El editor estadounidense Henry Louis Mencken decía que es la confianza mutua, más que el interés mutuo, la que mantiene unidos los grupos humanos. Una unión que desde hace años mantienen en España todos los agentes del sector sanitario y que esta semana ha sido duramente cuestionada por la Comisión para la Reconstrucción del Congreso de los Diputados. La prohibición de financiar las actividades formativas a profesionales y organizaciones de pacientes es una muestra clara de la falta de confianza que parte de la clase política deposita en el sector sanitario. Un sector que ha demostrado su entrega y compromiso con los pacientes durante esta pandemia, y que ha conseguido situar a España en el mapa de la investigación médica global.
Porque hay que recordar que si el país consigue situarse a la cabeza en la investigación clínica en Europa es por el apoyo de todas las partes y, debemos recalcar, sobre todo del sector privado. Porque, hasta ahora, el presupuesto que las administraciones públicas han destinado a la formación de los profesionales sanitarios ha sido irrisorio. Lo dicen la mayoría de las asociaciones profesionales, que llevan años reclamando más fondos para avanzar en investigación y, por tanto, en el conocimiento y la formación en distintas patologías.

La prohibición de financiar las actividades formativas a profesionales y pacientes muestra la nula confianza que la clase política deposita en el sector

Acabar con esta relación de confianza supondrá el fin de numerosas asociaciones y organizaciones, tanto de profesionales sanitarios como de pacientes, que llevan décadas trabajando por ampliar el conocimiento y la concienciación sobre patologías que afectan de forma directa a buena parte de la sociedad.

Pero, además, esta prohibición manda un mensaje que no hace más que desanimar a unos profesionales que, después de su entrega durante la crisis sanitaria, esperan de parte de las administraciones su apoyo y confianza total. De nada valen los premios, los aplausos o las palabras si luego a golpe de legislación se cuestiona la profesionalidad de todos los clínicos y los pacientes españoles. Confíen en ellos.