Enfermero de profesión, a Nicolás González le ha tocado ya enfrentarse a varios virus. No hace muchos años se las vio con el SARS y con el MERS, por citar sólo dos, y ahora se las ve contra el SARS-CoV-2. A diferencia de los anteriores, en este caso lo hace desde el escaño que ocupa en el Parlamento Europeo… Aunque desde hace semanas ese escaño lo defienda desde su domicilio en Lalín (Pontevedra), donde antes ejercía la política municipal.

Pide este eurodiputado socialista que no se le malinterprete cuando comenta que la política europea le parece “más fácil” que la municipal. No porque sea menos compleja… Todo lo contrario. Sino porque el nivel de exigencia no es el del día a día. “Puedes planificar, diseñar la estrategia y tener más información a tu disposición”, explica en un encuentro virtual con Gaceta Médica y El Global.  

Aunque, a la luz de la crisis sanitaria, tampoco esto sea del todo cierto. Si bien no todos los trabajos de la Comisión de Seguridad Alimentaria, Salud Pública y Medio Ambiente (ENVI) se han parado, muchos sí se han ralentizado al tiempo que la Covid-19 lo ha absorbido todo a su paso.

Pregunta. Esta emergencia sanitaria ha puesto sobre la mesa el funcionamiento de la Unión Europea. Para muchos, ese papel está dejando mucho que desear. ¿Qué opinan los socialistas en el Europarlamento de cómo está actuando la UE ante esta pandemia? ¿Qué aspectos han sido positivos y qué lecciones debemos aprender de cara al futuro?

Respuesta. Hablaría de varios tiempos. Antes de la explosión pandémica, en enero, tuvimos muchos debates. Parecía que la cosa no era para tanto y que se iba a repetir la historia del SARS y el MERS. Aquí, el problema inicial fue no creer lo que estaba pasando, además de cierta desinformación. Hubo un problema de falta de celo en el que caímos todos, dada la sensación de que las anteriores amenazas estaban bien resueltas. Es lo que se llama la paradoja de la prevención.

A partir de ahí empieza la explosión. Con la situación de Italia empezamos a creer que podía ser más grave. En ese momento cada estado hizo un “sálvese quien pueda”.  Cada uno buscó sus abastecimientos y empezó una guerra, incluso a la hora de contrastar datos. En ese “sálvese quien pueda” vimos malas actitudes de algunos países, aunque duraron escasos días y pronto empezaron a cooperar. Eso hizo que en el primer pleno, tras la iniciativa de la Comisión, se aprobaran 37.000 millones de euros para compra de material.

En conclusión, ha habido aspectos negativos, pero a medida que ha pasado el tiempo han llegado los positivos y algo de solidaridad. Al principio nos quejamos tanto de la falta de solidaridad europea que cuando iba llegando de verdad quizá no la ensalzamos lo suficiente. Ahora, en cierta medida, está funcionando. No podríamos hacer las inversiones que estamos haciendo ante la emergencia de salud sin ese apoyo europeo. Aún así, hay fallos muy claros que estamos viendo en la desescalada, sobre todo de coordinación entre estados. Hay que ver el papel que debe tener la Unión Europea, y profundizar en una mayor coordinación y un refuerzo de los sistemas de información que fallaron bastante.

P. Ustedes han pedido una ‘Unión Europea de la Salud’. Pero hasta ahora la Comisión siempre ha dicho que sus posibilidades en materia sanitaria son muy escasas. ¿Se puede reforzar el papel de la Comisión ante rebrotes o futuras pandemias sin socavar el principio de subsidiariedad?

R. Creo que hay que mantener la asistencia sanitaria dentro de este principio, y que en esa Unión Europea de la Salud se deben trabajar otras cuestiones. Primero, una mayor coordinación de los Estados miembro ante amenazas comunes. Es decir, un mecanismo de respuesta de salud. También unos principios mínimos de asistencia. Hay que implementar una directiva o reglamento que marque unos estándares sanitarios mínimos, tanto en recursos humanos como sanitarios (camas, presión de urgencias, ratio de médicos y enfermeras, medición de accesibilidad…).

Nicolás González, eurodiputado socialista, en el Pleno del Parlamento Europeo. Imagen de archivo.

También hay otros retos que tienen más que ver con la investigación y con la industria farmacéutica o de material tecnológico y sanitario. Se puede ir hacia objetivos y estrategias comunes de inversión y aquí hay un papel muy grande y un campo suficiente como para que la UE tome la iniciativa.

Más relativo a esta pandemia, el papel del ECDC —que también ha tenido luces y sombras— debe ser más ejecutivo para que no solo emita recomendaciones. No es lo mismo recomendar que instar. Eso se puede hacer de una manera más ejecutiva, que obligue a respuestas coordinadas. Hay que estar preparados. La Ciencia dice que habrá más amenazas de este tipo en el futuro. Debemos estar atentos.

P. La Comisión va a modificar el marco plurianual financiero para dar un programa específico a salud. Ahora, el debate se centra en cuál será el fondo de recuperación. El Parlamento y la Comisión proponían una dotación de dos billones de euros. Alemania y Francia han acordado una propuesta de 500.000 millones. ¿Va a ser suficiente para conseguir el objetivo, que no es otro que garantizar la igualdad, sobre todo en países, como España, que se ha visto más perjudicado que otros?

R. Es el gran rompecabezas en el que estamos envueltos en este momento. El papel del Parlamento está siendo fundamental. Ha tomado la iniciativa y, acompañado de la iniciativa española, italiana y francesa en un inicio, propuso un plan de recuperación sobre estas cuestiones con un debate sobre la deuda, mutualizada o no… Se comenzó a hablar de deuda europea. Bajo el esquema propuesto por España, ahora Francia lanza este acuerdo —y lo negocia con Alemania— de medio billón de euros para el plan de reconstrucción.

Han avanzado que son transferencias, no préstamos, financiadas con deuda del propio presupuesto comunitario, lo cual es un avance tremendo. Cuando hablábamos de los dos billones de euros en el Parlamento, hablábamos de otras posibilidades, como la emisión de deuda, pero también de los préstamos a los estados. Es un buen marco de partida. Esperemos que se vaya abriendo camino, aunque somos más ambiciosos. Como socialistas y españoles, creo que lo tenemos que tratar de mejorar.

Ese enfoque empieza a abrirse camino, con la excepción de los “euro-rácanos”, que ahora son Suecia, Holanda, Dinamarca y Austria. Pero si la alineación está compuesta por Francia, Alemania, Italia y España, quien quiera parar eso va a sufrir las consecuencias. Estamos hablando de la gran mayoría de la población europea.

P. La preocupación por un posible rebrote trae de cabeza a muchos, que ya temen lo que puede ocurrir si se junta con la gripe el próximo otoño. Se defiende por eso la importancia capital de la vacunación, y no solo frente a la gripe. La anterior legislatura, la Comisión Europea lanzó una propuesta para una Cartilla Europea de Vacunación. En el contexto actual, el grupo parlamentario de Ciudadanos la está reimpulsando. Y el propio ministro de Sanidad, Salvador Illa, lo ha visto con buenos ojos. ¿Están los socialistas europeos dispuestos a impulsarla?

Nicolás González: ” De entrada me parece bien retomar la idea de una Cartilla Europea de Vacunación”.

R. Soy un firme defensor de la vacunación obligatoria. Soy pro-vacunas. No veo para nada descabellado retomar esta iniciativa. De entrada me parece bien, pero cada territorio tiene sus singularidades. Las amenazas sanitarias no son las mismas en un Estado miembro que en otro. El calendario vacunal ya tiene singularidades en cada país. Por tanto, no me parece una mala iniciativa y creo que se puede estudiar, pero depende de la voluntad de los diferentes países. Sería deseable establecer unos mínimos vacunales.

P. Hablando de vacuna… el objetivo ahora no es solo conseguir una vacuna contra la Covid, sino también garantizar su acceso universal. La semana pasada la directora general de Salud de la UE, Anne Bucher, dijo que la Comisión no es partidaria de momento, de licencias obligatorias. ¿Qué le parece los pasos que se están dando tanto para la vacuna como para garantizar el acceso universal?

R. De haber vacuna, Europa tiene que conseguir un acceso universal de la manera que sea. Es una obligación de las autoridades y de los legisladores conseguirlo, ya sea a través de licencias obligatorias o a través de otro sistema.

Nadie sabe dónde va a saltar la liebre, pero está claro que la vacuna es un bien de la humanidad.  China ha venido a decir que si desarrolla la vacuna la pondrá a disposición de todos, no buscará el negocio puro y duro más allá de las lógicas licencias. Parece una postura preventiva, dando por hecho que si la descubren otros, ellos harán lo mismo con China.

Debe haber una entente. Hay que ir más allá de la mirada europea, hacia el multilateralismo. No debemos permitir que una vez que haya vacuna sigan falleciendo personas en diferentes países del mundo y que la pandemia se siga expandiendo.

P. Teniendo en cuenta que la fabricación de vacunas está muy limitada a nivel global, ¿cuál debería ser el planteamiento?  

R. El plan de recuperación habla de potenciar la industria farmacéutica, con la mirada puesta en las fábricas del continente europeo. También  hay en marcha una estrategia. Con esta pandemia hemos evidenciado un problema básico del que ya veníamos hablando: la escasez de medicinas y vacunas. Es una evidencia que los principios activos, en su gran mayoría, se fabrican fuera. Hay que hacer un esfuerzo para que exista aquí posibilidad de abastecimiento desde las fábricas europeas. El Europarlamento ya ha mostrado su apoyo a la intención de potenciar lo que tenemos aquí para el desarrollo de tratamientos y vacunas. Tenemos que apoyar a la industria para que vuelva a ver Europa como el sitio donde tiene que producir.

P. Ha mencionado la estrategia farmacéutica europea. Se iba a dar a conocer a principios de marzo, pero quedó paralizado por el coronavirus. El sector está pendiente de ver cómo se va a reconocer su papel. ¿Cuál será la postura de los socialistas europeos?

Nicolás González: ” Tenemos que apoyar a la industria para que vuelva a ver Europa como el sitio donde tiene que producir”.

R. Está en esa Unión Europea de la Salud que comentaba al principio. Hay que afrontar los desafíos de la industria farmacéutica desde estrategias comunes. En el Pleno de marzo estaba previsto abordar la escasez, algo ligado, posiblemente, a la presentación de esa estrategia, cuya presentación se ha demorado, como es lógico, ante la situación disruptiva que vivimos.

En respuesta a la pregunta, vamos a exigir una soberanía básica europea en el abastecimiento de medicamentos. En esta pandemia se están utilizando muchísimos fármacos. Hemos tenido un riesgo terrible de desabastecimiento. Se hizo un gran esfuerzo y aún así hubo escasez. Es una lección que debemos aprender. La estrategia tiene que ir hacia la idea de potenciar la industria farmacéutica europea. Hay que recuperar la industria de fabricación y manufacturera propia, y hay que darle un papel esencial. Esta industria farmacéutica es esencial no solo para la protección de la salud, sino para el desarrollo de las personas en Europa. Es básico.

Y donde hablo de la industria farmacéutica, hablo también de otras industrias: de tecnología sanitaria, material fungible, respiradores, etc.

P. Otra de las prioridades de la Comisión es aprobar un Plan Europeo contra el Cáncer… El anuncio de este plan ha venido de la mano, al menos en el caso de España, del anuncio de la actualización del Plan del Cáncer. Teniendo en cuenta la excelencia del abordaje oncológico en España, ¿qué papel cree que puede o debe jugar nuestro país en la elaboración del plan europeo?

R. Es otra de las cuestiones que se ha retrasado. El Europe’s Beating Cancer Plan está en la carta de Ursula Von der Leiden para su mandato. En el Parlamento se ha creado también una comisión cuyo funcionamiento se estaba decidiendo cuando empezó todo. Confiamos en que pueda retomarse a partir de julio. España tiene un papel de referencia y puede aportar mucho, sobre todo en el plano asistencial a las estrategias europeas. Sin embargo, también debe aprovechar estas oportunidades en el campo de la investigación.

El plan europeo va en la dirección del desarrollo de la investigación y nuevos sistemas en la lucha contra el cáncer. España debe aprovechar este momento para crear una gran red no solo en investigación básica o tratamiento, sino también en el campo tecnológico de la lucha contra el cáncer. Veremos a la vuelta cómo ponemos esto en marcha y cuál va a ser el arsenal económico que puede tener el plan contra el cáncer.

 Aunque este plan es muy importante, no debemos dejar de lado el trabajo contra las enfermedades cardiovasculares. Siguen siendo la primera causa de muerte, la evolución de la morbilidad nos hace ver que vamos más de cara a la preeminencia del cáncer en estos dos aspectos, pero está claro que no podemos abandonar la prevención de las enfermedades cardiovasculares.

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