Las alergias aparecen cuando el sistema inmunitario reacciona ante una sustancia extraña o un alimento que no provoca una reacción en la mayoría de las personas. Algunos de los signos más comunes de la alergia estacional son el picor en la piel y los ojos, estornudos o nariz que gotea, tos y picor en la garganta, así como silbido en el pecho.
Más de ocho millones de españoles son alérgicos al polen, lo que supone casi el 20 por ciento de la población. A pesar de que muchas personas asocian las alergias a la primavera, en verano también son comunes. Según los expertos, el aumento de las temperaturas, de la contaminación y del tiempo con calima es responsable de que esté habiendo pólenes de gramíneas durante el mes de julio. “La concentración de polen es más baja en verano, pero esta primavera sí hemos tenido concentraciones de polen muy altas y de forma explosiva, con subidas muy rápidas”, explica a El Global Ana Martínez-Cañavate, presidenta de la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pedriática (Seicap).
“La concentración de polen es más baja en verano, pero esta primavera sí hemos tenido concentraciones de polen muy altas y de forma explosiva, con subidas muy rápidas”
Ana Martínez-Cañavate, presidenta de la Seicap
De hecho, si se hace un análisis de los niveles ambientales de pólenes atendiendo a su tipología, se observa que las mayores alertas vienen de la mano de las gramíneas y de las urticáceas. Según la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (Seaic), el polen de las gramíneas alcanza los niveles medios (10-50 granos/metro cúbico) en el centro y el norte peninsular, mayoritariamente, mientras que las urticáceas (una familia de plantas predominantemente herbáceas) están más presentes en el norte de la península, alcanzando los niveles altos en las provincias de Lugo y de Girona.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que hacia el 2050 aproximadamente la mitad de la población mundial padecerá por lo menos algún trastorno alérgico. En la actualidad cerca del 40 por ciento de las personas ya cuenta con algún síntoma de rinitis o alergia en algún momento de su vida. El cambio climático está fomentando la aparición de muchas alergias. El aumento en la concentración, un mayor tiempo de exposición y una mayor agresividad son las tres circunstancias clave que favorecen el incremento de las enfermedades alérgicas por pólenes.
Otras alergias comunes en verano
Respecto a otros tipos de alergias, las alimentarias también son comunes en verano. La estación más cálida del año es una época caracterizada por los viajes, las comidas en bares y restaurantes fuera del domicilio, así como por las celebraciones y meriendas en reuniones familiares y fiestas. Sin embargo, estas situaciones son de riesgo para las personas con alergia alimentaria, ya que puede ser más complicado la evitación de los alimentos a los que se es alérgico y porque, en ocasiones, se suelen relajar las medidas de vigilancia. Por este motivo, Martínez-Cañavate reitera que “es importante tener formación e información sobre las alergias alimentarias para saber cómo actuar en caso de reacciones”. Según la Seaic, las reacciones alérgicas a alimentos son causadas por nueve grupos de alimentos: cuatro de origen animal y cinco de origen vegetal. En países desarrollados, son ocho los alérgenos principales que deben ser declarados obligatoriamente en las etiquetas de los alimentos.
La alergia al sol también es frecuente en verano. Esta se manifiesta como una erupción cutánea en forma de sarpullido en las zonas que han estado más expuestas a la luz solar, normalmente los brazos, el pecho, la espalda y las piernas. Durante el verano, las picaduras de insectos son muy comunes, especialmente las de avispas y otros insectos estacionales. Para algunas personas, estas picaduras pueden desencadenar una reacción alérgica grave, dependiendo de la sensibilidad del afectado a la picadura y del lugar donde se haya producido. Finalmente, el cloro que se utiliza para mantener limpia el agua de las piscinas y libre de bacterias también puede provocar síntomas alérgicos como mareos, náuseas, desorientación, problemas respiratorios o dolor de cabeza.