GM Madrid | miércoles, 30 de enero de 2019 h |

Una serie de medidas de prevención, detección y tratamiento podría evitar 15,1 millones de nuevas infecciones por hepatitis C y 1,5 millones de cirrosis y muertes por cáncer de hígado en todo el mundo para el año 2030, lo que equivale a una reducción del 80 por ciento en la incidencia y una reducción del 60 por ciento en las muertes en comparación con 2015, de acuerdo con el primer estudio para articular intervenciones contra la hepatitis C a nivel mundial publicado en la revista ‘The Lancet’.

Las estimaciones sugieren que las medidas recogidas en este estudio alcanzarían los objetivos de eliminación establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para reducir el número de nuevas infecciones de hepatitis C en un 80 por ciento, pero no alcanzan el objetivo de reducir la mortalidad en un 65 por ciento, lo que quedaría aplazado hasta 2032.

“Aunque no alcanza los objetivos de la OMS para 2030, el impacto que nuestras estimaciones sugieren sería un gran avance. Eliminar la hepatitis C es un objetivo extremadamente desafiante, que requiere mejores intervenciones de prevención y detección, particularmente en países con alta carga como China, India y Pakistán. En todo el mundo, estas opciones están actualmente muy por debajo de los niveles que estimamos que son necesarios para tener un gran impacto en la epidemia”, explica el director de la investigación, Alastair Heffernan, del Imperial College de Londres (Reino Unido).

En cualquier caso, esta nueva investigación concluye que, si las cosas continúan como están, el número estimado de personas infectadas con hepatitis C disminuirá gradualmente a 58 millones en 2050, pero podría aumentar a finales de siglo. “Si el tratamiento con antivirales de acción directa no mejora, los resultados podrían ser aún peores con una mortalidad considerablemente mayor y nuevas infecciones”, recoge el documento.

A nivel mundial, se estima que 71 millones de personas están infectadas crónicamente con el virus de la hepatitis C, y entre el 10 y el 20 por ciento desarrollará complicaciones hepáticas que incluyen cirrosis y cáncer, que fueron responsables de más de 475.000 muertes en 2015. En los últimos años, el número de muertes por la infección por hepatitis viral ha aumentado.

La transmisión está asociada principalmente a las transfusiones de sangre, las inyecciones inseguras relacionadas con la atención médica y el uso de drogas inyectables. Las dos primeras causas de infección han disminuido a nivel mundial, pero siguen siendo un problema en los países de bajos ingresos. Sin embargo, la infección por el uso de drogas inyectables es la causa principal en países donde todas las demás causas han sido eliminadas en su mayoría.

En 2014, se desarrollaron antivirales de acción directa, que proporcionan tasas de curación mucho mejores, junto con efectos secundarios reducidos y una duración más corta del tratamiento, lo que significa que más pacientes pueden completar el tratamiento con éxito que antes.

Evitar 1,5 millones de nuevas infecciones

En este nuevo estudio, los autores crearon un modelo de la epidemia mundial de hepatitis C en 190 países utilizando datos sobre demografía, personas que se inyectan drogas, programas de tratamiento y prevención, tendencias históricas, tasas de prevalencia y mortalidad. Usando esto, estimaron los efectos de cuatro intervenciones: implementación de medidas integrales de seguridad de la sangre y control de infecciones; expansión de los servicios de reducción de daños (como la terapia de sustitución de opioides y los programas de agujas y jeringas); provisión de tratamiento para todas las personas tan pronto como se les diagnostica una infección por hepatitis C; y la expansión de las pruebas de hepatitis C.

Los investigadores calculan que la implementación de medidas integrales de seguridad de la sangre y control de infecciones reduciría el número de nuevas infecciones en 2030 en un 58 por ciento. Además, extender los servicios de reducción de daños al 40 por ciento de las personas que se inyectan drogas podría reducir el número de nuevas infecciones en otros 7 puntos porcentuales. En conjunto, esto evitaría 14,1 millones de nuevas infecciones para 2030, pero estas reducciones no se traducirían de inmediato en una reducción de la mortalidad.

Para reducir las tasas de mortalidad futuras de manera más sustancial, señalan que “será esencial” ampliar el acceso a los antivirales de acción directa. Reemplazar los tratamientos antiguos con estas nuevas técnicas en todos los países y ofrecerlos a todos los pacientes en el momento del diagnóstico podría prevenir 640.000 muertes por cáncer de hígado y cirrosis para 2030.

Combinar las tres intervenciones y agregar pruebas de detección para que el 90 por ciento de las personas con hepatitis C se diagnostiquen y se les ofrezca tratamiento para 2030 daría lugar a las mayores reducciones: evitando un total de 15,1 millones de nuevas infecciones por hepatitis C y 1,5 millones de cirrosis y muertes por cáncer de hígado en todo el mundo para 2030.

En última instancia, los autores reconocen que los esfuerzos para eliminar la hepatitis C conllevarán “considerables desafíos” y costes, que llegarían hasta los “miles de millones de euros” hasta en los próximos 10 años. Sin embargo, puntualizan que muchos países han logrado “avances sustanciales” a pesar de estas circunstancias, como Australia, que negoció un modelo de precios alternativo para los antivirales de acción directa.