El mercadeo en la farmacia provoca una pérdida de confianza entre los usuarios
| 2008-12-14T18:05:00+01:00 h |

Juan Carlos Gimeno, presidente del COF de Zaragoza

Estamos abocados a sufrir una crisis económica. Ante este panorama no extraña que algunos clientes de nuestra farmacia se aprieten el cinturón y prescindan de algunos productos, sobre todo de parafarmacia, generando gran preocupación en el sector. ¿Cómo hacer frente a esta adversidad? Surgen mil ideas, pero algunas pueden ser perniciosas y volverse en nuestra contra, sobre todo las enfocadas a captar y fidelizar clientes cueste lo que cueste. Éstas son una huida hacia delante que nos puede llevar a un callejón sin salida.

Algunos compañeros, para no ver cómo su flujo de ventas de parafarmacia deja de crecer, aplican técnicas de venta agresivas ligadas a una tarjeta de fidelización de clientes. Es obvio que debemos optimizar la gestión de compras y ventas con el objetivo de generar unos beneficios empresariales que repercutirán en una mejor prestación farmacéutica a los usuarios. Pero si olvidamos que la razón de ser de la oficina de farmacia es su vertiente sanitaria y aplicamos exclusivamente criterios mercantilistas, nuestra credibilidad como agentes de salud caerá en picado. Una tarjeta para la fidelización de clientes basada en la acumulación de puntos y vinculada a descuentos contantes y sonantes, supone pan para hoy y hambre para mañana. Porque si todas las farmacias optan por subirse al carro, ¿qué sentido tendría?

Una vez extendido este fenómeno se produciría un mercadeo y la desconfianza entre usuarios, con la consiguiente pérdida de valor y prestigio de los productos. La mejora de beneficios económicos se queda por el camino, hemos tirado precios y la rentabilidad está por los suelos. No sin haber devaluado el consejo sanitario y entrando en la dinámica del ‘todo a cien’.

Nuestra apuesta por una farmacia que mira al futuro debe ir hacia una ‘Q de calidad farmacéutica’ que crea servicios al ciudadano, no sólo cuando se encuentra enfermo sino cuando se encuentra sano. Hay que ser capaces de aportar valores para su salud y calidad de vida, integrando todas las acciones dentro de una asistencia farmacéutica de calidad que mantenga el compromiso de aconsejar, educar y promocionar la salud.