El sistema sanitario que queremos

Rafael Cofiño, portavoz de SUMAR en la Comisión de Sanidad del Congreso de los Diputados

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La salud de las personas que viven en nuestro país depende de los cuidados que se reciben a través de nuestro sistema sanitario, pero también está claramente influenciada por los diferentes factores sociales, económicos, laborales, ambientales, culturales, geográficos y educativos. En otras palabras: el lugar donde nacemos, cómo nos educamos y nos relacionamos, las redes sociales que nos apoyan, nuestros trabajos, la economía, la cultura de nuestros territorios, cómo se organizan nuestros sistemas educativos, sanitarios, económicos y sociales, la existencia de procesos de participación comunitaria, los ecosistemas donde todo esto ocurre, la existencia de espacios verdes, entornos sostenibles o la calidad del aire son algunos de los factores que tienen influencia en nuestros cuerpos y en nuestra biología, en la interrelación con otros organismos y especies animales y en la aparición -o no- de una serie de procesos que pueden hacernos enfermar.

Es por este motivo por lo que el trabajo de la Comisión de Sanidad será fundamental para mejorar la salud y el bienestar colectivo, pero no lo será menos el trabajo que se desempeñe desde el resto de las comisiones parlamentarias dedicadas a otros temas que suelen considerarse no relacionados con la salud.

Por mi experiencia laboral de 23 años en la administración pública, tengo claro que es necesario trabajar con estrategias a largo plazo. Penélope Wilton, en su papel de Anne en Afterlife, refiere lo siguiente: “una sociedad madura cuando los viejos plantan árboles a la sombra de los cuales saben que no se sentarán nunca”. Debemos trabajar, gobernar o legislar con ese afán de mirada hacia el futuro, pero con la urgencia de lo inmediato.

En este sentido, a continuación mencionamos algunas de las propuestas que consideramos estratégicas para esta legislatura, algunas de las cuales han sido formuladas en el proceso de trabajo realizado por el grupo de sanidad de Sumar a lo largo del 2022 y 2023.

“La salud pública desborda los marcos de cualquier ministerio, ámbito clínico o institucional para convertirse en el eje de una serie de procesos que determinarán el bienestar de la ciudadanía”

Una política de salud al más alto nivel de gobierno, con un abordaje integral de salud y bienestar, que persiga preservar y mejorar la salud de toda la población a través de actuaciones intersectoriales que abarquen todas las políticas públicas y de las que se rendirá cuentas periódicamente.

Un sistema sanitario que garantice realmente la universalidad y su condición de ofrecer una sanidad pública.

La consciencia y reconocimiento de la riqueza de nuestro sistema sanitario y el avance hacia un SNS que cuide de las personas, así como hacia una sociedad que cuide de su SNS.

Un sistema sanitario centrado en las personas, con una mirada promotora de la salud y de los determinantes de la salud colectiva.

El incremento del poder, el presupuesto, el prestigio y el personal de la Atención Primaria y Comunitaria.

Un sistema sanitario innovador y eficiente, con una red hospitalaria adecuada que esté plenamente integrada en los procesos asistenciales liderados desde la Atención Primaria y Comunitaria.

La creación de un nuevo sistema de salud pública con un incremento presupuestario hasta de un 4 por ciento, con recursos suficientes.

Un sistema sanitario que complete la reforma de la salud mental en nuestro país desde un abordaje asistencial integral, pero con una visión promotora del bienestar.

Un modelo de atención integrada en los territorios, garantizando la coordinación de los sistemas sanitario y social para asegurar el cuidado de las personas con una situación de vulnerabilidad.

Un sistema que asuma el reto de la atención y el cuidado en aquellas etapas más vulnerables, sin descuidar ninguna pero con especial atención a personas mayores, enfermedades avanzadas y cuidados paliativos.

Un sistema comprometido en mejorar la situación laboral de sus profesionales como elementos centrales de dicho sistema.

Un sistema que, tanto desde sus prácticas clínicas como desde los procesos educativos o de estructuras organizativas, sepa dar protagonismo, poder y participación a las personas.

La configuración de una agencia que se encargue de evaluar y priorizar aquellas intervenciones tecnológicas, diagnósticas, sociales y farmacológicas más eficientes para mejorar la salud de la población.

Una política farmacéutica que garantice que todas las personas puedan acceder al mejor tratamiento, sea cual sea su proceso patológico y donde vivan.

Un sistema con métodos de información que permitan conocer la situación de salud individual y poblacional, actuar a nivel asistencial o en medidas de salud pública y evaluar resultados y determinantes de cómo evoluciona la situación de salud y la equidad.

Unas administraciones publicas comprometidas con mejorar la formación de sus profesionales, libre de conflictos de interés, adaptada a las necesidades de salud y que integre la complejidad de la salud/enfermedad y de los elementos biológicos con los determinantes de la salud.

Un sistema que trabaje a nivel local con otros agentes no sanitarios (municipios, movimiento asociativo, otros sectores) en procesos de acción/desarrollo comunitario.

Una sociedad que desarrolle un Pacto de Sanidad, y un estado que desarrolle aspectos legislativos, estratégicos y arquitecturas institucionales necesarias para alcanzar los objetivos.

Esta enumeración no agota, por supuesto, ni las tareas a las que se deberá enfrentar la comisión de Sanidad, el Ministerio, ni los desafíos a los que debe responder el conjunto de nuestro sistema sanitario en todos los niveles territoriales. Sirva como un catálogo que dé cuenta no sólo de la pluralidad de temas, sino de la naturaleza transversal que debe adoptar nuestro enfoque. La salud pública desborda los marcos de cualquier ministerio, de cualquier ámbito clínico o institucional, para convertirse en el eje de una serie de procesos sociales, políticos, económicos, ambientales y, por supuesto, sanitarios, que determinarán el bienestar de la ciudadanía, y este es, qué duda cabe, uno de los principales indicadores de la salud de cualquier democracia.