Es ‘vox pópuli’ que la OMS marca como objetivo eliminar la Hepatitis C para el año 2030. Y tras un gran esfuerzo impulsado por el Plan de Abordaje de la Hepatitis C (PEAHC) presentado en 2015, ahora entramos en una segunda fase decisiva para cumplirlo. A este respecto, desde la AEEH han presentado un documento basado en la evidencia científica con directrices para actuar en la eliminación del VHC.
Según José Luis Calleja, vicepresidente de la Asociación Española para el Estudio del Hígado (AEEH), hay que abrir una nueva etapa porque el perfil del paciente ha cambiado de manera radical. Ahora, señala que hay que centrarse en diagnosticar a todos los pacientes que tienen VHC y no lo saben. Es aquí donde entra en juego el documento de la AEEH, con las acciones a emprender a nivel nacional. Calleja incide en la necesidad de que estas se realicen a nivel nacional y de manera inmediata, con el fin de evitar inequidades entre Comunidades Autónomas.
Javier Crespo, coordinador del Documento y presidente de la Sociedad Española de Patología Digestiva, detalla las claves recogidas en esta guía de práctica clínica. En primer lugar, el doctor cree fundamental explicar que la eliminación consiste en reducir un problema que en la actualidad es de salud pública, a un problema que afecte a unas pocas personas; Crespo insiste en este concepto puesto que opina que hasta que no exista una vacuna que prevenga la infección, es prácticamente imposible que sea erradicada.
Cribado poblacional
Entre las medidas concretas que se incluyen en el documento, los expertos abogan por realizar el cribado en toda la población adulta; en esta línea especifican que, más allá de lo complejo que pueda parecer, hay miembros de la sociedad como embarazadas o personas que se han sometido a una operación a los que ya se les ha realizado la prueba, lo que reduce considerablemente el número de personas al que aplicársela.
Además, instan a centrarse en poblaciones vulnerables (usuarios de drogas por vía parenteral, hombres que mantienen sexo con otros hombres y realizan prácticas de riesgo o personas internadas en centros penitenciarios) y en aquellos pacientes que fueron diagnosticados en su momento pero a los que no se trató. Siguiendo este hilo, Calleja y Crespo consideran que las labores de cribado son totalmente coste-efectivas; mirando al pasado recuerdan que a principios de los 90 las partidas para VHC rondaban los 150 millones anuales, pudiendo ofrecer tratamiento al 10 por ciento de los diagnosticados y logrando curar únicamente a un 10 por ciento de estos, cifra que ahora se encuadraría entre los 50 y 100 millones de euros, logrando la cura en la práctica totalidad de los pacientes.
Énfasis en el diagnóstico
Otro de los puntos incluido en la guía es el de simplificar el diagnóstico, llegando al diagnóstico en un solo paso. Para ello consideran que, en una única extracción de sangre, se debería analizar la presencia de anticuerpos (que indican que el paciente está o ha estado en contacto con la infección) y ver si la infección está activa. También apuntan a la importancia de trasladar el diagnóstico fuera del hospital para llegar a las poblaciones vulnerables. Los expertos ejemplifican esta situación con el caso de la Cañada Real, lugar a donde se llevan pruebas denominadas ‘point of care’ para controlar a la población que allí reside. El objetivo es simple: si los pacientes no van al hospital, hay que hacer que el diagnóstico llegue a ellos.
Impulso de la administración
Tanto Calleja como Crespo ponen en valor el papel que ha realizado la Administración durante los últimos años, asegurando que sin su impulso al PEAHC no habría sido posible tratar a 130.000 personas. Pero ahora, indican, es momento de que las autoridades sanitarias y la sociedad vuelvan a implicarse. Para ello apuntan a que es imprescindible la colaboración entre el Ministerio de Sanidad y las Comunidades Autónomas para poner en marcha labores de cribado, con el foco también en iniciar políticas sanitarias basadas en la educación para evitar reinfecciones.
Actualmente, se estima que en España quedan unas 80.000 personas sin tratar, y se prevé que el estado de la enfermedad en la mayoría de los casos esté menos avanzado que cuando comenzó a aplicarse el plan; esto, precisan, debería suponer un menor desembolso de recursos y será menos complejo. Como tema urgente a solventar, se apunta a la necesidad de que se comuniquen unas recomendaciones nacionales, puesto que ahora las iniciativas de las CCAA están relativamente limitadas.
Para animar a las autoridades sanitarias a dar el paso, los especialistas ofrecen datos tan positivos como que el año pasado se redujo en un 30 por ciento el número de ingresos para trasplante hepático o que en solo tres años y medio se ha producido una disminución muy relevante de la mortalidad derivada del VHC. Además, afirman que esto les ha sorprendido porque no consideraban que fuera un objetivo a alcanzar en un período tan corto de tiempo.
Sobre la situación de inestabilidad política que hay actualmente en nuestro país, los doctores plantean que esta no debería afectar a esta materia de manera negativa. Señalan que las recomendaciones que se recopilan en el documento deberían adoptarse independientemente del partido al que pertenezca quien lidere el Ministerio de Sanidad, puesto que son opiniones basadas en la evidencia científica.
Directrices nacionales
La idea de crear unas recomendaciones a nivel nacional es de gran importancia para los expertos sin dejar de lado, por supuesto, las características epidemiológicas de cada zona. Explican que, por ejemplo, en Cantabria la estrategia de cribado se aplica por edades, en Aragón por factores de riesgo o en Valencia por pequeños grupos de población. Calleja y Crespo coincide que Cantabria debería ser el espejo en que mirarse, puesto que hay rangos de edad en los que la enfermedad es más prevalente, añadiendo por ejemplo que en las personas con menos de 20 años es casi inexistente.
También consideran importante en este punto el papel de la Atención Primaria, instando a los médicos de esta área a revisar los registros para ver si entre sus pacientes existe algún caso que haya sido diagnosticado pero no tratado.