Recientemente, Janssen anunciaba nuevos datos a largo plazo del estudio Chrysalis en Fase I, que evalúa Rybrevant (amivantamab) en pacientes con cáncer de pulmón no microcítico (CPNM) avanzado con mutaciones de inserción del exón 20 del receptor del factor de crecimiento epidérmico (EGFR) cuya enfermedad había progresado tras una quimioterapia previa basada en platino. Los resultados, presentados durante el Congreso Europeo de Cáncer de Pulmón (ELCC) mostraron la respuesta clínica y el perfil de seguridad a largo plazo en este grupo.

En este análisis del estudio Chrysalis, el criterio de valoración principal fue la tasa de respuesta global (TRG) según los Criterios de Evaluación de la Respuesta en Tumores Sólidos Versión 1.1. Adicionalmente se valoró la duración de la respuesta (DDR), la tasa de beneficio clínico, la supervivencia libre de progresión (SLP) y la supervivencia global (SG).

Así, los resultados muestran que tras una mediana de seguimiento de 19,2 meses, la mediana de supervivencia global con amivantamab fue de 23 meses y la tasa de SG a los dos años fue del 47 por ciento. Por otra parte, la TRG fue del 37 por ciento. con una mediana de DDR de 12,5 meses y una mediana de SLP de 6,9 meses. En todos los subgrupos l tratamiento con amivantamab mostró una eficacia consistente en los pacientes con mutaciones de inserción del exón 20 del EGFR previamente tratados con platino, incluidos los pacientes de edad avanzada, independientemente de las terapias previas o de la respuesta a la quimioterapia previa con platino.

Mutaciones de inserción del exón 20 EGFR

Dentro del cáncer de pulmón, la mutación del gen EGFR se encuentra en aproximadamente el 15 por ciento de pacientes con cáncer de pulmón no microcítico. Además, hay subgrupos con mutaciones frecuentes como las delecciones en el exón 19 y mutaciones puntuales en el exón 21, los cuales representan el 80 por ciento de los casos; por otra parte estarían las inserciones del exón 20 del EGFR, que afectan a entre el 2 y el 12 por ciento de todos los pacientes con CPNM y mutación EGFR.

Pilar Garrido, jefa de servicio de Oncología Médica en el Hospital Ramón y Cajal, explica que “en pacientes con mutación EGFR, vimos que aquellos con mutaciones en los exones 19 y 21 eran muy sensibles a fármacos orales inhibidores de la tirosina quinasa EGFR”. Pero en palabras de Garrido, “con el tiempo, cuando empezamos a disponer de tecnología diagnóstica más potente, vimos que había otro subgrupo de pacientes con mutaciones EGFR en la inserción del exón 20 que eran resistentes a estas pastillas; por ello, el tratamiento estándar para estos pacientes era la quimioterapia, que era lo que se usaba en estos pacientes antes de contar con los fármacos orales”.

“Los resultados iniciales se habían presentado hace un par de años y ahora se han actualizado los resultados con una mediana de seguimiento de 19 meses; lo que se ha visto es que el perfil de toxicidad es el ya conocido, no se han observado efectos adversos diferentes ni con una duración del tratamiento más prolongada ni al evaluar a un mayor número de pacientes”, destaca Garrido.

Ventajas de este tratamiento

Una vez caracterizado este tumor e identificadas las resistencias de la mutación en la inserción del exón 20 del EGFR, Garrido destaca que con terapias como avantimab “se está viendo que hay una nueva generación de fármacos dirigidos que se orientan a mutaciones como esta; en concreto, este es un anticuerpo monoclonal que se administra por vía intravenosa”.

Contar con esta alternativa es relevante puesto que, aunque no representan a un grupo demasiado grande dentro de aquellos pacientes con CPNM y mutación EGFR, “son un grupo de pacientes también, y tienen que contar con alternativas de tratamiento”. Estos datos son especialmente relevantes porque el CPNM con mutaciones activadora de inserción en el exón 20 del EGFR conlleva un peor pronóstico y menores tasas de supervivencia en comparación con otros subtipos de cáncer de pulmón con mutación EGFR.

Asimismo, la experta puntualiza que “la noticia buena es que el tratamiento además tiene unos efectos adversos manejables, que son fundamentalmente la reacción a la primera infusión y la aparición de toxicidad cutánea”. “Se ha visto que estos no empeoran con el tiempo y que los resultados de eficacia son interesantes, porque hay un porcentaje de casos que siguen con la medicación a los dos años”, añade.


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