El ministerio enclavado en el paseo del Prado será el de Asuntos Sociales, con la coletilla de Sanidad
| 2009-04-07T18:09:00+02:00 h |

Sergio Alonso es redactor jefe de ‘La Razón’

Bernat Soria es historia en Sanidad. Mejor dicho, lo era ya desde principios de año, aunque lograra mantener el cargo de ministro hasta la semana pasada gracias a las reticencias iniciales de Zapatero a acometer una reestructuración de su Gobierno a tan pocos meses de las generales. Finalmente, el resultado del 1-M en Galicia, el avance de la crisis, el miedo a una nueva derrota en las europeas y la filtración efectuada a la prensa por dos facciones del PSOE interesadas en colocar a sus peones en el nuevo Ejecutivo han animado al presidente a acelerar el relevo. Un relevo que, antes o después, iba a afectar a un ministro carente de peso fuera del sector, absolutamente desconocido entre los ciudadanos y, con un perfil tan bajo, que causaba desazón en muchos compañeros de mesa, los viernes, en el Consejo de Ministros, ante la falta de proyectos y normas de envergadura que emanaban de su departamento. A Soria le han perdido el nulo rédito mediático proporcionado al Gobierno en esta época de desaceleración económica tan falta de noticias positivas —ya se apuntó hace meses en esta pagina de EL GLOBAL la honda preocupación que cundía al respecto en Moncloa, aunque el caso que hizo su departamento fue nulo, y así le ha ido—, la escasa aportación que ofreció para contrarrestar los graves problemas del sector, y ciertos informes llegados a Presidencia desde el propio ministerio y desde otro departamento, en los que se desaconsejaba su continuidad por razones de diferente índole. Ni siquiera el postrero intento de servir en bandeja de plata a Zapatero el oxígeno de la industria farmacéutica le ha valido para seguir al frente de Sanidad. Vano esfuerzo para tan estéril resultado.

Frente al gris y volcado hacia dentro Soria, el presidente ha decidido tirar por la calle de en medio y, como ya hiciera José María Aznar en su segunda legislatura con Celia Villalobos, ha optado por el remedio populachero, desoyendo los cantos de sirena que le lanzaban algunos miembros del partido en el sentido de apostar por una persona implicada en Ferraz pero con conocimientos del sector. A resultas de ello, ha nombrado ministra a Trinidad Jiménez, quien no ha destacado precisamente en su trayectoria ni por el conocimiento exhaustivo de los asuntos —véase su paso por el Ayuntamiento de Madrid o por la Secretaría de Estado de Iberoamérica—, ni por su solvencia a la hora de gestionar graves crisis. Zapatero busca rostros, gestos y desparpajo para cubrir con ellos el negro panorama que se cierne sobre la economía, con un horizonte real de cinco millones de parados este año, según los pronósticos internos del Banco de España. Por eso, ha dado un giro de 180 grados en Sanidad buscando para ello un perfil que Soria no reunía. A diferencia de este último, Jiménez se volcará en la verdadera razón de ser de su existencia al frente de este departamento: las políticas sociales recibidas de Educación. A partir de ahora, denominemos de forma correcta al ente enclavado en el paseo del Prado, pues el ministerio que allí habrá, nadie lo dude, será el de Asuntos Sociales y, si me apuran, quizás guarde la coletilla de Sanidad. Nada más.

¿Qué vocal del Colegio de Médicos de Madrid recibió una dura reprimenda telefónica de Juliana Fariña por reunirse con la viceconsejera de Sanidad sin su consentimiento?

¿Qué causa judicial llevó a entrar en la junta directiva del Colegio de Médicos de Madrid a uno de sus miembros?

¿Qué miembro de la junta directiva de este colegio dice ya abiertamente que “Fariña es el problema” y que hay que sacarla ya de la corporación junto a su jefa de prensa?

¿Qué miembro de la junta directiva de este colegio anda “descompuesto” en busca estérilmente del topo que les filtró la lista de compromisarios a Guillermo Sierra, Carlos Amaya y Manuel Cabezas?