Innovación y colaboración son dos pilares cruciales para dar una respuesta contundente a las resistencias antimicrobianas. La importancia de la colaboración ya la ha puesto de manifiesto la pandemia de COVID-19 y la innovación es, del mismo modo, imprescindible, por lo que resulta necesario incrementar la inversión en el sistema sanitario para combatir la resistencia a los antibióticos.

El Parlamento Europeo ha acogido la sesión ‘Impulsar la colaboración en la lucha contra la resistencia a los antimicrobianos’, en la que se ha expuesto este reto global y la necesidad de implementar acciones políticas tangibles en todos los Estados miembro de la UE que permitan lograr sistemas de salud más resilientes para anticiparnos y responder mejor a futuras crisis.

«Para 2050, las resistencias antimicrobianas pueden causar más muertes que el cáncer», advirtió Mariano Votta, director de la Red de Ciudadanía Activa (ACN). Ante este hecho, algunos de los eurodiputados que participaron en el encuentro, como István Ujhelyi y Aldo Patriciello, apuntaron al impulso de la investigación y la búsqueda de nuevos antibióticos efectivos para hacer frente al problema y señalaron que de nada sirve tener innovación si no se puede acceder a ella.

Mariano Votta resumió los tres pilares de la lucha contra la resistencia antimicrobiana: la vacunación como herramienta de prevención, el acceso a la innovación de nuevos antibióticos y su uso adecuado, y la preparación y respuesta de la UE ante amenazas.

«La UE debe adoptar un papel de liderazgo en la lucha contra las resistencias antimicrobianas», instó el eurodiputado Fabio Massimo, quien abogó por actuar de forma coordinada para hacer una UE más fuerte que sepa responder a los problemas de salud global.

Jan De Maeseneer, jefe del panel de expertos sobre maneras efectivas de invertir en salud, indicó que la cooperación en Europa es necesaria para detectar esas resistencias y apuntó a los beneficios que traen las nuevas tecnologías, como la monitorización de datos a escala de la UE. «Necesitamos aprender los unos de los otros», concluyó.

La sesión en el Parlamento dejó otros mensajes clave, como que la salud humana, la animal y la medioambiental son inseparables y dependen las unas de las otras. Por ello, se debe abordar con un enfoque ‘One Health’, es decir, como una única salud. Según apuntó Nobuko Ichikawa, directora de medioambiente del Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo (EBRD), se debe incorporar esta idea a la hora de hacer las políticas contra la resistencia antimicrobiana.

Falta de innovación y problemas de acceso

Durante la jornada, se puso de relieve la importancia de implementar un nuevo marco regulatorio para mejorar el acceso, un aspecto en el que va encaminada la revisión de la legislación farmacéutica. Y es que Christine Oline, del Instituto de Salud Pública de Noruega, hizo hincapié en los dos grandes desafíos existentes en Europa: «No hay suficiente innovación y tenemos un problema de acceso». Oline admitió que el pipeline europeo es «más fuerte» que hace décadas, pero «se debe hacer más» para incentivar la innovación en resistencias antimicrobianas.

«En Suecia se implementó una medida que garantizaba ingresos anuales con el objetivo no de estimular la innovación, sino de asegurar el antibiótico más novedoso y eficaz«, expuso Oline. De hecho, Suecia es uno de los mejores ejemplos en cuanto a acceso, pues es el tercer país a nivel mundial, solo por detrás de Estados Unidos y Reino Unido, que presta un mejor acceso de los antibióticos a los pacientes. Por el contrario, «los antibióticos aprobados desde hace cinco años por la Comisión Europea todavía no están disponibles en la mayoría de los países europeos», lamentó Oline.

Este novedoso modelo al que se refirió Oline es el denominado modelo Netflix, que ha sido lanzado este mismo año por Reino Unido. Según el modelo, el NHS pagará una tarifa anual fija de 10 millones de libras al año por el acceso de dos antibióticos, basada en el valor que ofrezcan al servicio de salud, independientemente de cuánto se usen en los pacientes.

Por otro lado, la Comisión Europea ha planteado incluir en la revisión de la legislación farmacéutica una propuesta para la industria para incentivar el desarrollo de nuevos antibióticos: cada vez que una farmacéutica desarrolle un nuevo antibiótico, obtendría un bono que le permitiría extender el período de exclusividad de comercialización de otro de sus medicamentos.

Christine Oline no ve con buenos ojos esta propuesta de la Comisión, pues provoca, en su opinión, que los medicamentos con un alto coste sean inaccesibles en Europa. «En lugar de estos bonos como incentivos, deberíamos probar modelos de garantía de ingresos que podrían incluirse en la adquisición conjunta«, señaló. «Es arriesgado centrar todo en incentivos económicos, ya que supondrían un gran gasto para los países», añadió.

Sin embargo, por parte de la Comisión Europea, Aleksandra Opalska, de la DG de Salud, indicó que los bonos transferibles son una opción efectiva para paliar los problemas en el mercado de antimicrobianos. «En la revisión de la legislación farmacéutica estamos abordando las resistencias antimicrobianas de tres maneras: a través de medidas para fomentar el uso prudente de los antibióticos, novedosos incentivos para la industria y medidas ambientales», afirmó Opalska.

Keiko Tone, directora general de Shionogi en Reino Unido y presidenta de la Asociación de la Industria Farmacéutica Británica (ABPI), insistió en la necesidad de incentivar al mercado y opinó que Europa debería guiar más a los países en este sentido. Se refirió al modelo sueco como un «modelo exitoso», y nombró también a Alemania, que tienen un modelo de pago diferente dependiendo del tipo de antimicrobiano.

La respuesta española: el PRAN

Cristina Muñoz se encargó de poner en contexto la respuesta española frente a las resistencias antimicrobianas: el Plan Nacional Resistencia Antibióticos (PRAN), una iniciativa de la que ella es coordinadora.

El primer PRAN se lanzó en 2014, «cuando España estaba en su peor momento en cuanto al consumo de antibióticos», y finalizó en 2018. En esta primera estrategia se trató de reducir el consumo de antibióticos y se lanzó una campaña de concienciación para la población. En 2019, la segunda estrategia incluía tres puntos clave: mejorar el uso de antibióticos, un programa de prevención de infecciones e incrementar la concienciación y alentar a un cambio de comportamiento entre la población. Ahora, el Plan estratégico para 2022-2024 pretende ir aún más lejos y conseguir frenar el crecimiento de la resistencia a los antibióticos y su impacto en la salud desde una perspectiva ‘One Health’.

«Se trata de una estrategia única que engloba la salud humana y la salud animal«, afirmó Muñoz. En cuanto a la salud humana, la coordinadora del PRAN aseguró que están intentando identificar nuevos modelos económicos para apoyar el mercado de nuevos antimicrobianos y trabajando de forma muy estrecha con las farmacéuticas. Y, respecto a la salud animal, España está actuando conjuntamente con Portugal y Francia para identificar brechas y trabajando también con las farmacéuticas «para mejorar no solo los nuevos antimicrobianos que ya están en el mercado, sino también para dar alternativas de antimicrobianos».


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