Santiago de Quiroga | viernes, 02 de marzo de 2012 h |

Es un error entender que garantizar el acceso a las mismas prestaciones es garantizar el ‘todo gratis’. Defender a los pacientes no es defender que todo sea gratis. De hecho, la mejor defensa de los pacientes es hacer un ejercicio de realismo y ser consciente de que no se puede gastar lo que no se tiene. Decir “no” a los recortes es una irresponsabilidad propia de quien no tiene que gobernar y se adentra en el camino de la demagogia: apelar al miedo para ganar apoyo popular, mediante la retórica y la propaganda. Es un juego peligroso, tanto como incendiar la calle.

Los pacientes, que hace unos pocos meses todavía no percibían los recortes, ya empiezan a padecer las consecuencias de no dotar a la Sanidad del dinero que requería la gratuidad que se vendía políticamente. Dos ejemplos paradigmáticos: los nuevos antivirales con un 80 por ciento de eficacia frente a la Hepatitis C, una terrible infección que cursa con hepatocarcinoma o cirrosis y que apenas contaba con un 30 por ciento de curación con la terapia existente. O la prevención del ictus, cuyo tratamiento con los nuevos anticoagulantes orales disminuye casi un 40 por ciento su riesgo, frente al tratamiento con SintromR. Innovaciones que no están llegando a quienes podrían beneficiarse. Sostener el sistema mediante copago no penaliza a unos pocos que deberán pagar algo, sino que beneficia a muchos.

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