Ángela de Rueda Barcelona | viernes, 27 de enero de 2017 h |

La ONG Farmacéuticos Sin Fronteras ha presentado los resultados de su Proyecto Boticarios, por el que 42 farmacéuticos se han formado para la cooperación sobre el terreno. De estos, 16 han intervenido en 8 proyectos en países del Sur, América Central y África. EG entrevista a José Luis Solá que trabajó en Honduras dos meses. El cooperante de FSF explica los retos a los que se enfrentan en esta gratificante aunque titánica labor.

Pregunta. ¿Cómo llega un farmacéutico al mundo de la cooperación?

Respuesta. Desde pequeño tenía el sueño y después gracias a Farmacéuticos Sin Fronteras pude realizar un curso, que nos capacitó para la ayuda humanitaria. Yo creo que no se puede ayudar sobre el terreno sin una capacitación adecuada y, después, poner en práctica los conocimientos adquiridos. Hace 4 ó 5 años que FSF Lanzó el proyecto Boticarios, cuando lo conocí, pensé que era mi oportunidad para colaborar.

P. ¿Qué importancia tiene la formación cuando se quiere colaborar?

R. Hay personas que han ido como voluntarios y no como cooperantes, y van un poco movidos por la aventura, sin más conocimiento que su experiencia profesional. Esto pasa con pequeñas organizaciones, que no están capacitadas para la ayuda humanitaria en el terreno. Muchas veces se desperdicia la buena voluntad, porque no se llega con conocimientos de lo realmente necesario. A través de FSF lo corroboré. Al ser cooperaciones a largo término, no vamos a la aventura, sino a identificar lo que necesita esa gente, para mejorar su calidad de vida en el ámbito sanitario.

P. ¿A qué problemas sanitarios se enfrentan en la zona donde estuvo?

R. Al noroeste de Honduras no había habido cooperantes españoles, ni casi ayuda internacional sanitaria. Las carencias eran enormes. No hay fármacos y, los que hay, son hasta 10 veces más caros que en España. No tienen acceso y, a menudo, lo hacen por un canal ilegal, sin calidad ni garantías. Tampoco saben cómo tomarlos. Además, no hay agua potable, tienen que comprarla si pueden. Esto genera multitud de enfermedades y un problema de salud importante.

P. ¿Qué hace un farmacéutico para ayudar en esas situaciones?

R. Lo primero que podemos hacer es llevarles fármacos. Y después, necesitamos capacitar a la gente para que tengan una red de distribución adecuada y, sobre todo, para que ante enfermedades básicas sepan cuándo y de qué manera dar esos medicamentos. En el saneamiento de agua potable también somos especialistas. Además, ayudamos a capacitar a los promotores de salud, para que tengan la información y puedan mejorar su calidad de vida. Nuestra labor es ir sembrando para que ellos extiendan la información. Es una labor de titanes, pero muy importante.

P. ¿El apoyo institucional es una barrera para la cooperación?

R. Honduras da miedo, es uno de los países que, aunque no esté en guerra, no recibe turismo. Ese miedo social se traslada al institucional de muchas organizaciones. Las autoridades no dan facilidades para colaborar.

P. ¿Cómo vive la vuelta a la ‘realidad?

R. Genera tristeza ver las grandes injusticias que hay en el mundo y ves con otros ojos la realidad. Quieres hacer mucho y ves que puedes hacer muy poco. En cualquier caso, nuestro papel es intentar concienciar de que un farmacéutico, con las capacitaciones que tenemos en España, puede hacer una labor muy interesante, tanto en cooperación como en ayuda humanitaria.

P. Este camino hacia la profesionalización de la cooperación ¿puede ser una posible salida profesional?

R. Mi opinión es que sí. De hecho FSF tiene prevista la creación de una bolsa de trabajo para que todas las organizaciones, internacionales y españolas, puedan requerir esos conocimientos y ayuda por parte de los profesionales farmacéuticos.