| domingo, 09 de noviembre de 2008 h |

enrique pablos ibÁñez

Burgos

Burgos se convertirá a partir del jueves en el punto de encuentro de los principales expertos mundiales en el estudio del sueño. Una situación que, según asegura Joaquín Terán, codirector del Simposio Internacional Sueño y Conducción, está directamente relacionado con un alto porcentaje de los accidentes de tráfico.

Pregunta. ¿Cuál es el objetivo de este encuentro?

Respuesta. La idea nace porque en la UE se intenta establecer las condiciones mínimas de aptitud para la conducción de vehículos de personas que tienen apneas de sueño, ya que este problema se ha identificado como una causa productora de sueño por el día y está relacionada con accidentes de tráfico. Coincidiendo con la elaboración de esta directiva pretendemos editar una guía, algo así como el ‘Protocolo de Burgos’, que recogerá las líneas de actuación.

P. ¿Qué porcentaje de accidentes de tráfico está vinculado a la somnolencia?

R. No podemos desligar somnolencia en términos generales y apnea de sueño. Tener sueño por el día es frecuente, y en torno al 30 por ciento de la población vive con un déficit crónico de sueño. La causa más habitual de esa somnolencia es dormir pocas horas, aunque también influye el consumo de alcohol, el de drogas, la ingestión de fármacos, los horarios irregulares, enfermedades… El sueño es un agente causal de hasta un 30 por ciento de los accidentes y las personas con apnea de sueño presentan un riesgo cuyo valor se cuantifica entre dos y siete veces más.

P. ¿Ese riesgo es mayor que, por ejemplo, el alcohol?

R. Conducir es una necesidad vital y forma parte de las necesidades cotidianas, y al estar ligada a la actividad económica es imperioso hacerlo. Hay datos referentes al consumo de alcohol, que es una causa muy importante, pero no lo es menos que el excesivo sueño por el día. Conducir bajo efectos del alcohol produce el mismo riesgo en términos estadísticos de accidentes que hacerlo con sueño por la causa que sea. En cuanto a drogas y medicamentos, sabemos qué tipo son los que más se asocian con este problema. En esta lista hay un lugar importante para algunos antihistamínicos, antitusígenos y analgésicos, por lo que transmitir esta parte del problema también es promover salud.

P. ¿Qué es más complicado: el diagnóstico de la apnea o el tratamiento posterior?

R. El problema con el que nos enfrentamos en este momento es el disponer de técnicas diagnósticas rápidas, útiles y fiables para despistar la apnea. No llegamos desde el punto de vista médico a establecer un cribado de la población en el diagnóstico de esta enfermedad por motivos muy diferentes. Eso sí, un tratamiento adecuado salvaría muchas vidas.