Buena parte del discurso de Siri Hustvedt, Princesa de las Letras 2019, giró en torno a la idea de la necesidad de derribar la muralla que aún separa las ciencias de las humanidades: por el mero hecho de ser lo que son, ni las primeras son más elevadas, ni las segundas son inferiores. La ministra de Sanidad, María Luisa Carcedo, consideró oportuno recordar esas palabras durante la presentación de Valtermed. Y fue todo un acierto.
La Sanidad es uno de los campos que mejor pone de manifiesto que la sabiduría no sabe de formatos y que la colaboración e interconexión entre disciplinas, profesionales y especializades es impresdincible. Valtermed es un gran ejemplo de ello, una plataforma con la que el equipo liderado por Patricia Lacruz puede presumir de haber hecho realidad el difícil arte de la simplicidad.
Valtermed no es otra cosa que un sistema que acoge formularios y protocolos fármaco-clínicos. Sus objetivos, en cambio, son algunos de los más ambiciosos que hoy tiene el sistema: que la práctica médica sea más eficaz y segura; que se contribuya a generar evidencia más robusta para la toma de decisiones; que se instaure la cultura del registro en una comunidad —hoy de profesionales; mañana, quizá, también de pacientes— que comparta información sobre los efectos reales de los fármacos.
El trabajo colectivo que ha permitido dar a luz a Valtermed no ha acabado. Su futuro va ligado a los procesos de I+D, a las nuevas tecnologías, a los conocimientos de la medicina, de la farmacia, de la industria, de los profesionales, de los pacientes… Apoyarse en el conocimiento común es el mejor antídoto contra los lógicos recelos que puede haber sobre el fin último de esta herramienta. Sólo el tiempo dirá si Valtermed ha servido para fines mayores o solo para bajar precios. Mientras tanto, démosle la bienvenida.
El tiempo dirá si Valtermed ha servido para fines mayores o solo para bajar precios. Mientras, démosle la bienvenida