La pasada semana se celebraba en Salamanca el seminario “Un mundo, una salud” de la mano de MSD España, donde se daban cita ante los medios de comunicación varios profesionales del sector. El objetivo: esbozar una hoja de ruta que siente precedentes para aterrizar el enfoque “One Health” de una manera integral, desde la agenda pública hasta la vida cotidiana.
Los precedentes para ello son claros: es la Organización Mundial de la Sanidad Animal (OIE) la que apunta que el 60 por ciento de los agentes patógenos que causan enfermedades humanas tienen su origen en los animales domésticos o silvestres. Asimismo, el 75 por ciento de las enfermedades humanas infecciosas emergentes tienen también un origen animal.
¿Pero a qué se hace referencia cuando se habla de “One Health”? Este concepto, impulsado por la alianza formada por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Programa de las Naciones Unidas para el medio ambiente (PUMA), busca equilibrar y optimizar de manera sostenible la salud de las personas, los animales y los ecosistemas al reconocer que están estrechamente relacionados y son interdependientes.
Una única salud
“One Health” (“una única salud”) interpela a múltiples sectores, disciplinas y comunidades en diversos niveles de la sociedad, con miras a trabajar conjuntamente para promover el bienestar y neutralizar las amenazas para la salud y el medio ambiente. Así lo ratificaba en su discurso de bienvenida la directora ejecutiva de Policy MSD en España, Cristina Nadal, quien aseguraba que “la salud humana, animal y ambiental están interconectadas”, apuntando a que “evitar el impacto sobre animales de producción es clave porque parte del mundo que depende de estos alimentos [población humana] puede quedarse sin ellos”.
Las claves para ello las esbozaba Maite Martín, presidenta de la plataforma One Health, que invitaba a “abordar la salud de forma integral” tratando los “tres pilares” que la sustentan: salud humana, animal y medioambiental”. “El enfoque One Health es la herramienta que nos permitirá crear una salud pública moderna”, continuaba. “La actual se limita a las medidas preventivas de la Ley General de Salud Pública de 2011 […] pero no es suficiente en el contexto actual por las transformaciones relacionadas con fenómenos como la deforestación, el calentamiento global o el cambio climático”.
Según Martín, el enfoque One Health es la mejor “herramienta” para “ver los problemas de forma global”. “Es necesario ver todos los elementos para hallar las soluciones más eficientes”, aseguraba.
“Tres de cada cinco enfermedades tienen que ver con los animales”
Santiago Vega, catedrático del área de Salud Animal de la Universidad CEU Cardenal Herrera, enfatizaba que “las enfermedades emergentes son uno de los problemas a los que One Health busca poner solución”. “El 60 por ciento de las enfermedades humanas son zoonóticas, es decir, tienen su origen en los animales. Y si tenemos que poner el foco en qué animales, más del 70 por ciento suelen ser animales silvestres. Y de este 70 por ciento, el 75 por ciento son enfermedades emergentes, es decir, nuevas. Tres de cada cinco enfermedades tienen que ver con los animales”.
El catedrático observaba que la transmisión a los humanos tiene que ver con la “crisis climática” y el tiempo de convivencia entre algunas especies con las personas. “Los virus aumentan su capacidad de reproducción por el aumento de temperatura y, como vectores, encontramos que los animales artrópodos pasan mucho más tiempo con nosotros [humanos], aumentan su dieta, ‘picando’ a más animales que antes, incrementando así su alcance y el salto entre especies”, explicaba para alertar sobre la remergencia de enfermedades como la tuberculosis “que vuelven a repuntar por estos factores”.
Vega, en coincidencia con Martín, insistió en que “solo podremos enfrentarnos a los desafíos del siglo XXI, concomitantes a la crisis climática, el aumento de la población mundial y la urbanización, la intensificación de la producción pecuaria y agrícola, la alteración de los ecosistemas y la globalización del comercio y el tránsito humano, a través de una estrategia One Health. La medicina humana, la veterinaria y las disciplinas medioambientales deben tratarse de forma integrada, con el fin de diseñar e implementar prácticas, programas, políticas, legislación e investigación, para lograr mejores resultados en salud pública”.
El cambio climático: caldo de cultivo
Fue el director de Acción Climática de ECODES, Pablo Barrenechea, el encargado de plasmar en términos medioambientales y de ecosistema la relevancia de actuar sobre la ‘tercera pata’ del problema. “Las enfermedades emergentes son consecuencia del cambio climático”, ratificaba, apuntando como “fundamental” la necesidad de intervenir con “acción climática”.
“Fenómenos como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la degradación de los ecosistemas naturales están afectando a este complejo equilibrio. Por este motivo, buscamos acelerar la acción frente al cambio climático en el sistema sanitario, ayudando a disminuir su huella de carbono y reducir su impacto sobre el clima, facilitando su rol de prescriptor de medidas de prevención a toda la sociedad y visibilizando la relación entre el cambio climático y la salud de las personas”.
Para ello, señalaba cuatro factores clave para la intervención: “incluir a todos los actores (empresas, organizaciones, entidades, administraciones públicas, ciudadanos…), implementar los compromisos internacionales, poner el valor en la acción y aumentar la esperanza climática” de forma positiva, enfatizando en los beneficios de la acción.
One Health, el plan de acción
Una visión compartida por Raquel Sánchez, del Foro Español de Pacientes, quien puso el foco en la necesidad de comunicar de manera óptima las bondades que ofrece la herramienta. Sánchez apelaba a la unificación de la Administración, pacientes, médicos, farmacéuticos, veterinarios y demás profesionales sanitarios: “hemos de unir esfuerzos y voz para ahondar en este enfoque, que es, sin duda, transversal, construyendo una salud para todos, humana, animal y ambiental, y un Sistema Nacional de Salud sostenible para la vida y el bienestar”.
“Tenemos muchas piezas de un puzle que unir”, concluía Sánchez. “One Health es el pegamento”, suscribió Vega, subrayando la importancia de la corresponsabilidad y el trabajo multidisciplinar.
La resistencia a los antimicrobianos (RAM) está considerada una de las mayores amenazas para la salud a las que se enfrenta la humanidad en el siglo XXI, según la OMS. Jaime Pérez presidente de la Asociación Española de Vacunología (AEV), fue el encargado de exponer los datos: “se producen 1,27 millones de muertes al año con una posibilidad de crecimiento de hasta 10 millones por la resistencia microbiana” con sus respectivas “consecuencias económicas” por “largas estancias hospitalarias”. Pérez no dudó en calificarlo como una “pandemia”.
Un argumento en el que profundizó Rafael Cantón, jefe de servicio de microbiología del hospital Ramón y Cajal, que puso énfasis en lo costoso de tratar a un paciente ingresado por una infección por una bacteria con resistencia microbiana.
Ambos destacaron, por tanto, el papel “fundamental” de las vacunas. “Impiden infecciones, se consigue reducir el uso de antibiótico –a mayor uso, más posibilidad de desarrollar resistencias antibióticas– y algunas consiguen frenar resistencias”, asintió Pérez. “Conseguir antibióticos es una cuestión muy compleja y costosa, por eso, controlar las resistencias antibióticas es fundamental”.
Las vacunas como agente preventivo
Como parte del enfoque One Health, las estrategias de prevención y, en particular, la inmunización humana y animal son indispensables para prevenir y controlar muchas enfermedades transmisibles y/o zoonóticas, por lo que sustentan la seguridad sanitaria mundial.
Así lo plasmaba el catedrático experto en resistencias antimicrobianas de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), Bruno González-Zorn, que aseguraba que las vacunas contra enfermedades animales, tanto víricas como bacterianas y parasitarias, y la mejora de las condiciones higiénico-sanitarias, “pueden ser una gran medida para prevenir el uso de antibióticos y reducir su consumo”, algo clave para disminuir lo que calificó como “pandemia silenciosa”.
Cantón, por su parte, enfatizaba para su consecución en la necesidad del trabajo “multidisciplinar” entre profesionales para paliar los efectos de la resistencia microbiana. “Hemos avanzado mucho. La OMS puso en marcha el primer plan contra la resistencia en 2011 y España empezó a trabajar en 2014”, exponía, destacando que el mayor acierto radicaba, justamente, en haber puesto “a trabajar a los profesionales de manera conjunta”.
Aun así, advertía que los datos nacionales “no eran buenos”. “Necesitamos también incentivar la investigación” para reducir la resistencia microbiana, “tenemos que seguir trabajando en pos de disminuirlos” enfatizando en la composición multidisciplinar para su aborde: “El medio ambiente está jugando un papel importante”, además del factor humano y el veterinario, apuntaba.
“Queda mucho por hacer en resistencia microbiana desde la perspectiva One Health para llegar a la población”, ratificó Cantón. “Estamos entrando en una era postantibiótica que amenaza la medicina moderna, y es necesario que todos trabajemos de manera conjunta en esta pandemia para que pase de silenciosa a ruidosa”, concluyó González-Zorn, que aprovechó para incidir en que, además, “es rentable: vacía camas y recorta listas de espera”.