Sandra Pulido Madrid | viernes, 25 de enero de 2019 h |

La desnutrición constituye un problema prevalente de salud que afecta a una gran población de pacientes con cáncer. Según los últimos datos, la desnutrición en los pacientes oncológicos oscila entre el 20 y el 40 por ciento en el momento del diagnóstico, y alcanza hasta un 70 y un 80 por ciento en fases avanzadas de la enfermedad. Para analizar la situación actual, la Fundación de Ciencias de Medicamento y Productos Sanitarios (Fundamed), con el apoyo de Baxter, celebró la reunión presencial del Grupo de Trabajo sobre ‘La nutrición parenteral complementaria en pacientes oncológicos’.

Una de las realidades más cuestionadas es la falta de valoración nutricional en el momento del diagnóstico del paciente y el seguimiento a lo largo del proceso en el tratamiento.

Sobre este tema, Alfredo Carrato, miembro de la Fundación ECO y jefe del Servicio de Oncología Médica del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid, argumentó que hay que actuar antes de llegar a la desnutrición. “Desde el primer momento ya sabemos que si un paciente padece cáncer de cabeza o cuello va a tener unas necesidades especiales y les tenemos que derivar, porque antes de llegar a nutrición parenteral hay un tipo de nutrición con suplementos”. De este modo, afirma que endocrinología siempre debe trabajar con oncología, ya que “hay que actuar de modo temprano”. Sin embargo, en la práctica admite que “no trabajamos en equipo, diagnosticamos tarde y no hacemos una evaluación de los parámetros nutricionales”.

En esta misma línea también se pronunció Carmina Wanden-Berghe, miembro del Grupo de trabajo Nadya (Nutrición Artificial Domiciliaria y Ambulatoria) de Senpe: “No a todos los pacientes se les hace una valoración nutricional y si sabemos que solo un 30 por ciento de los centros tiene servicio de nutrición integrado ya nos imaginamos el panorama del país. En los hospitales que tenemos servicios de nutrición hay pacientes que llegan ya muy desnutridos, como son los casos de páncreas o cuello y cabeza. En todo paciente oncológico habría que hacer un seguimiento desde el principio. Tendríamos que dar consejo dietético desde el primer momento”.

“Si cogemos al paciente desde el primer momento no llegaríamos a la nutrición parenteral”, añadió Ángeles Peñuelas Saiz, presidenta de la Sociedad Española de Enfermería Oncológica (SEEO).

Desde el punto de vista de los pacientes, coinciden en que falta valoración y seguimiento. “No está incorporado en todos los hospitales y no se evalúa el riesgo de caer en desnutrición. En los linfomas llegan al diagnóstico con una pérdida de peso muy importante y si no intervenimos pronto llegamos a la pérdida de masa muscular”, destacó Natacha Bolaños, coordinadora regional en Europa de Lymphoma Coalition.

Formación e información

Asimismo, los expertos coincidieron en que falta más formación, conocimiento y concienciación en nutrición clínica de todos los profesionales sanitarios. “Se necesita formación para que la nutrición se incorpore de manera eficiente desde el primer momento. Esto tiene que estar incorporado en la asistencia de los servicios oncológicos desde el primer momento”, subrayó Mª Angéles Pérez, de la Sociedad Española de Oncología Radioterápica (SEOR).

“No todos los especialistas tienen por qué conocer todos los efectos de la nutrición por lo que yo creo que es interesante que se hagan protocolos en los que desde el principio se incluya una rama de valoración y seguimiento nutricional“, puntualizó Wanden-Berghe.

Esta falta de información también se refleja en los pacientes y en su entorno, ya que como explicó Bolaños “hay muy mala prensa y en el entorno familiar se asocia la nutrición parenteral al final de la vida, no a un paréntesis de un determinado momento para salir de un estado”.

Durante la reunión también salió a relucir la preocupación constante de los familiares sobre qué dar de comer a los pacientes oncológicos para evitar la desnutrición. En este aspecto entra en juego la adherencia nutricional de los mismos. “Es muy difícil valorar la adherencia nutricional. Si se lo ha comido, si lo ha tirado… En cambio, en la nutrición parenteral sabes que lo que pones entra. Pero la adherencia a cualquier fármaco o nutrición es muy difícil porque no vemos tanto al paciente para que se acuerde de lo que vomitó o no hace 21 días”, describió Carrato.

Para Mariola Sirvent, del Grupo de Nutrición Clínica de la Sociedad Española de Farmacia (SEFH), las intervenciones nutricionales no “sirven de nada” si el paciente no es adherente. “Cuando se hagan estos tratamientos nutricionales no puede ser que los veamos cada 21 días”, añadió. “Con esos pacientes que no pueden ni ver la comida les recomendamos ciertas estrategias: que coman un poco cada día, que dejen de cocinar y que no tomen cosas hervidas ni al horno para que los olores no sean fuertes”, declaró Peñuelas.

Opción infrautilizada

En tumores digestivos o de cabeza y cuello la nutrición parenteral complementaria es casi obligatoria, pero en otros tumores se interviene poco y es importante poner en valor su potencial en beneficio del paciente y de su calidad de vida. En España su uso se reduce a menos del cinco por ciento de los pacientes oncológicos con algún tipo de soporte nutricional (refuerzo dietético, nutrición enteral, nutrición parenteral, nutrición mixta).

Carrato aseguró que es más importante darle al paciente calidad de vida que cantidad, pero reconoció que se está haciendo un uso “muy restringido” de la nutrición parenteral. José Luis López Lorenzo, de la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia (SEHH), detalló que “no hay forma muchas veces de cuantificar cuando derivar a una nutrición parenteral. No es fácil que lo mandemos, piensas qué hacer con el paciente, qué darle… pero por mucho que le nutras bien no puedes hacer nada”.

Es una terapia infrautilizada y constatada. Es una terapia de alto riesgo pero hay que hacerlo con cuidado”, declaraba Wanden-Berghe.

Teniendo en cuenta las preferencias del paciente, Bolaños puntualizó que “partimos de la base de que no tienen información suficiente para valorar cada una de las intervenciones y ven con mucho miedo llegar a la nutrición parenteral. La preferencia del paciente es sentirse mejor”.

Por otro lado, Natalia López Casero, de la Fundación Humans, ha recordado que la malnutrición energético-proteica en estos pacientes también afecta su inmunocompetencia, afectando principalmente la inmunidad celular y aumentando el riesgo de complicaciones infecciosas, que es una importante fuente de morbilidad en este grupo de pacientes.

Esto hace que los ingresos hospitalarios sean frecuentes con su consiguiente coste sanitario para las instituciones.

Alfredo Carrato, miembro de la Fundación ECO

“Diagnosticamos tarde y no hacemos una evaluación de los parámetros nutricionales”

Carmina Wanden-Berghe, Grupo de trabajo Nadya (SENPE)

“En los hospitales que cuentan con servicios de nutrición hay pacientes que llegan ya muy desnutridos”

Mariola Sirvent, Grupo de Nutrición Clínica de la SEFH

“Cuando se hagan estos tratamientos nutricionales no puede ser que veamos a los pacientes cada 21 días”

Jose Luis López Lorenzo, hematólogo de la SEHH

“Muchas veces no hay forma de cuantificar como derivar a una nutrición parenteral”

Mª Ángeles Pérez Escutia, presidenta de SEOR

“Se necesita formación para que la nutrición se incorpore desde el primer momento”

Natacha Bolaños, Lymphoma Coalition Europe

“La nutrición parenteral se asocia en entorno del paciente al final de la vida. Tiene muy mala prensa”

Ángeles Peñuelas Saiz, presidenta de SEEO

“Si cogemos al paciente desde el primer momento no llegaríamos a la nutrición parenteral”

Natalia López-Casero Beltrán, Fundación Humans

“La malnutrición en estos pacientes también repercute notablemente en su inmunocompetencia”