Uno de cada dos españoles vive con sobrepeso y/u obesidad, unas cifras que alertan de la necesidad de abordar este problema de salud pública con celeridad. La Farmacia Comunitaria (FC), en muchas ocasiones, se convierte en el primer punto de contacto sanitario del paciente, tanto por cercanía como por accesibilidad. Motivo de ello, el papel de los farmacéuticos toma especial relevancia en la prevención, en la detección de factores de riesgo y signos de alerta para una actuación temprana frente a esta enfermedad.
En este aspecto, María del Mar Malagón, presidenta de la Sociedad Española de Estudio de la Obesidad (SEEDO), explica a El Global que, en cuanto a prevención, desde la FC se dan muchos consejos nutricionales. Los conocimientos que el farmacéutico tiene sobre alimentación y nutrición les permiten ser una herramienta indispensable en la prevención primaria de la obesidad, tomando como ventaja el trato cercano que tienen tanto con sus pacientes habituales como con los usuarios. Así se convierten en un eslabón clave en la formación sanitaria de los pacientes y en el seguimiento y optimización de la farmacoterapia.
“Las personas van al médico por las otras enfermedades, no por la obesidad, entonces quizás ese es un papel extraordinario que pueden jugar los farmacéuticos, siendo el IMC un sistema de cribado”
María del Mar Malagón, presidenta de la SEEDO.
Si ponemos el foco en el diagnóstico y en el cribado, teniendo en cuenta el índice de masa corporal (IMC), “el farmacéutico puede detectar que hay un sobrepeso y recomendar que acuda al médico. Lo malo de esto es que las personas van al médico por las otras enfermedades, no por la obesidad, entonces quizás ese es un papel extraordinario que pueden jugar los farmacéuticos, siendo el IMC un sistema de cribado”, afirma.
Falta de adherencia a la dieta y el deporte
Otro de los puntos candentes de esta enfermedad es la falta de adherencia. De hecho, es una de las asignaturas pendientes de muchos de los pacientes que padecen obesidad, sobre todo a la hora de realizar ejercicio o seguir una dieta concreta. Malagón recalca que, a día de hoy, no hay suficiente formación en nutrición y ejercicio para personas con obesidad. “Se deben recomendar ejercicios que estos pacientes sean capaces de realizar y que vayan mejorando su estado físico paulatinamente”, asegura. Además, añade que proporcionarles un papel en el que venga escrita una dieta no es suficiente para que se involucren en la pérdida de peso, siendo crucial también la implicación directa del profesional sanitario en el seguimiento y fomento de este tipo de hábitos ligados a cambios en el estilo de vida.
La presidenta de la SEEDO también hace especial hincapié en que si hay una personalización en el abordaje de la obesidad, poniendo al paciente en el centro, se puede definir cuál es el perfil que se ajusta más a su modelo de adherencia. Solo así se podrá garantizar que la primera vía de tratamiento no farmacológico, centrada en la actividad física y la nutrición, pueda ser accesible y, sobre todo, efectiva para estos pacientes. A priori, el tratamiento farmacológico solo debe valorarse en aquellas situaciones en las que el paciente obeso no puede lograr la pérdida de peso deseable con los cambios de hábitos ligados al estilo de vida.
“Se debe prestar atención también a los determinantes particulares que provocan esa obesidad en cada paciente”
María del Mar Malagón, presidenta de la SEEDO.
“A una persona le irá mejor el ejercicio, a otra persona el apoyo psicológico y a otra un tipo de dieta que realmente sea compatible con su trabajo o lugar de residencia”, incide la presidenta de la SEEDO. Motivo de ello, es crucial que se haga un estudio pormenorizado de cada uno de los pacientes, dado que la obesidad es una enfermedad multifactorial. “Se debe prestar atención también a los determinantes particulares que provocan esa obesidad en cada paciente”, asevera. Entre ellos se pueden destacar las causas genéticas, metabólicas, psicológicas, socioculturales, neuroendocrinas, el sedentarismo o la nutrición altamente calórica. Al tratarse de una enfermedad que, depende de varios factores, es indispensable que su tratamiento se aborde desde un punto de vista multidisciplinar.
Coordinación entre FC y FH
Los pacientes obesos que sufren eventos cardiovasculares con cierto grado de gravedad, así como aquellos que por la gravedad de la patología requieren la realización de procedimientos quirúrgicos, van a ingresar en los centros hospitalarios con mayor o menor frecuencia, para su abordaje agudo. En ese contexto, gana especial relevancia la figura del farmacéutico hospitalario, que participará activamente en la optimización y seguimiento del tratamiento farmacológico. Motivo de ello, la coordinación asistencial entre la Farmacia Hospitalaria (FH) y la comunitaria se revela como un factor clave para minimizar la morbimortalidad de este tipo de pacientes.
Gracias a la integración efectiva del farmacéutico en los equipos multidisciplinares de atención primaria y especializada se pueden identificar varias vías de actuación para con los pacientes con obesidad o sobrepeso y factores de alto riesgo cardiovascular a través de los Servicios Profesionales Farmacéuticos Asistenciales.
Se calcula que, si no se actúa con rapidez y se mantiene la tendencia actual, para el año 2030 la cifra de adultos en España que presente sobrecarga ponderal superará los 27 millones de personas, afectando al 80 por ciento de los hombres y al 55 por ciento de las mujeres adultas. Además, se alcanzará un sobrecoste médico directo de unos 3.000 millones de euros al año.
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