Opinión

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Santiago de Quiroga Editor de EG | jueves, 08 de noviembre de 2018 h |

La ministra reconoce “la recomendable colaboración puntual entre las oficinas de farmacia y el SNS”

Los dirigentes de la enfermería, sus colegios y sindicatos, han buscado una excusa algo forzada y de tintes ideológicos en relación a su frentismo con la Atención Farmacéutica Domiciliaria (AFD). Concluir que la AFD es privatizar la sanidad es algo descabellado, pero efectista, y ha obligado a la ministra a intervenir. La carta remitida por la ministra a la enfermería es razonable: recuerda la Ley actual, aunque avanza que no hay modificaciones legislativas a la vista. Otra cosa es que “está en manos de las CC.AA” que las haya. María Luisa Carcedo afirma que las y los farmacéuticos tienen competencias delimitadas en al artículo 1 de la Ley 16/1997, de 25 de abril, de regulación de servicios de las oficinas de farmacia, y el 86 del RD 1/2015 de 24 de julio, así como el artículo 6.2b de la Ley 44/2003 de 21 de noviembre, de ordenación de las profesiones sanitarias. No hay previsto en el Ministerio modificación en relación a la AFD, claro que tampoco hay nadie al otro lado de la mesa que se lo plantee, ya que las cuestiones farmacéuticas se están planteando y negociando en cada una de las CC.AA.

La AFD, específicamente, se está planteando en Madrid. Al menos, la ministra sí reconoce “la recomendable colaboración puntual entre las oficinas de farmacia y el Sistema Nacional de Salud”, lo que es también un apoyo, sin concretar, a actuaciones de la farmacia asistencial. ¿Dónde están los límites? Pues los establecerán los responsables políticos en función de las necesidades de los pacientes y del sistema sanitario en cada CC.AA., salvaguardando (como es preciso) el papel de cada colectivo profesional. Madrid puede abrir una etapa con la AFD y quizás nadie se deba rasgar las vestiduras en la enfermería, aunque lo dramaticen hasta el extremo.