Santiago de Quiroga | viernes, 20 de septiembre de 2013 h |

Existe una confusión generalizada sobre la conveniencia del cambio de estatus de la farmacia, desde la actual sociedad mercantil profesional a una sociedad limitada (SL). Algunos van más allá y piensan que es un paso previo a una liberalización o desregulación, pero no es así. Permitir que una farmacia pueda ser una SL evita que el farmacéutico propietario responda con sus bienes y no como el resto de sociedades, que lo hacen con la propia empresa mercantil. Además, en el contexto actual de falta de liquidez, la farmacia puede capitalizarse dando entrada a otro farmacéutico o a alguien ajeno con una limitación. El modelo francés impide que un mismo farmacéutico propietario de la totalidad de una farmacia sobrepase un determinado número de farmacias participadas, algo que podría tranquilizar en España a los que temen a las cadenas de farmacia al estilo anglosajón, en este caso con su variante más light. Estamos a las puertas del trámite parlamentario de la Ley de Servicios y Colegios profesionales, la antesala del cambio obligado de los colegios de farmacia (entre muchos otros). No será fácil de explicar y de manejar por los responsables de la farmacia y la distribución. Sería más eficaz apostar por un modelo de farmacia común.

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