C.B.RODRÍGUEZ

Madrid

| viernes, 29 de marzo de 2019 h |

Una terapia se considera disruptiva cuando resuelve situaciones patológicas para las que apenas hay solución, o no las hay, o cuando introduce un marcado cambio sobre lo ya existente.

Un indicador de la cualidad disruptiva de una terapia son las publicaciones científicas. En el caso de las CAR-T, estaban previstas para 2018 más de 600 publicaciones. Comparar esta cifra con la de 2009, cuando el número de publicaciones era insignificante, ayuda a entender por qué, en definitiva, esta terapia marca un antes y un después.

Lo mismo ocurre con el número de ensayos clínicos a nivel mundial, si bien con una diferencia considerable por zonas geográficas, tanto en número de ensayos como en quién los promueve. En esta fotografía, Europa está en considerable desventaja, lo que supone “una limitación”, en opinión de Álvaro Urbano-Ispizua, director de Hematología y Oncología del Hospital Clínic de Barcelona y coordinador del Grupo Español CAR.

Urbano-Ispizua impartió la conferencia El uso de las células CAR-T: del concepto a la práctica clínica, con la que se inauguró la entrega de los III Premios a la Innovación en el Ámbito Sanitario de la Cátedra Celgene de Innovación en Salud de la Universidad de Alcalá. Actualmente, hay 403 ensayos activos a nivel mundial, la gran mayoría en Estados Unidos y en China. Sólo 36 se llevan a cabo en Europa. Y dentro de esos 36, la proporción de ensayos promovidos por la academia es muy inferior. Sólo son tres; uno se está desarrollando en Roma; otro, en Londres; el tercero, en Barcelona.

Esta diferencia llevó al investigador a proclamar que “el componente académico es importante para todos”, un mensaje especialmente relevante si se tiene en cuenta que se pronunció durante la entrega de unos premios que, como resaltó el consejero de Sanidad de Madrid, Enrique Ruiz Escudero, une a las instituciones académicas y al mundo empresarial para “abrir el camino a nuevas líneas de investigación”.

A su juicio, la unión de ambas vertientes contribuirá en la mejora de la calidad de vida de los pacientes.

Industria y academia

El que haya una “masa crítica”, según Urbano-Ispizua, “enriquece no solo a médicos y pacientes, sino también a las propias compañías”. La coexistencia entre los estudios de la industria y la academia siempre han existido, pero en el caso de los CARs, más que coexistencia, lo que es preciso, según este investigador, es sinergia. “El CAR-T proviene de células vivas del paciente. Los médicos lo reciben y lo suministran… En este caso hay una convivencia clara entre las compañías farmacéuticas y el mundo académico y las interacciones que estamos teniendo son, para el mundo académico, muy fructíferas. Espero que para las compañías ocurra lo mismo”, concluyó.

Con todo, como afirmó la directora general de Celgene en España y Portugal, Katherine Stultz, un ejemplo de ese desafío e innovación constantes es precisamente la terapia génica y en concreto, la terapia CAR-T, un mecanismo que revolucionará la medicina del futuro.