Carlos Gallinal, secretario general FEFE

No puedo dejar de empezar este artículo de opinión sin agradecer a todos los farmacéuticos esta labor inmensa que se realiza cada día desde la farmacia, que desgraciadamente en estos momentos tan duros, son aún más  necesarios. Y unirme a las condolencias a las familias y amigos de todos los que han perdido la vida con la bata puesta. En esta situación dramática, no obstante, me veo en el compromiso ético de aclarar un asunto turbio que se esta produciendo con el precio desmedido de las mascarillas, que se venden en las farmacias 

Pero no paran de llegarme, por todas las vías, la sensación de reproche que  muestran, algunos usuarios de la Farmacia (no pacientes) acerca de que algunos compañeros se están intentando aprovechar vendiendo artículos muy demandados como son mascarillas, geles hidroalcohólicos a precios desorbitados.

Algo que puedo garantizar es que ningún compañero está haciendo su agosto lcon estas prácticas, es simplemente un criterio distinto con el que se puede estar de acuerdo o no. Es cierto que la Administración nos está mirando con muy malos ojos y eso nunca es bueno para la profesión, tan cierto como que la Administración habló de riesgos inherentes que teníamos que asumir, sin garantizarnos ningún tipo de Epis.

Yendo al grano, esta pandemia ha desencadenado momentos de desesperación en mucha gente, por lo que muchos distribuidores ajenos al sector farmacéutico se reconvirtieron en importadores de material sanitario, consiguiendo hacer llegar antes que otros el material a precios exagerados, , con subidas, sobre el precio habitual, de hasta del 500%, en muchos productos. El hecho de ser ultimo eslabón de la cadena hace que no podamos ser responsables del grueso del encarecimiento del precio, solo de nuestra parte, y la decisión mayoritaria ha sido amortiguar el precio contra nuestro margen  por dar el servicio.

Y aquí se presenta la disyuntiva de qué hacer: ; poner a disposición de la población material de protección, a precios más elevados, o simplemente esperar a que se regulen por sí solos, o bien aplicar medidas externas que los controlen. Mi parecer es que estas posturas son respetables . Es demasiado fácil criminalizar a un farmacéutico en este país. Desgraciadamente, somos víctimas del ataque por un parte de la sociedad a este gremio de manera totalmente injusta.

Ante esta diatriba, de que los farmacéuticos abusamos con precios elevados, propongo una solución, tras múltiples consultas realizadas a colegas, así como a economistas, juristas, y expertos en otras áreas. No creo que la fijación de precios sea una buena postura como proponen algunas instituciones, ni siquiera creo que cumpliera esta medida con lo establecido por el Tribunal de la Competencia. Además, conocemos las consecuencias de la fijación de precios a la baja en el medicamento. Ello produce, el déficit de suministro, es decir. lo que se conoce popularmente como desabastecimiento.

En mi modesta opinión es el momento que la compra debería de ser por los países europeos consorciados, y sean quienes dirijan el precio. Esto garantiza con su propia actuación que se limita precio pero no acceso. Cosa que podría pasar si solo regulan precios pero no se comprometen a poner producto en el mercado.

En España a  través de la excelente distribución se haría un reparto inteligente, con criterios ligados al número de pacientes que atiende cada farmacia.

Si esto lo ligamos a la renta de cada individuo se podrían fijar tramos en los que cada paciente copagaría una parte o todo el coste de, por ejemplo, la mascarilla. Además, la capilaridad del modelo español, con 22.000 farmacias, permitiría un acceso sencillo y profesional recibiendo las instrucciones correctas del manejo de estos dispositivos.

De esta manera se acabaría con la especulación de los precios por parte de agentes distintos al sector farmacéutico, que no buscan más que pegar el pelotazo ante el azote de esta pandemia.