José Miguel Cisneros Presidente de la Seimc | jueves, 21 de febrero de 2019 h |

Durante el año pasado algunos problemas de salud relacionados con las enfermedades infecciosas se han solucionado en nuestro país. La aprobación de un calendario vacunal común, corrige el injustificable puzle vacunal existente durante años. El programa de diagnóstico y tratamiento de la hepatitis C es otro ejemplo de éxito, llevado a cabo por la confluencia de liderazgo profesional y de apoyo institucional.

Pero otros problemas siguen sin revolver. La tasa de cobertura vacunal de la gripe entre la población y los profesionales sanitarios, sigue siendo muy baja. Se pierde así, el beneficio extraordinario para la salud que proporciona la vacuna de la gripe, que evitaría decenas de miles de casos de enfermedad, de ingresos hospitalarios, y también de muertes cada año.

Las infecciones de transmisión sexual han aumentado de manera exponencial a nivel mundial y también en nuestro país donde han causado varios brotes, como el de la hepatitis A. Además, algunas de ellas, como las producidas por gonococo, son cada vez más difíciles de tratar por la emergencia de resistencias a los antibióticos de elección. Las medidas adoptadas no han frenado este crecimiento.

La infección por el VIH continúa siendo un grave problema de salud en España, y al contrario que en otros países desarrollados, no se ha conseguido reducir el número de nuevos casos de infección, y en la población de hombres que tienen relaciones sexuales con otros hombres, el número de nuevas infecciones sigue aumentando.

Las infecciones por bacterias resistentes a los antibióticos son el mayor problema de salud al que se enfrenta nuestro país, que ocupa uno de los primeros lugares de Europa en infecciones por estas bacterias multirresistentes (BMR). Esto es consecuencia del impacto ecológico de los antibióticos, de los cuales nuestro país es uno de los primeros consumidores del mundo, tanto en humanos como en animales, sin razón alguna que lo justifique. También es consecuencia de que el control de la infección es deficiente en nuestros hospitales, entre otras razones porque el cumplimiento de la medida más eficaz para prevenir las infecciones relacionadas con la asistencia sanitaria, la higiene de manos, está muy por debajo del estándar de calidad recomendado. Las consecuencias de las infecciones por BMR son devastadoras, porque cuando son graves, como las bacteriemias y las neumonías, el riesgo de morir se multiplica. Un estudio realizado por SEIMC este año en 82 hospitales, para conocer la frecuencia y la mortalidad de estas infecciones, estimó que en 2018, en toda España, 180.600 pacientes tendrían una infección por BMR y que de ellos, 35.400 morirían en los 30 días siguientes al diagnóstico.

Además, nuevas infecciones causadas por patógenos emergentes, como los virus Ebola, Crimea Congo, Zika y dengue, y otras tan antiguas pero cada día más complejas, como la tuberculosis, plantean un formidable reto que nuestro país necesita afrontar con la atención y los recursos necesarios.

De todos ellos la formación es el más importante. En España existe un déficit de conocimiento sobre las infecciones tanto de la población general como de los profesionales sanitarios superior al de los países de nuestro entorno. La ausencia de especialistas en enfermedades infecciosas en España contribuye a ello de manera determinante, y contrasta con los países desarrollados, donde la especialidad de enfermedades infecciosas es una realidad porque está demostrado que el pronóstico de los pacientes con infecciones graves y/o complejas, incluidas las producidas por BMR, mejora cuando son atendidos por especialistas en enfermedades infecciosas.

Por eso, y de la misma manera que los pacientes con enfermedades cardíacas graves son atendidos en nuestro país por especialistas en Cardiología, los pacientes con infecciones graves y complejas deben ser atendidos por especialistas en enfermedades infecciosas formados por la vía MIR. La formación en enfermedades infecciosas es tan amplia y su programa contiene tantos conocimientos y competencias específicas que no caben en la especialidad de Medicina Interna, y tampoco en un área de capacitación específica. Y esto es así porque el volumen de conocimientos y competencias sobre las enfermedades infecciosas que se han acumulado en las cuatro últimas décadas es de tal magnitud, que desborda a la Medicina Interna, como en su tiempo sucedió con la Cardiología.

La ausencia de especialidad de enfermedades infecciosas en España ha hecho que hasta la propia Unión Europea, a través del ECDC (Centro Europeo para el Control de la Enfermedades), le haya recomendado al Ministerio de Sanidad la formación de especialistas en enfermedades infecciosas, como una de las acciones claves para salir de la grave situación en la que se encuentra el país en relación a los antibióticos y las resistencias bacterianas, en el informe oficial de evaluación del Plan Nacional de Lucha contra las Resistencias.

Confío en que los responsables actuales del Ministerio de Sanidad asumirán su responsabilidad, y actuando por el interés general de los ciudadanos, regularán la formación de los especialistas en enfermedades infecciosas en España, y lo harán conforme a la urgencia que la atención a los problemas citados necesita.


“Hasta la Unión Europea, a través del ECDC, le ha recomendado al Ministerio de Sanidad la formación de especialistas en enfermedades infecciosas”