| viernes, 29 de abril de 2011 h |

José María López Alemany

Lo que está ocurriendo en Murcia puede ser el preludio de lo que vendrá en el resto de autonomías a partir del 22 de mayo. Allí se ha adelantado porque la ventaja electoral que Ramón Luis Valcárcel lleva a la oposición del PSOE le permite tomar medidas que otros nunca se atreverían a un mes de las elecciones.

Pero lo que está ocurriendo es una pesadilla que amenaza con suponer un verdadero peligro sanitario. El equilibrio financiero en el que se asienta nuestro modelo es tan frágil que depende del abono casi al contado de todas las facturas. Las que presenta la farmacia, las de la distribución e incluso las de la industria, que ya tiene suficiente con financiar 700 días sus ventas a los hospitales.

Se está hablando de que los farmacéuticos podrían negarse a dispensar recetas del SNS, que cobrarían a los pacientes, o incluso que irían a la huelga. Todas ellas, medidas muy drásticas. Es cierto, pero más drástico sería que la mitad de las farmacias murcianas cerraran, y no por huelga, sino para siempre. Y mientras, Sanidad, con pólvora ajena, financiando anticonceptivos.