La COVID-19 no solo ha hecho mella en los sistemas sanitarios y en la sociedad española. Los efectos negativos de la pandemia también se han visto reflejados sobre la economía. De hecho, la economía de España ha sido una de las peores paradas a nivel europeo. “Basta ver las previsiones de los organismos internacionales a finales de 2019 sobre la evolución esperada de la economía española: el crecimiento esperado se cifraba en un 2 por ciento. Pero se estima que el PIB cayó en 2020 un 9 y un 11 por ciento”, explica a EG Juan Oliva, profesor titular en el área Fundamentos de Análisis Económicos de la Universidad de Castilla-La Mancha.

Sin embargo, se prevé “un efecto rebote para 2021”. Oliva dice que se estima un crecimiento del 6 por ciento, aunque respecto al PIB de 2020, “nos deja aún lejos de la casilla de salida”. El experto considera que la recuperación dependerá de “la disponibilidad y distribución de las vacunas y de su efecto en la confianza de consumidores, empresas y visitantes extranjeros”.
La vacunación también es clave para José María Abellán, ex presidente de la Asociación de Economía de la Salud: “Según las previsiones, una vez se haya alcanzado el horizonte dorado de la inmunidad de rebaño, la recuperación será muy rápida”. Algo en lo que el economista Lluis Bohigas coincide rotundamente: “La vacunación masiva es el arma más potente para luchar contra la pandemia”.

Un aprobado raspado para el Gobierno

En una valoración global de la gestión económica del Gobierno durante el último año, Guillem López Casasnovas, catedrático de Economía de la Pompeu Fabra y director del CRES, le da un aprobado “por los pelos”.

Eso sí, haciendo evaluaciones más minuciosas, en el primer trimestre de 2020, el economista asegura que fue de “un claro suspenso”: “Se negó la realidad, se tardó demasiado en reaccionar, no se previeron correctamente las actuaciones y la comunicación fue mala”. Eso sí, a partir del segundo trimestre la cosa mejoró: “Se ‘estudió’ en equipo; aparecieron los profesionales sanitarios, con un paso al frente sustituyendo con ‘prácticas’ otros responsables ‘de teoría’, ausentes; y se empezó a reconocer que no se trataba de movilizar crédito sino de inyectar recursos para salvar la economía”. De este modo, Guillem López cree que Europa “nos convalidará” la asignatura que teníamos más hundida y rezagada de cada trimestre: la falta de financiación. “Y a repesca para el verano nos quedará recuperar la salud pública, y algunos políticos deberán ir ‘a septiembre’”.

Pero el fallo más importante, según Lluis Bohigas, tiene que ver con la falta de recursos y de preparación del sistema sanitario para afrontar este reto. Rosa María Urbano, economista de la UCM, también señala los “problemas estructurales” que aquejan la economía española: estructura productiva muy centrada en los servicios y en la construcción, con poca base industrial y un peso bajo de actividades de I+D+i; tasas de desempleo muy elevadas; y dualidad en el mercado laboral. Y señala que en el sector sanitario ha ocurrido algo similar: “Pese a la enorme capacidad de reacción y adaptación del sistema gracias a sus profesionales, se han visto problemas estructurales de la sanidad: débiles estructuras de salud pública, Atención Primaria muy debilitada, profesionales precarizados y fórmulas de gestión de centros obsoletas”, dice.

El coste de la COVID-19

“Las estimaciones sobre los costes impuestos por la COVID-19, tanto a nivel global como en el caso particular de España, son demoledoras”, asegura Laura Vallejo, economista del Departamento de Métodos Cuantitativos en Economía y Gestión de la Universidad de las Palmas. Porque, a pesar de tratarse de una crisis sanitaria, las características de la pandemia y las medidas necesarias para su control “hacen que la gran parte de costes asociados a ella se traduzcan en pérdidas económicas reflejadas en la caída del PIB”.

En concreto, Vallejo hace referencia a los costes directos, principalmente sanitarios, de la COVID-19 en el 2020, que superan los 5.000 millones de euros. “Esta cifra, pese a ser muy elevada, representa solo el 2 por ciento del gasto total atribuible a la pandemia”, afirma.
Según la experta, las estrategias de test, rastreo y aislamiento de casos han evitado que “por cada euro invertido en hacer test, rastrear y aislar, se ahorraron siete euros al Sistema Nacional de Salud”. “Posiblemente no exista ninguna intervención tan coste-efectiva en nuestro sistema sanitario”, apunta.


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