expuso la necesidad de coordinación entre distintos niveles asistenciales. Los FAP han asumido el liderazgo a la hora de definir elementos comunes para construir la base de buenas prácticas de los PROA en España, aunque su desarrollo viene incluso de mucho antes. “Llevamos trabajando en programas de uso adecuado de medicamentos desde hace muchos años. Como profesionales que gestionamos información sobre consumo de medicamentos de la poblaciones, también hemos estudiado y analizado los perfiles de prescripción y consumo de los antimicrobianos”, cuenta a EG Rocío Fernández Urrusuno, coordinadora del Grupo de Infecciones en Atención Primaria de la Sociedad Española de Farmacéuticos de Atención Primaria (Sefap) y coordinadora Científico-Técnica PROA Andalucía.

“Somos personal sanitario que trabajamos en los Centros de Salud en contacto con el resto de profesionales sanitarios y los equipos de gestión”

Rocío Fernández Urrusuno, coordinadora del Grupo de Infecciones en Atención Primaria de Sefap

La figura del FAP es muy generalista. Cualquier paciente puede tener infecciones, es la patología común a toda la población sana o enferma. Gracias a su amplia función están acostumbrados a lidiar con las resistencias en cualquier ámbito de su actuación. “El problema de las resistencias es que es un fenómeno natural, los microorganismos desarrollan mecanismos de defensa. Cada vez que utilizamos para bien o para mal antimicrobianos, seleccionamos aquellas bacterias que han desarrollado mecanismos para resistir y sobrevivir en su contacto”, comenta Fernández. Los Programas de Optimización pretenden, por un lado, minimizar el uso cuando no sea necesario y así disminuir la presión antibiótica. También buscan un tratamiento eficaz y efectivo con el menor espectro de acción posible, para que los tratamientos tengan un efecto reducido en el resto de microorganismos, incluida la microbiota del paciente.

Estos objetivos ya estaban incorporados en el día a día de los FAP. Como explica Rocío Fernández, muchos farmacéuticos de primaria ya impulsaron comisiones antimicrobianas con los gerentes del hospital, médicos, pedíatras, enfermeros y otros profesionales para tratar las resistencias, tal y como se conocen ahora los PROA. Una experiencia acumulada durante años gracias a los Programas de Uso Racional de Medicamentos y como promotores o miembros de las Comisiones Interniveles con los Hospitales de referencia que facilitará el camino para la implantación del PROA comunitario. “Nosotros ya teníamos los canales creados, son nuestro medio natural. Toda la vida nos hemos sentado con todos los profesionales sanitarios para recoger todas sus necesidades, somos un dispositivo de apoyo para los equipos directivos”, explica Fernández.

Funciones propias del FAP

Como trasladan desde Sefap, muchas de las actividades e intervenciones que se plantean en la Norma PROA son funciones específicas del farmacéutico de atención primaria en el seno de los equipos multidisciplinares. Estas estrategias de actuación incluyen intervenciones múltiples desde el servicio de farmacia: técnicas diagnósticas para discriminar entre infección bacteriana y vírica, prescripciones de antibióticos, validación de indicadores a través de Bifap, establecimiento de redes de información, retroinformación de resultados a profesionales y gestores, seguimiento y monitorización de datos poblacionales o de resistencias, mapas microbiológicos locales, recomendaciones a profesionales, trabajo con centros sociosanitarios, elaboración de guías, formación en el uso adecuado de medicamentos y otros aspectos relacionados con la seguridad del paciente.

“Somos profesionales clave en los equipos PROA de atención primaria”

Rocío Fernández Urrusuno, coordinadora del Grupo de Infecciones en Atención Primaria de Sefap

La ventaja de los FAP es que son los que gestionan los datos y los sistemas de información de prescripciones y dispensaciones; la información desagregada por centro, médico y prescriptor; quienes se encargan de la elaboración de mapas farmacoepidemiológicos; o los sistemas de prescripción electrónicos. Una actividad principal es la formación a otros profesionales sobre los PROA, ya que son, en muchas ocasiones, quienes gestionan a los equipos multidisciplinares. “Somos personal sanitario que trabajamos en los Centros de Salud en contacto con el resto de profesionales sanitarios y los equipos de gestión”, resume Fernández.

De hecho, entre los autores de la Norma de Certificación del PROA comunitario hay 16 farmacéuticos de atención primaria, lo que pone de manifiesto el relevante papel de estos profesionales. “No todos los coordinadores PROA de atención primaria son farmacéuticos, pero siempre en estos equipos somos los que disponemos y analizamos los datos sobre prescripción, participamos en la elaboración de guías, formamos grupos de trabajo, realizamos la formación continuada, somos miembros de las comisiones interniveles de uso adecuado de medicamentos con los hospitales. Somos profesionales clave en los equipos PROA de Atención Primaria”, incide la portavoz de Sefap.

“Somos profesionales con un alto potencial y una formación multidisciplinar. abarcamos muchas áreas de conocimiento”

Rocío Fernández Urrusuno, coordinadora del Grupo de Infecciones en Atención Primaria de Sefap

Las resistencias antimicrobianas han puesto en el foco una parte del desempeño de los farmacéuticos de atención primaria. “En este terreno estamos bien identificados. Somos muchos los farmacéuticos que estamos en los grupos de trabajo. La SEFAP, junto con otras sociedades científicas de Atención Primaria, acabamos de editar un curso sobre uso adecuado de antimicrobianos en la comunidad en coordinación con el PRAN, dirigido a médicos y farmacéuticos que trabajan en atención primaria”. Aunque demandan una mayor visibilidad y más responsabilidad en otros ámbitos. “Somos profesionales con un alto potencial y una formación multidisciplinar. Muchos farmacéuticos trabajan en el campo de las enfermedades infecciosas, pero abarcamos muchas más áreas de conocimiento”, sentencia Rocío Fernández.

El Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos (PRAN), coordinado por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps), del Ministerio de Sanidad, presentó el pasado 15 de febrero las Normas de certificación de los Programas de Optimización de Antimicrobianos hospitalarios y comunitarios que fueron aprobadas el pasado 19 de diciembre por el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud. Se trata de dos documentos elaborados por el PRAN junto a las sociedades científicas SEFH y Seimc, del ámbito hospitalario; y AEPap, Sefap, Seimc, Semergen, Semfyc, SEMG y Sepeap, del ámbito comunitario, y con la colaboración de las comunidades autónomas.