Antonio Alarcó Portavoz de Sanidad del Grupo Popular en el Senado | jueves, 21 de febrero de 2019 h |

Con datos objetivos, la Sanidad española es la más eficiente de Europa y la tercera del mundo, únicamente superada por Singapur y Hong Kong, según el índice que confecciona la agencia financiera Bloomberg con datos de septiembre de 2018 y la última encuesta de la Fundación GATE y LANCE.

La esperanza de vida en nuestro país ha mejorado en las últimas décadas. De las más largas del mundo, con 82,5 años (solo por detrás de Hong Kong, Japón y Suiza), y un coste relativo que se encuentra dentro de la media, y es que destinamos nada menos que el 9,2 por ciento del PIB. Más de 2.000 euros por persona y año.

Pero además, como han mostrado otros estudios de la Comisión Europea, las bajas tasas de mortalidad tratable son consecuencia de un sistema de atención sanitaria eficaz. En el caso de las mujeres, la tasa de mortalidad en España es la más baja de toda la UE, mientras que en el caso de los hombres es la octava más baja. La mujer más longeva del mundo, junto con la japonesa es la española. Un niño que nazca hoy en España tiene un 90 por ciento de posibilidades de cumplir 100 años.

Los datos vienen a demostrar que tenemos uno de los mejores Estados de Bienestar del mundo. Esto es debido a que este país y los españoles nos hemos sabido blindar como ciudadanos con este sistema europeo, y todos debemos sentirnos orgullosos de uno de los logros más importantes de nuestra historia. Y dentro del Estado de Bienestar, uno de los tres pilares básicos es la sanidad, reconocida como una de las tres primeras del mundo. La sanidad en España es una historia de éxito mantenida, propiedad de todos los españoles.

También es verdad, con nivel de evidencia, que una vida no tiene precio (concepto moral de todo bien nacido) pero la sanidad tiene un coste, y es limitado. Por eso es demagógico decir que puede haber de todo para todos todo el tiempo. No es posible, luego para hacer la sanidad equitativa y sostenible habrá que realizar un pacto por la sanidad y conseguir una cartera servicios universal y financiada, y no los territorios.

Sin duda, uno de los mejores modelos sanitarios del mundo es el español, con los magníficos profesionales que existen, pero cierto es que podemos y debemos intentar mejorarlo en muchos aspectos, y en eso nos centramos y estamos dedicados.

El futuro de la medicina es uno de esos aspectos que debemos afrontar profesionales, gestores, industria, responsables políticos y ciudadanos, quienes deben ser cada día más responsables y participar más activamente en su proceso curativo.

Siempre hemos opinado que el centro de la sanidad debe de ser el ciudadano (el paciente) y todo debe de ser y producirse alrededor de los mismos, originando un cambio de sentido, ya que antes era el profesional. Eso hoy en día no es así.

En nuestra trayectoria hemos respaldado la sanidad pública, donde llevamos más de 40 años, pero tenemos que hacerla todos más sostenible. Nosotros defendemos la buena sanidad, y puede ser pública, concertada y privada, y la mejor forma es la colaboración entre las tres.

Solo se debe hacer en Sanidad lo que evidentemente está demostrado. Es la medicina de la evidencia. Por tanto la buena voluntad es iluminada y no tiene ninguna cabida. Lo que se necesita es preparación. Debemos mimar “el sistema”, pero también conociéndolo y apostando por mejorarlo, adaptándolo a los tiempos actuales. Si los encargados o responsables de gestionarlo, no lo conocen, mal vamos . Los cargos no hacen a las personas, sino las personas a los cargos, algunos no tienen en cuenta estos principios de la evidencia.

La sanidad del siglo XXI ha de ser genómica, personalizada y de precisión, que representa el cambio de paradigma. La implicación de los ciudadanos es una necesidad objetiva del sistema para asegurar el mejor acceso a los bienes sanitarios, por lo tanto es imprescindible la divulgación en los medios de comunicación y también el conocimiento de los profesionales que trabajan, no como propaganda sino como necesidad del sistema. No existe una buena sanidad sin los medios de comunicación.

No haríamos nada de esto si no fuéramos resilientes empedernidos, confiando en que podemos mejorar lo mejorable. Por ello, no hagamos política con la sanidad, y sí política sanitaria.

En este Estado de Bienestar del que nos hemos dotado todos los españoles de todas las ideologías, en los presupuestos generales del año 2018 impulsados por el Partido Popular, nos gastamos por encima del 63 por ciento del presupuesto nacional, siendo el más alto de la historia de nuestro país. Por todo ello hay que clarificar que la palabra gratuita no es baladí ya que la sanidad es de financiación pública, que no significa gratuidad. Y también decir que la salud es un derecho para el 20 por ciento de la población mundial. Por lo tanto estamos en la parte del mundo más privilegiada.

La demografía, la natalidad y la longevidad son tres puntos que condicionan lo que debemos hacer ya. No se puede jubilar al talento, un país que jubila al talento deja de ser un gran país, muy pronto. España en el 2050, será el país más envejecido del mundo, el 40 por ciento tendrá más de 65 años, y hoy más de medio millón de la población tiene más de 90 años.

El necesario control del dinero público y es obligatorio realizar una planificación del gasto correcta, asegurando la equidad y sostenibilidad. No puede haber de todo para todos durante todo el tiempo, es demagógico y hay que transmitirlo con normalidad a la ciudadanía, pero también debemos fortalecer el Pacto por la Sanidad en todas las facetas, en donde exista una cartera de servicios igual para todos los españoles, evitando 17 sanidades, por lo que este pacto debe llevar implícito financiación de la cartera de servicios y no del territorio.

El cambio de paradigma tiene que pasar por Pacto por la Sanidad; cartera de servicios; genoma humano, medicina personalizada y de precisión; big data, inteligencia artificial; hospitales de tercer nivel con personalidad jurídica propia; gerencias centralizadas; Plan Integral de abordaje sobre la diabetes y sobre la obesidad; Plan nacional de lucha contra el suicidio; subasta de medicamento descentralizada; utilización de genéricos; fomento de atención domiciliaria; cirugía mayor ambulatoria; enfermedades raras y fármacos huérfanos; distrito único sanitario europeo; lucha contra las pseudociencias; Dr. Google; telemedicina y robótica; ministerio de Salud y no de Sanidad; trasplante de órganos como factor de cohesión; aumento de especialistas en pediatría, geriatría y creación de la Medicina de Urgencias; plan de Urgencias, etc.

No hagamos política con la Sanidad, pero sí política sanitaria. Lo que para una generación es un sueño, para la siguiente es una realidad. En medicina, el futuro es presente y las soluciones siempre circulares (mañana es tarde).


“No haríamos nada de esto si no fuéramos resilientes empedernidos, confiando en que podemos mejorar lo mejorable. No hagamos política con la sanidad, y sí política sanitaria”