Ángela de Rueda Madrid | viernes, 25 de noviembre de 2016 h |

Especializarse, encontrar un trabajo, saber responder a las dudas de los pacientes…Los estudiantes, que serán farmacéuticos en el futuro más próximo, no están al margen de los retos que afrontarán cuando salgan del paraguas universitario. Sin embargo, hay otros desafíos más allá de estas fronteras, donde las desigualdades impiden a la población el acceso a una salud adecuada, a medicamentos y no digamos al asesoramiento de profesionales sanitarios. Lo cierto es que los estudiantes se implican desde los estudios, precisamente por su vocación hacia “lo humano”, apuntó María García, de la asociación Rebotica.

Por ello “es importante reflexionar sobre las variables que afectan al acceso”, apunta Jordi Menéndez, coordinador del curso ‘Salud y atención farmacéutica en cooperación humanitaria’, que organiza la ONG Farmamundi. Esta actividad va ya por la X edición y está dirigida a formar e involucrar a las próximas generaciones de profesionales de la salud en las variables que impiden el acceso a los medicamentos.

Pues bien, una de esas variables son las políticas que se adoptan a nivel global, que vienen marcadas por la existencia o no de una verdadera visión pública. Así lo planteó Santiago Cuéllar, director del departamento de Acción Profesional del Consejo General de Colegios de Farmacéuticos. Quien explicó qué es una política farmacéutica, cómo se define y sus objetivos. Así “una política farmacéutica no tiene ningún valor si se hace al margen de una política sanitaria”, explicó Cuéllar. Y va más allá al indicar que “hay que vincularla a la salud, que siempre es pública”.

En la historia de los últimos 30 años, “no ha existido una política de medicamentos como tal”, explicó Luis Montiel, catedrático de Historia de la ciencia de la Universidad Complutense de Madrid. Aunque su existencia está muy condicionada por el tema de las patentes, añadió, que influye en “el bien a través del cual se puede acceder a la salud en casos de enfermedad, el medicamento”.

Los expertos coinciden en que según dónde se ubique el profesional tiene más o menos capacidad de influir en el acceso desigual a los fármacos. Para Montiel, el farmacéutico “en la cúpula de grandes empresas juega un papel relevante. Si es un farmacéutico de a pie, su rol es el mismo que el de cualquiera que está al pie del cañón: hacer grupo, sensibilizar, conocer lo problemas que muy a menudo no se conocen, y tratar de mejorar la situación”, manifestó.