El Registro Europeo de Desigualdades en Cáncer, lanzado recientemente en el marco del Plan Europeo contra el Cáncer, será uno de los “buques insignia” de la Comisión Europea, tal y como apuntó la comisaria de Salud de la UE, Stella Kyriakides. Como parte de esta misma iniciativa, también se han publicado los informes o ‘perfiles’ de los 27 Estados miembro, además de Noruega e Islandia. En ellos se recoge información oncológica a nivel nacional, con datos “sólidos y fiables” en materia de prevención y atención del cáncer para detectar tendencias, disparidades y desigualdades entre los Estados miembro y las distintas regiones.

Los perfiles nacionales, elaborados por la OCDE en colaboración con la Comisión, determinan los “puntos fuertes, desafíos y ámbitos de actuación específicos” de los países con el objetivo de orientar la inversión y las intervenciones a escala de la UE. En este contexto, El Global realiza un análisis del perfil de España y su experiencia en el terreno oncológico.

Las cifras de mortalidad

A pesar de que el cáncer continúa siendo una de las principales causas de muerte en España (en 2019 se atribuyeron al cáncer alrededor de 218 muertes por cada 100.000 habitantes), nuestro país presenta una de las tasas de mortalidad por cáncer más bajas de la UE, junto con Suecia, Finlandia, Malta y Chipre.

Tal y como se expone en el perfil de España, la mortalidad total por cáncer ha disminuido en un 11 por ciento desde 2011, sobre todo entre los hombres (14 por ciento), lo que supone una reducción más rápida que la media de la UE (8 por ciento).

De todas las muertes relacionadas con el cáncer que tuvieron lugar en España en 2019, las tasas de mortalidad fueron más elevadas en los cánceres de pulmón, colorrectal y de páncreas, seguidos del cáncer de mama en el caso de las mujeres y del cáncer de próstata en el caso de los hombres.

En cuanto a la mortalidad según el género, se observan diferencias, siendo mayor entre los hombres que entre las mujeres, aunque es cierto que la brecha de género se está reduciendo. Las tasas globales de mortalidad por cáncer son dos veces más elevadas en los hombres que en las mujeres. Sin embargo, en los últimos años, se ha producido un descenso más rápido de la mortalidad por cáncer entre los hombres, lo que ha reducido esta brecha de género.

Diferencias entre las comunidades

También se observan tasas de mortalidad desiguales entre las 17 comunidades y las dos ciudades autónomas.

Mientras que Madrid se sitúa a la cabeza, siendo la región con la tasa global de mortalidad por cáncer más baja registrada en 2019 (199 por cada 100.000 habitantes) y situándose en el nivel del país con mejores resultados de la UE, Asturias es la peor parada: tiene la tasa más alta (248 por cada 100.000 habitantes), que está próxima a la media de la UE.

Las disparidades son aún mayores si se poco el foco en los distintos tipos de cáncer: las tasas autonómicas más elevadas de mortalidad por cáncer colorrectal, de páncreas, de pulmón y de mama se situaron por encima de las medias de la UE. Asimismo, se han reportado diferencias en la exposición a factores de riesgo.

Además, aunque la calidad de la atención oncológica ha mejorado, es desigual entre las distintas comunidades. La duración media de la estancia hospitalaria de una mujer con cáncer de mama en Cataluña duplica la duración de la estancia en Valencia

Detección precoz: los cribados

En el ámbito de la detección precoz, aún queda mucho por hacer. A pesar de que la Estrategia nacional de cáncer refleja las recomendaciones de la UE sobre el cribado mediante la inclusión en la cartera del SNS del cribado poblacional de tres tumores (colorrectal, de mama y de cuello uterino), el número de participantes en dichos programas no es el deseable.

La participación en los programas de cribado de cáncer colorrectal y de cuello uterino (cérvix) en 2019 fueron “ligeramente inferiores” en España que en la UE, aunque en el cribado de cáncer de mama la tasa de participación fue superior. En este sentido, se han observado brechas de participación en estos programas de cribado: las mujeres con mayores ingresos acudieron a los cribados de cáncer de mama un 18 por ciento más respecto a aquellas con las rentas más bajas.

En 2020, el 90 por ciento de las comunidades con programas de cribado de tipo poblacional monitorizó de forma sistemática la participación en los programas de cribado de cáncer de mama teniendo en cuenta variables socioeconómicas, mientras que los porcentajes fueron inferiores en el caso del cribado de cáncer colorrectal (80 por ciento) y de cuello uterino (50 por ciento).

Para abordar las desigualdades en el acceso a los programas de cribado, algunas regiones han realizado acciones para paliar este problema desde un enfoque general, con campañas de información y sensibilización, o adoptando un enfoque específico dirigido a los grupos vulnerables, por ejemplo, con la traducción de material a otras lenguas.

Barreras en el acceso

El proceso desde la autorización de los fármacos oncológicos en España hasta su prescripción efectiva es un camino largo y complejo. Uno de los principales problemas es la desigualdad en el acceso, pues existen diferencias autonómicas en el tiempo trascurrido entre el establecimiento de las condiciones de precio y reembolso de nuevos tratamientos y la aprobación de su prescripción en hospitales.

La media de tiempo en todas las regiones de España oscila entre los cinco meses en el caso de Ibrance (palbociclib, de Pfizer, para el cáncer de mama) y 13 meses en el caso de olaparib (de la Alianza MSD y AstraZeneca, para el cáncer de ovario). Por su parte, el tiempo medio para acceder a Kisqali (ribociclib, de Novartis, para el cáncer de mama) fue de seis meses: el mínimo fue de tres semanas y media en Valencia y, el máximo, de siete meses en Murcia y Cataluña. En cambio, en el caso del nivolumab (Opdivo, de BMS, para el cáncer de pulmón), la media de tiempo fue de diecisiete meses; pero el mínimo fue un mes en Extremadura y, el máximo, 33 meses en Ceuta.

Por otra parte, también existen diferencias en el acceso a nuevas pruebas de diagnóstico, mediante la medicina de precisión y la inclusión de biomarcadores, en las comunidades autónomas y los distintos hospitales. “Las disparidades con respecto a las fuentes de financiación, la falta de unas directrices clínicas generales, la opacidad de los mecanismos de toma de decisiones y las variaciones en el tiempo transcurrido desde la solicitud hasta los resultados constituyen obstáculos para un acceso equitativo a la determinación de biomarcadores”, tal y como se indica en el perfil de España.

El coste del cáncer

Los costes oncológicos, tanto directo como indirectos, están aumentando en todos los países europeos. Y es que la mayor incidencia del cáncer, la mejora de las tasas de supervivencia y la disponibilidad de tratamientos más caros provocan un incremento de la carga económica del cáncer para los sistemas de salud nacionales.

Tal y como se expone en el perfil de España, en general, el coste económico del cáncer representó 285 de euros per cápita en nuestro país en términos de paridad del poder adquisitivo, una cifra inferior a la media de la UE (326 euros).

En 2018, el coste del cáncer representó alrededor del 10 por ciento del gasto público en asistencia sanitaria, con un total estimado de 12.100 millones de euros. En torno al 43 por ciento de este coste total, correspondió a costes directos (incurridos en el sistema sanitario); otro 21 por ciento fueron costes de oportunidad de tiempo derivados de la prestación de cuidados no remunerados por parte de familiares; y el 36 por ciento restante se debió a las pérdidas de productividad atribuidas a la morbilidad y a la mortalidad prematura.

Asimismo, el gasto en prevención en 2020 se situó en el 3,2 por ciento del gasto sanitario actual, es decir, por debajo de la media de la UE (3,4 por ciento). Por ello, la prevención se incluyó como un eje central en la actualización de 2021 de la Estrategia nacional de cáncer.

Por otro lado, la financiación pública de los fármacos oncológicos en España es elevada y va en aumento. Según el Ministerio de Sanidad, en 2021 se financiaron con recursos públicos nueve de cada diez fármacos oncológicos sometidos a las evaluaciones nacionales para la fijación de precio y reembolso (un 7,5 por ciento más que en 2019).

Pero garantizar la adopción sostenible de nuevos fármacos oncológicos supone un reto importante para el SNS. “Los procedimientos españoles de fijación de precios y reembolso son complejos y carecen de criterios transparentes para justificar las decisiones”, se expone en el análisis del perfil nacional. En este sentido, cada vez existe más presión para lograr un consenso amplio entre la sociedad española sobre la rentabilidad del tratamiento del cáncer y la manera de mantener un acceso equitativo.


También te puede interesar…