La vacunación frente a la COVID-19 en España se enmarca actualmente en un contexto epidemiológico muy distinto al de hace unos años, en la fase más aguda de la pandemia. Y es que ahora se ha convertido en una enfermedad endémica y se prevé que continúe así. Pero, a pesar de que la situación epidemiológica es favorable y no supone una emergencia, aún sigue siendo un problema de salud pública que se debe hacer frente a través de la vacunación.

En este sentido, los miembros del ‘Grupo de trabajo COVID-19: Evaluación de la campaña de 2023 y áreas de mejora para 2024’, organizado por Fundamed con la colaboración de Novavax, coinciden en que es necesario adaptar la estrategia de vacunación o la adquisición de dosis de vacunas a la nueva realidad.

Futuro del proceso de compra

Los expertos valoran positivamente los acuerdos de adquisición anticipada (APA) entre la Comisión Europea y los Estados miembro y apuntan que “han funcionado adecuadamente y han sido realmente útiles” durante la pandemia.

Sin embargo, el último APA tiene un horizonte temporal hasta 2027 y los miembros del grupo consideran que “ya no es necesario”, pues la situación actual requiere de una “mayor flexibilidad”.

Sobre la posibilidad de que, a partir de ese momento en que el Ministerio ya no proceda a la compra centralizada y recaiga sobre las comunidades, no saben si ocurrirá, pero lo que sí señalan los expertos es que todo apunta a que durante la campaña 2025-26, las comunidades aún tendrán suministro facilitado por el Ministerio de la vacuna de ARNm de Pfizer, Comirnaty.

En este contexto, los expertos comparten que se debe ampliar el abanico de vacunas a comprar. Así, abogan por diversificar y poder contar con vacunas de diferentes plataformas tecnológicas, como ARNm o proteínas, garantizando que estén ajustadas a la cepa circulante en cada momento.

Diversidad de vacunas

“Disponer de una única vacuna o una única plataforma limita la disponibilidad de las mismas en España. No se pueden diseñar estrategias de vacunación en las que no estén implicadas vacunas diferentes a las de ARNm ni las comunidades pueden tomar decisiones ajustadas a las necesidades territoriales y de la población”, aseguran los miembros del grupo, quienes consideran que se debería realizar un concurso en el que participen todas las vacunas aprobadas, de diferentes tecnologías.

Contar con todas las plataformas vacunas permitiría ajustar los programas de vacunación para dar una respuesta más adecuada a las necesidades de la población. Además, disponer de una gran variedad de vacunas puede evitar monopolios o desabastecimientos y prevenir caídas de stock por problemas de producción o rotura de la cadena de frío.

Asimismo, existe evidencia científica del beneficio de las pautas heterólogas, es decir, alternar las vacunas de ARNm con vacunas de proteínas para mejorar la inmunidad, ya que emplear siempre la misma puede producir una atenuación de la respuesta inmunitaria.

En este sentido, las vacunas de proteínas conllevan una serie de ventajas. Además de tener un historial comprobado de seguridad, generan una respuesta inmunitaria potente y específica, conllevan una buena adaptabilidad, los requisitos de almacenamiento y distribución son más simples y pueden tener un stock más grande.

Estrategia de vacunación: áreas de mejora

Las compañías han ido adaptando sus vacunas a las variantes circulantes. Así, se autorizó el uso de Comirnaty, adaptada a la cepa Ómicron, en agosto de 2023, mientras que Novavax consiguió que su vacuna de proteína recombinante actualizada, Nuvaxovid, estuviera disponible en España en diciembre de 2023.

Sin embargo, las primeras —y únicas— comunidades autónomas que han adquirido Nuvaxovid para ponerla a disposición de los ciudadanos han sido Aragón y la Comunidad de Madrid. Y es que, para la última campaña (2023-2024), el Ministerio de Sanidad apostó por la vacunación con Bimervax, de Hipra, una vacuna adyuvada bivalente, a pesar de que la OMS recomendaba vacunas COVID-19 que protegieran frente a la variante Ómicron.

Actualmente, las comunidades autónomas están administrando Comirnaty, tanto a niños como a adultos, y se recomienda la administración de Bimervax para personas de 16 años o más en las que esté indicada la vacunación COVID-19, pero no puedan recibir la vacuna de ARNm por cualquier motivo. Asimismo, se está llevando a cabo la vacunación conjunta de gripe y COVID-19.

Sobre la campaña 2023-24, algunos expertos consideran que ha funcionado mal en general, mientras otros mencionan algunas cuestiones que sí se han desempeñado adecuadamente. Y estos, precisamente, apuntan a que una de las ventajas ha sido iniciar de forma conjunta la vacunación frente a COVID-19 y frente a gripe, que “parece funcionar adecuadamente”.

En cuanto a los aspectos de mejora para próximas campañas, los miembros del grupo apuntan a la necesidad de crear sinergias entre sanitarios y sociedades científicas para “ir todos a una”, implementar estrategias para vacunar a grupos específicos, incrementar la vacunación oportunista o establecer sistemas de citas eficientes y recordatorios automáticos.

Del mismo modo, señalan que hay que incorporar la mayor variedad posible de vacunas y que lleguen a tiempo a finales de septiembre para poder comenzar las campañas en otoño. Además, la comunicación es fundamental, por lo que instan a desarrollar campañas de información y concienciación que aborden las preocupaciones y mitos sobre las vacunas, así como llevar la educación sanitaria a toda la población general.

Incrementar las coberturas

Finalmente, los expertos instan a incrementar las coberturas vacunales, especialmente en el grupo de población más vulnerables: personas de edad más avanzada, a partir de 75-80 años, y con patologías relevantes, independientemente de su edad.

Aunque las tasas de vacunación son diferentes entre comunidades, la disminución de la adherencia a la vacunación COVID-19 por la pérdida del miedo entre la población, no solo entre pacientes sanos, sino también entre pacientes vulnerables, es un hecho generalizado.

En concreto, los datos de la campaña 2023-24 arrojan que la cobertura en todo el territorio nacional de los mayores de 60 años vacunadas con vacunas adaptadas a nuevas variantes del virus se sitúa en el 46 por ciento. El porcentaje de personas de entre 60 y 69 años es del 32,3 por ciento; el de personas entre 70 y 79 años es del 52,17 por ciento; y, finalmente, la cobertura en personas mayores de 80 años es del 64,3 por ciento.

Unos datos que son inferiores a los de la campaña previa de 2022-23, según los expertos. Sin embargo, en comparación con el resto de los países de la Unión Europea (UE), algunos miembros del grupo recalcan que España está en buena posición. Aun así, insisten en incrementar coberturas y concienciación de vacunación en profesionales, pero también en pacientes y no únicamente los vulnerables.