La contaminación del aire sigue siendo una de las principales causas medioambiental de muerte prematura en la Unión Europea (UE), con unas 300.000 muertes al año, siendo las más dañinas las partículas de dióxido de nitrógeno (NO₂) y el ozono (O₃), según la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA).

En base a estos datos, la Comisión de Medio Ambiente del Parlamento Europeo ha adoptado una posición de exigencia para mejorar la calidad del aire en la UE para crear un medio ambiente más limpio y saludable.

A través de un informe, la Comisión establece valores límite y objetivo más estrictos para 2030 para varios contaminantes, incluidas las partículas de dióxido de nitrógeno, dióxido de azufre y ozono, para garantizar que la calidad del aire en la UE no sea perjudicial para la salud humana, los ecosistemas naturales y la biodiversidad.

El informe también subraya la necesidad de aumentar el número de puntos de muestreo de la calidad del aire. “En aquellos lugares donde es probable que se produzcan concentraciones elevadas de partículas ultrafinas (UFP), carbono negro, mercurio y amoníaco, debe haber un punto de muestreo por cada millón de habitantes”, explica el informe.

Los eurodiputados firmantes del documento quieren armonizar los índices de calidad del aire en toda la UE, y aseguran que los índices deben ser claros, públicamente disponibles y con actualizaciones cada hora para que los ciudadanos puedan protegerse durante los altos niveles de contaminación del aire.

Planes y hojas de ruta de la calidad del aire

El informe propone que, además de los planes de calidad del aire, todos los estados miembros también deberían crear hojas de ruta de calidad que establezcan medidas a corto y largo plazo para cumplir con los nuevos valores límite.

Javier López, del Grupo de la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas, explicó que abordar la contaminación del aire en Europa exige “una acción inmediata”. “Esta pandemia en cámara lenta cobra un precio devastador en nuestra sociedad, provocando muertes prematuras y una multitud de enfermedades cardiovasculares y pulmonares”, acuñó, y añadió que es necesario “seguir la ciencia y alinear nuestros estándares de calidad del aire con las pautas de la OMS y reforzar algunas de las disposiciones de esta directiva”.


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