El Global Madrid | viernes, 07 de septiembre de 2018 h |

La disfagia orofaríngea, frecuente en ancianos, pacientes con enfermedades neurodegenerativas, supervivientes de ictus y personas con cáncer de cabeza o cuello, multiplica por tres el riesgo de desnutrición en quien la padece. Es una de las principales conclusiones extraídas de la sesión científica sobre disfagia orofaríngea organizada por Nestlé Health Science con motivo del 40º Congreso ESPEN de nutrición clínica y metabolismo, celebrado en Madrid.

Esta patología, de creciente prevalencia debido al incremento en la esperanza de vida y de pacientes geriátricos, provoca en quien la sufre un sentimiento de miedo a la hora de comer y beber y limita la ingesta de alimento provocando desnutrición, deshidratación, neumonías por aspiración, pérdida de calidad de vida, mayor riesgo de complicaciones y morbilidad.

Durante el encuentro se abordaron también los costes asociados a esta patología. En este sentido, Juan Oliva Moreno, profesor del departamento de análisis económico y miembro del Seminario de Investigación en Economía y Salud (SIES) de la Universidad de Castilla La Mancha, aseguró que, aunque existen pocos estudios que analicen el impacto económico de esta patología, los informes realizados en estancias hospitalarias identifican un sobrecoste que alcanza un 40 por ciento, con una estancia de tres días. La presencia de disfagia tras ictus incrementa el gasto en un 23 por ciento. En pacientes de 60 o más años, según un estudio realizado en centros geriátricos de Dinamarca, el incremento del gasto en residentes con disfagia es de casi 4.000 euros, llegando a 6.000 euros si se añaden los costes de servicios sociales.

Otro dato relevante que se desprende de estos estudios, según Oliva, es que las personas que padecen disfagia ingresan con mayor frecuencia en residencias al salir del hospital. En España, el estudio PREDyCES, que analiza la prevalencia de la desnutrición hospitalaria en pacientes con disfagia, y en el que han participaron 31 hospitales y 352 pacientes, muestra que el 45,7 por ciento d elos pacientes tenían problemas de desnutrición; elevándose al 55 por ciento en los de edad avanzada.

Oliva también presentó datos relacionados con estancias hospitalarias en este subgrupo de pacientes, donde ha mostrado que los desnutridos con disfagia permanecían 2,7 días más hospitalizados en comparación con los disfágicos bien nutridos, lo que representa un coste adicional de 1.037 euros por paciente y estancia. En personas mayores estos datos se incrementaban de manera exponencial. “Pero cuando se habla de coste no todo es dinero. Al coste económico hay que añadirle el coste emocional y de tiempo del cuidador de un paciente con disfagia y del paciente mismo”, apuntó Oliva.

Así, los modelos económicos presentados por Oliva demuestran que los suplementos nutricionales orales (SNO) en pacientes desnutridos determinaron un ahorro, procedentes fundamentalmente de menores costes de hospitalización, reducción de infecciones y complicaciones post operatorias.

En este sentido, Julia Álvarez Fernández, Jefe de Sección de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario Príncipe de Asturias de Alcalá de Henares aseguró que un abordaje integral es clave. “Las Unidades Funcionales de Disfagia Orofaríngea son una solución viable para dar respuesta a las necesidades de los pacientes con DOF. Deben ser Multidisciplinares, Interdisciplinares y Transdisciplinares y abordar la problemática del paciente con una visión holística para poder aportar las soluciones más integradoras, multi e interdisciplinares, que permitan mejorar la seguridad del paciente y su calidad de vida”, expuso.

La Comunidad de Madrid dispone de la primera Unidad Funcional de Disfagia Orofaríngea, primera unidad multidisciplinar para trastornos de la deglución, coliderada por Álvarez, donde se realiza un abordaje integral de los pacientes con disfagia atendidos en consultas externas y en hospitalización.

Según el estudio PREDyCES, en España solo 1 de cada 4 personas con disfagia recibe algún tipo de soporte nutricional (espesantes, triturado de dieta), y apenas 1 de cada 3 pacientes con disfagia y desnutrición recibe algún tipo de soporte nutricional (enteral o suplementos). “Los profesionales tenemos que trabajar en equipo, logopedas, neurólogos, otorrinolaringólogos, dietistas, enfermeras, cocineros, pacientes, cuidadores, etc. para mejorar la seguridad y calidad de vida del paciente”, señaló Álvarez. De este modo, consideró que los protocolos o intervenciones para mejorar la atención de estos pacientes deben contemplar el sensibilizar a los profesionales, gestores y población en general, además de identificar a los sujetos en riesgo, establecer un plan de Atención Nutricional Individualizado e integrar a los profesionales implicados. Así, registrar las intervenciones diagnósticas y terapéuticas para su evaluación es clave.