Pocas veces las reacciones al cese y nombramiento de un ministro de Sanidad han tenido tan poca valoración por parte del sector. La decisión tomada por Zapatero no entraba en las quinielas del mundo farmacéutico que estaba a gusto con Soria. Por ese motivo, nadie ha brindado con cava al ver que el investigador abandonaba de manera repentina el edificio del paseo del Prado 18 ni ha aclamado con palmas y ramas de olivo a Jiménez al llegar.
Soria tardó en coger las riendas del ministerio pero fue acelerando poco a poco. Lentamente, es cierto, sobre todo en el ámbito del desarrollo legislativo, pero en los últimos meses la velocidad de crucero ya era relevante. El proyecto estrella de la legislatura, el Pacto por la Sanidad está en marcha y casi a punto de ser cerrado.
El diálogo ha sido su máxima y en estos casi dos años ha conseguido que la industria farmacéutica innovadora y el MSC avancen de la mano en relevantes proyectos, algo impensable antes de su llegada.
La nueva ministra no debe ver en la frialdad de la acogida por el sector otra cosa que el asombro por un cese no esperado y en general, no deseado. Su persona y su trayectoria no hacen pensar que pueda traer otra cosa que diálogo, comprensión y nuevas ideas a la política sanitaria. Por ello, Jiménez deberá fijarse en qué es lo que valora un sector tan estratégico e importante para la sociedad, como el farmacéutico, de su máximo responsable político: capacidad de diálogo y compromiso de estabilidad.
En esta capacidad de diálogo, qué duda cabe que tiene mucho que ver el equipo con el que se rodee. Habrá cambios, es lógico, pero la nueva ministra no debería precipitarse a la hora de tomar decisiones que afecten de manera importante al devenir de su gestión futura prescindiendo de gestores de reconocida valía, conocimiento y capacidad de trabajo.
El perfil claramente político de Trinidad Jiménez puede ser importante para frenar los intentos, si se dieran, de introducir recortes en las prestaciones o en los márgenes y precios de los medicamentos o en el modelo de la farmacia, tres de los mayores riesgos para la estabilidad del sector.