La hoja de ruta de la política farmacéutica

César Hernández, director general de Cartera Común del SNS y Farmacia, Ministerio de Sanidad

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Las expectativas de la sociedad respecto del sistema sanitario se han ido modificando en la misma medida en la que hemos evolucionado a una sociedad más tecnificada, más dependiente de lo digital y con expectativas de respuesta inmediata a los problemas que se plantean.

Para satisfacer esas expectativas, o simplemente informarlas sobre la base de lo veraz, es necesario que el sistema reflexione en su conjunto y mire hacia delante para imaginar cómo debe configurarse, no ya a corto plazo, sino a medio y largo plazo.

En el ámbito de la política farmacéutica, esta reflexión nos debe llevar a situarla en el contexto del resto de las políticas de salud. En una visión integradora de lo que es la asistencia sanitaria, la política farmacéutica ocupa un lugar importante pero críticamente dependiente de que funcionen igualmente la prevención, los cribados, el diagnóstico precoz y personalizado, el seguimiento adaptado a las necesidades del paciente o los programas de apoyo a pacientes y familias. Encontrar un equilibrio entre todos ellos facilitará que la prestación farmacéutica sea menos compleja, más eficiente, más oportuna en el tiempo, mejor adaptada a las necesidades reales de los pacientes y, por lo tanto, con mayor probabilidad de éxito para satisfacer las expectativas, por supuesto, de los pacientes, pero también del resto de actores del sector farmacéutico.

Como el resto de las políticas de salud, la política farmacéutica debe aportar los retos demográficos, digitales, tecnológicos y de sostenibilidad en el más amplio de los sentidos. Estamos en un año en el que la excepcionalidad pandémica ha quedado atrás, en el que toca recoger la ingente cantidad de información que la crisis sanitaria ha dejado a nuestra disposición y, en definitiva, pasar de la fase de recuperación a la fase de la transformación. La cartografía básica de este proceso de transformación está en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, pero el final de la anterior legislatura no permitió culminar las reformas legales que estaban previstas.

“En esta legislatura será el momento de abordar con decisión y prioridad la reforma de la Ley de garantías y uso racional de los medicamentos y productos sanitarios”

Con la nueva legislatura es el momento de retomar estas reformas que deben transformar nuestra política farmacéutica con una visión más adaptada al siglo XXI, capaz de hacer frente a los retos mencionados y de satisfacer las necesidades de nuestra sociedad. En esta legislatura será el momento de abordar con decisión y prioridad la reforma de la Ley de garantías y uso racional de los medicamentos y productos sanitarios. Después de 18 años desde su aprobación y con numerosas reformas coyunturales, es un buen momento para dotarnos de una ley mejor adaptada a la evolución que ha tenido el sector farmacéutico.

En esta arquitectura de desarrollo legal, está previsto desarrollar reglamentariamente aspectos importantes de la política farmacéutica, como son la evaluación de las tecnologías sanitarias o los criterios que marcarán las decisiones sobre financiación y precio tanto de medicamentos como de productos sanitarios incluidos en la prestación farmacéutica. Como ya hemos dicho en otras ocasiones, creemos que un sector tan sofisticado y cambiante como es el farmacéutico requiere también de normas, directrices o guías que, por debajo de esta estructura de reales decretos, responde de manera ágil y apropiada a los retos que plantea el sector y la toma de decisiones relacionadas con estos productos.

El desarrollo de todas estas normas estará también acompasado con las discusiones que se llevan a cabo a nivel europeo para la reforma del paquete básico farmacéutico, así como con la adaptación a las normas que ya han sido publicadas. El sector farmacéutico es un sector global y, por lo tanto, requiere de una aproximación que no puede ser exclusivamente local. Sin embargo, también es necesario reconocer que, por su evolución histórica, por las diferencias en los sistemas sanitarios o, entre otros, las expectativas diferentes de las diferentes sociedades, sigue habiendo diferencias notables en la prestación de servicios entre los distintos países. En tanto se produce la confluencia y armonización de los sistemas, que personalmente creo necesaria para hacer valer los valores de una Europa unida, es necesario reconocer que estas diferencias existen.

Finalmente, creo también importante mencionar que la política farmacéutica tiene una evidente pata sanitaria que es su razón de ser, pero también involucra aspectos que trascienden a la política sanitaria para adentrarse en políticas de ciencia e innovación, de industria, empleo y economía en general. De la capacidad de la política farmacéutica para dotar de equilibrio a todos estos aspectos depende también, en buena medida, que se consiga satisfacer las expectativas que me