Humberto Arnés Director general de Farmaindustria | jueves, 21 de febrero de 2019 h |

Por la peculiaridad del medicamento, instrumento delicado y básico para el cuidado de la salud; por la necesaria colaboración con el sistema sanitario y sus profesionales, esencial para la investigación y el uso adecuado del fármaco; por la relación con las Administraciones, en tanto gestoras y garantes del sistema público… Por estas y otras razones, la vocación de la industria farmacéutica es de compromiso, fundamentalmente con los pacientes, pero también con el sistema y sus profesionales, que velan por el cuidado de la salud, y con el conjunto de la sociedad, que ha decidido dotarse del mejor sistema sanitario posible.

Tal espíritu impregna la actividad de la industria farmacéutica en España. No tiene sentido el mejor medicamento si no llega a la persona que lo necesita; y es en el seno de un sistema sanitario capaz de diagnosticar, atender y seguir a los pacientes donde logrará su mayor efectividad. Así, el trabajo de la industria farmacéutica, orientado al servicio de la mejora de la calidad de vida de las personas, lo está también a la eficiencia y sostenibilidad de su sistema sanitario, y, más allá, a la consolidación de un nuevo modelo económico basado en la innovación y el conocimiento. Y todo esto se apoya desde en nuestro potencial investigador hasta en la vocación exportadora, en la creación de empleo cualificado o en el compromiso con la ética y la transparencia.

Las actividades en investigación biomédica dirigidas al desarrollo de nuevos tratamientos son la razón de ser del sector farmacéutico. Y en España, la inversión es creciente. La industria batió el récord histórico de inversión en I+D en 2017, con 1.147 millones de euros, tras cuatro años consecutivos de crecimiento. Y es líder en inversión en I+D industrial en el país, con el 20% del total. Ya casi la mitad de esa cantidad (47,2%) se destina a proyectos en colaboración con hospitales y centros públicos y privados, merced a la evolución del modelo de investigación, cada vez más abierta y colaborativa.

El 60% de esa inversión se destinó a ensayos clínicos. La apuesta de la Administración, la calidad de los centros sanitarios y la alta formación de sus profesionales, la creciente participación de los pacientes y el impulso de la industria están convirtiendo a España en una referencia en este campo. Uno de cada tres ensayos clínicos en Europa cuenta con participación española. Para muchas multinacionales éste ya es el segundo país, tras Estados Unidos, en inversión en ensayos clínicos, y se confirma además la tendencia al alza de fases tempranas, las más complejas.

La creación de puestos de trabajo es otro ejemplo de aportación al crecimiento económico de España y a la mejoría en las condiciones de vida de sus ciudadanos. El empleo en la industria farmacéutica innovadora aumentó en 2017 un 3% (1.172 empleos netos más), hasta los 40.565 puestos directos. Incluyendo empleos directos, indirectos e inducidos, da trabajo a unas 200.000 personas. En 2018, las previsiones apuntan a un incremento del 1,8% respecto al año anterior, lo que permitiría llegar a los 41.279 empleos directos.

Más importante aún es la calidad del empleo. Es estable (un 94,2% de los contratos son indefinidos), cualificado (un 62,4% de los trabajadores son titulados universitarios) e igualitario: las mujeres ocupan el 52% de los puestos, el doble de la media del sector industrial. Aparte de la confección (59%), ningún otro sector productivo supera el 50% de empleo femenino. En el área de I+D, el empleo femenino supone el 63,7%, el dato más alto de todo el tejido productivo en España.

El fruto de este modelo económico, y de sus beneficios para España, se nota también en el impacto sobre el crecimiento económico. La producción de la industria farmacéutica innovadora en España tiene un valor superior a los 15.000 millones de euros anuales, mientras que sus exportaciones rozan ya los 11.000 millones.

Y toda esta actividad la desarrollamos bajo estrictos estándares de comportamiento ético y transparencia. La publicación de las colaboraciones de las compañías con organizaciones y profesionales sanitarios no sólo ha sido un hito más en el compromiso con la transparencia, sino que ha mostrado que entendemos las demandas de la sociedad, y que creemos en lo que hacemos y en la legitimidad y necesidad de la colaboración entre la industria y las entidades y profesionales del ámbito de la salud.

Todas estas características y cualidades son potencialidades de la industria farmacéutica. Y están en crecimiento. Cada vez más y mejor investigación, más y mejor empleo, más producción y exportación, y más ética y transparencia. Son valores que este sector ha venido poniendo a disposición de la sociedad y los gobiernos.

Queda mucho por hacer, por mejorar. Sin duda. Pero ahora, cuando España mira adelante planteándose cómo debe ser el modelo productivo en el próximo futuro, la industria farmacéutica está en condiciones de mostrar el ejemplo de un sector vinculado a la innovación, capaz de generar riqueza, comprometido con las personas y con el país y lleno de potencialidades que pueden ser aún mayores en un adecuado marco estratégico.


“Cuando España mira adelante planteándose cómo debe ser el modelo productivo, la industria farmacéutica está en condiciones de mostrar el ejemplo de un sector vinculado a la innovación”