| domingo, 09 de noviembre de 2008 h |

redacción

Madrid

La responsabilidad de un conductor a la hora de pilotar un coche de forma segura (sin poner en peligro ni a otros conductores ni a peatones ni a él mismo) no debe limitarse a encontrarse en plenas condiciones físicas y psíquicas, y por supuesto, no haber ingerido alcohol o drogas. Este conductor debe conocer que existen otra serie de factores que pueden afectar también a su capacidad de conducción, como puede ser la ingesta de medicamentos.

Según un estudio sobre salud vial realizado por la Fundación Attitude de Audi, un 30 por ciento de los conductores españoles toma habitualmente algún medicamento, y que entre el 5 y el 10 por ciento de los fallecidos o heridos en accidente de tráfico había consumido fármacos con efectos psicoactivos.

Especialmente cautos deberían ser aquellos conductores afectados por ansiedad, estrés y depresión, a los que este informe califica como “los que más riesgos asumen” al conducir, no sólo por las propias sintomatologías de estas afecciones sino por los efectos de los fármacos utilizados para su tratamiento. No son pocos este tipo de conductores, ya que la Fundación Attitude señala que el 77 por ciento de los españoles conduce bajo alguno de estos estados (el 15 por ciento de ellos reconoce medicarse para tratar la depresión, la ansiedad o los trastornos del sueño).

Este informe también señala que sólo el 25 por ciento de los fármacos que pueden afectar a la conducción tiene mensajes explícitos sobre ello, bien en el prospecto o en el cartonaje, aunque hay que recordar que desde septiembre la Agencia Española del Medicamento ya obliga a los laboratorios a incluir un símbolo de advertencia (un triángulo con un dibujo de un coche en su interior) en aquellos medicamentos de riesgo.