“La piedra angular de la Unión Europea de la Salud”. Así denomina la Estrategia Farmacéutica de la UE una de las impulsoras de la iniciativa, la eurodiputada Dolors Montserrat, encargada de elaborar el informe que la sustenta y que acaba de ser respaldado por amplía mayoría en el Parlamento Europeo a través de su Comisión de Medio Ambiente, Salud Pública y Seguridad Alimentaria.

Con este amplio consenso —62 votos a favor, 8 en contra y 8 abstenciones— la Cámara continental lo tiene claro: “adelante con el plan”. El siguiente paso a dar será la votación del informe durante la sesión plenaria de noviembre, cuyo resultado se incorporará a las propuestas de la Comisión Europea para la actualización de la legislación farmacéutica de la UE en 2022.


La lectura de este informe, que además lleva el sello made in Spain y, por ende, también es motivo de orgullo añadido, no puede dejar mejores sensaciones. A falta de su futura ejecución, el ‘negro sobre blanco’ recoge todo aquello que parece necesario para apuntalar la Sanidad continental a medio y largo plazo.

Es el caso de su primer objetivo: poner al paciente en el centro de las políticas de salud, dando respuesta a enfermedades raras, cánceres pediátricos o la resistencia antimicrobiana.

La búsqueda de este objetivo no puede entender sin otro fin que se encuadra en el radar de esta estrategia farmacéutica continental: el acceso equitativo de los ciudadanos europeos a los tratamientos y, de manera especial, las innovaciones terapéuticas. Es evidente que no hay futuro sin innovación y que, como recuerdan las asociaciones de pacientes, la innovación no tiene sentido si no llega a la sociedad.

Son otros muchos los retos que plantea este plan. La teoría suena muy bien… aunque queda por delante mucho trabajo para llevarla a la práctica. Pero, para que cualquier plan tenga visos de éxito, es fundamental que todos los encargados de ejecutarlo ‘comulguen’ con él; lo hagan suyo. Cuando menos esa etapa, visto el amplio respaldo del Parlamento Europeo, parece conseguida.