La Sociedad Española de Neurología (SEN) estima que sólo en España ya hay más de 800.000 personas que padecen Alzheimer. Con una prevalencia que oscila entre un 5 y un 10 por ciento entre las personas que rondan los 65 años, ésta se duplica cada 5 años hasta alcanzar una prevalencia del 25-50 por ciento en la población mayor de 85 años.

Por esa razón, y debido al envejecimiento de la población, su incidencia sigue en aumento: en 2050 se estima que habrá más de 115 millones de personas que padezcan esta enfermedad, explican desde la SEN. Además, es la séptima causa de muerte y una de las principales causas de discapacidad entre las personas mayores a nivel mundial.

Según el informe Global Trends in R&D 2023, elaborado por la consultora especializada Iqvia y publicado el pasado febrero, de las 699 moléculas en investigación en el área neurológica, gran parte están dedicados a la enfermedad de Alzheimer (127).

Y, aunque hasta el momento, el arsenal terapéutico para Alzheimer “se centra en el manejo de los síntomas —con recientes excepciones que incluyen aducanumab y lecanemab—, la mayoría de los productos en investigación modifican el curso de la enfermedad”, reza el informe.

El difícil diagnóstico en una etapa temprana, cuando existe una mayor probabilidad de beneficiarse de tratamientos que podrían ser más útiles o de participar en ensayos clínicos, es una de las preocupaciones para el sector sanitario. Todavía existen desafíos en la comprensión de la enfermedad y en la forma en que la se aborda en la práctica clínica y la sociedad la percibe.

Esto dificulta el desarrollo de medicamentos que puedan frenar la progresión en esta etapa temprana crítica. Pero intervenir tempranamente, antes de que la gravedad de la enfermedad afecte a la vida diaria, podría tener enormes beneficios para los pacientes, sus familias y la sociedad en general. En esto está inmersa la industria farmacéutica.

Esperanza en nuevos fármacos

Con motivo del Día Mundial del Alzheimer, que se celebra cada 21 de septiembre, la Federación Internacional de la Industria Farmacéutica (Ifpma) ha lanzado una campaña para destacar el valor de la perseverancia en la investigación. Si bien en los últimos 25 años el 99 por ciento de las investigaciones han fracasado, en los últimos años están llegando terapias prometedoras.

“Todo apunta a que en un futuro cercano podrían estar disponibles los primeros fármacos capaces de frenar parcialmente la progresión del Alzheimer. Y esto obligará no sólo a la necesidad de tener que diagnosticar la enfermedad en sus primeras fases, sino a adaptar los sistemas sanitarios para que todos los pacientes que puedan beneficiarse de ellos los reciban”, ha manifestado Raquel Sánchez del Valle, coordinadora del Grupo de Estudio de Conducta y Demencias de la SEN.

“La comunidad científica cada vez está más centrada en tratar de atajar la enfermedad desde sus etapas más tempranas. La buena noticia es que después de 20 años sin novedades farmacológicas en este campo, por fin están publicándose resultados positivos”, ha afirmado Sánchez.

“Aunque probablemente estos no sean los fármacos definitivos y sólo una minoría de los pacientes actuales puedan beneficiarse de su efecto, sí están abriendo una puerta a nuevas generaciones de fármacos más eficaces, seguros y fáciles de administrar que, esperamos, consigan cambiar el panorama de la enfermedad”, admite la especialista.

“Por esa razón, incidimos en la necesidad de empezar ya a reorganizar y dotar de recursos a la atención sanitaria de la enfermedad de Alzheimer para potenciar el diagnóstico precoz y el acceso a potenciales nuevos tratamientos”, concluye.


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