Uno de los grandes objetivos de este 67º Congreso de la SEFH es reflexionar sobre el futuro de la profesión, poner en común conocimientos que puedan vislumbrar avances significativos para mejorar la atención de los pacientes. Una de las grandes cuestiones que puede suponer un antes y un después en la profesión son las nuevas terapias y la velocidad a la que progresan. Este ha sido el tema inaugural de la actual edición, a cargo de la profesora de la UCM María Vallet-Regí, que ha puesto el foco en la medicina de precisión como el gran avance en los tratamientos clínicos.

María Vallet, profesora Emérita de Química Inorgánica, lidera el grupo de Investigación de Biomateriales Inteligentes (GIBI) que estudia los biomateriales cerámicos mesoporosos con aplicaciones biomédicas y que pueden tener un gran impacto en la medicina de precisión a muchos niveles. Estas partículas mesoporóticas de sílice permiten cargar fármacos o varios tipos de fármacos para tratar, por ejemplo, procesos tumorales o infecciones bacterianas que segregan biofilm y no permiten la penetración, entre otras aplicaciones.

El gran avance que supone esta estrategia de tratamiento es que posibilitan insertar interiormente en los poros de las biopartículas importantes cantidades de fármaco, mayores de las que permiten los liposomas. En el exterior de esas moléculas de sílice se puede incorporar biomarcadores o sustancias químicas para dirigir la partícula de manera directa al tumor, a un hueso o al sitio de la infección. De esta forma se maximiza la eficacia y se minimiza la toxicidad. Estos métodos selectivos permiten actuar sin dañar las células sanas del resto de órganos.

Las nanopartículas de sílice no circulan por todo el organismo, sino que transportan el fármaco a la zona oportuna y penetran en el tumor donde se liberan de forma controlada. Al detectar las células cancerígenas, las nanopartículas se activan y descargan el fármaco. También pueden trasportar antibióticos para curar infecciones.

Seguridad del paciente

Uno de los grandes inconvenientes es que las terapias contra tumores tienen una gran toxicidad, como los citostóxicos, fármacos antineoplásicos o anticancerosos. Una de las grandes líneas de investigación en la actualidad es desarrollar estrategias en inmunoterapia dirigidas para para evitar la toxicidad de los citostáticos tradicionales. Los fármacos no son inocuos y minimizar sus efectos tóxicos podría ser un avance muy importante para los tratamientos. La seguridad del paciente es algo que preocupa mucho a los profesionales sanitarios y es una de las principales líneas de discusión en el Congreso. De hecho, este es el primer año en el que los pacientes han participado en el Comité científico organizador para que sus necesidades estén reconocidas.

Aún queda camino por recorrer

La conclusión es que los tratamientos avanzan manera inexorable y en el futuro cercano las terapias individualizadas y dirigidas permitirán trabajar con máxima seguridad y mínima toxicidad para todos los pacientes. Todavía falta la parte de medicina traslacional que permita pasar de la investigación básica a la clínica. Como mínimo hay que esperar entre cinco y diez años para que sean una realidad. Por ello los expertos señalan que queda mucho por hacer antes de que las autoridades reguladoras autoricen su uso.


También te puede interesar…