El mundo está experimentando en la actualidad importantes cambios demográficos, con el envejecimiento de la población como tendencia dominante. En el caso de las enfermedades infecciosas, como el herpes zóster y la enfermedad neumocócica, la incidencia y la gravedad de los síntomas pueden aumentar con la edad y se asocian a una importante carga de hospitalización entre esta población. El uso de recursos sanitarios asociados a enfermedades no transmisibles también aumenta con el envejecimiento de la población. Esto exige que los sistemas sanitarios estén preparados para afrontar estos retos. Al mismo tiempo, la ‘tripledemia’ de COVID-19, gripe y virus respiratorio sincitial (VRS), junto con el aumento de la incidencia de enfermedades crónicas entre los grupos de menor edad, ejerce una inmensa presión sobre los sistemas sanitarios.

Un informe elaborado por la IFPMA insiste en que para hacer frente a estos retos es necesario un cambio de paradigma que parta de las intervenciones sanitarias centradas principalmente en el tratamiento a las intervenciones preventivas, aprovechando las nuevas tecnologías e innovaciones e incluyendo la vacunación como una poderosa herramienta. Del mismo modo, las intervenciones preventivas de salud pública se consideran esenciales para apoyar los sistemas sanitarios, promover una vida más sana y fomentar la productividad y el bienestar de la sociedad. Por tanto, la vacunación es una medida preventiva fundamental para alcanzar objetivos sanitarios mundiales como los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas.

Aunque se han logrado avances sustanciales en la inmunización infantil a nivel mundial, el valor de los programas de inmunización de adultos no se ha tenido tan en cuenta. El acceso a las vacunas para adultos es desigual en los distintos países, con una inclusión limitada en los calendarios de inmunización sistemática. La Agenda de Inmunización 2030 (IA2030) de la Organización Mundial de la Salud (OMS) tiene como objetivo promover las vacunaciones recomendadas a lo largo de la vida, haciendo hincapié en la necesidad de aumentar la concienciación sobre los beneficios de la inmunización de adultos y las estrategias nacionales para la inmunización a lo largo de la vida.

El documento de la patronal de la industria farmacéutica internacional demuestra el valor sanitario y socioeconómico de los programas de inmunización de adultos contra la gripe estacional, la enfermedad neumocócica, el herpes zóster y el VRS en diez países (Alemania, Australia, Brasil, Estados Unidos de América, Francia, Italia, Japón, Polonia, Sudáfrica y Tailandia). A su vez, considera necesario implementar y optimizar los programas de inmunización de adultos como parte de un enfoque de inmunización a lo largo de la vida.

Los resultados apoyan el papel fundamental de los programas sólidos de inmunización de adultos para hacer frente a los principales desafíos sanitarios y sociales, al tiempo que se alinean con y avanzan agendas mundiales críticas como los ODS de la ONU, la Década de las Naciones Unidas del Envejecimiento Saludable (2021-2030) y la IA2030. Nuestra revisión encontró pruebas significativas del valor de la inmunización de adultos, que incluían ejemplos de los tres ámbitos generales del valor de las vacunas: el valor para la salud de la población, el valor para los sistemas sanitarios y el valor para la sociedad”, precisa el documento.

Las pruebas demuestran que la inmunización de adultos es muy eficaz para prevenir enfermedades, sus secuelas y la mortalidad, especialmente en los adultos mayores y las personas con enfermedades crónicas. “Los programas de vacunación de adultos son muy rentables y pueden suponer un ahorro neto para los sistemas sanitarios. Estudios recientes han puesto de relieve que estos programas no sólo ofrecen beneficios para la salud, sino que también producen ganancias económicas al evitar la hospitalización y la atención de urgencias”, añade el informe.

Las enfermedades prevenibles mediante vacunación afectan a la productividad y suponen una importante carga socioeconómica. “La ampliación de los programas y la cobertura de la inmunización de adultos puede suponer un aumento sustancial de la productividad de las personas y sus cuidadores, así como beneficios económicos para la sociedad. Además, los programas de inmunización de adultos pueden contribuir a la equidad sanitaria y económica dentro de los países, beneficiando especialmente a las poblaciones vulnerables y a las comunidades desatendidas”, dice el documento.

El informe recoge que el análisis de los cuatro programas de inmunización demuestra que la inmunización en adultos “producen beneficios probablemente lo suficientemente grandes como para compensar sus costes y, en general, los superan con creces”. En todos los países, estos programas devuelven hasta 19 veces su inversión inicial, lo que equivale a miles de millones de dólares en beneficios monetarios netos para la sociedad. En el documento también se subraya que la carga de enfermedades prevenibles mediante vacunación aumentará en los próximos años, lo que subraya la importancia de contar con programas sólidos de inmunización para adultos. De esta forma, ampliar el acceso a una población adulta más amplia puede mejorar la rentabilidad global y el ahorro neto de costes para los sistemas sanitarios, así como apoyar la capacidad y resistencia de los sistemas sanitarios.

Sin embargo, identifica que existen importantes lagunas en la evidencia sobre los elementos más amplios del valor de los programas de inmunización, lo que indica una necesidad crítica de más investigación para priorizar y mejorar los programas de inmunización de adultos en beneficio de la sociedad y la salud pública. “Colmar estas lagunas de conocimiento es vital para una toma de decisiones informada y unas intervenciones políticas específicas que tengan como objetivo optimizar el valor de los programas de inmunización de adultos”, sostiene.

Adoptar una mentalidad que dé prioridad a la prevención y proporcionar una financiación sólida para los programas de vacunación de adultos es una prioridad. Ahora más que nunca, los sistemas sanitarios deben invertir en estrategias para hacer frente a una demanda creciente y sin precedentes. La prevención debe estar en el centro de dichas estrategias, y unos programas sólidos de vacunación de adultos son un componente fundamental de una prevención eficaz”, concluye.


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