Sandra Pulido Madrid | viernes, 27 de septiembre de 2019 h |

El principal handicap en el abordaje del cáncer de páncreas es no lograr un diagnóstico precoz. La letalidad de este tumor provoca una supervivencia del siete por ciento a los cinco años y del cinco por ciento a los diez años. Las pruebas de detección temprana son actualmente las herramientas más útiles para conseguir este diagnóstico en las personas con un alto riesgo de cáncer pancreático. Sin embargo, el problema radica en identificar a estas personas.

Por este motivo, el Instituto Ramón y Cajal de Investigación Sanitaria (Irycis) ha lanzado el proyecto ‘Identificación de población de alto riesgo a desarrollar un cáncer de páncreas, basada en el análisis multiparamétrico de marcadores clínicos, biopsia líquida y técnicas de imagen’.

Esta iniciativa comenzó con tres proyectos consecutivos que consistían en identificar a las familias que tenían agregación de cáncer de páncreas. “Es decir, a las familias donde hay más casos de tumor que los habituales”, explica a GM Alfredo Carrato, coordinador del proyecto y director del Irycis.

“Por un lado, estamos haciendo un registro de casos, y por otro, estamos incluyendo a los familiares sanos, que tienen más riesgo de padecer un cáncer de páncreas que la población normal, en un programa de cribado que consiste en una resonancia magnética del páncreas una vez al año y una endoscopia para detectar si hay algún nódulo anormal o alguna imagen que pueda ser sospechosa”, destaca el oncólogo. “También hacemos un análisis de sangre para determinar si existen alteraciones de genes relacionados con el cáncer de páncreas. Así, mediante ese método, hemos identificado tres tumores en personas totalmente asintomáticas que han sido operadas y están curadas de su enfermedad”, añade.

El siguiente paso es extrapolar este programa de cribado a la población en general para poder identificar a la población de alto riesgo. Para ello van combinar datos clínicos de síntomas sospechosos, alteraciones en técnicas de imagen y alteraciones genéticas en biopsia líquida.

“Vamos recopilar factores clínicos, signos, o síntomas como, por ejemplo, personas que han desarrollado una diabetes sin motivo aparente a los 50 años, lo que muchas veces precede a un cáncer de páncreas que es diagnosticado años más tarde”, subraya Carrato.

Asimismo, van a trabajar con técnicas de imagen y material bioinformático, al igual que se hace con las mamografías. “Podemos predecir que va a aparecer un tumor en una alteración que se vea en una imagen. Por ejemplo, al estudiar las mamografías anuales podemos ver un patrón que al final va a desarrollar un cáncer de mama, lo que nos permite anticiparnos un año”, puntualiza. Por último, estudiaran las alteraciones genéticas que aparezcan en la biopsia líquida. “Con la combinación de estas tres fuentes vamos a identificar a esta población de alto riesgo sobre la que hacer el mismo programa de cribado que el de los familiares sanos”, concluye.