Jordi Montaner Barcelona | viernes, 26 de octubre de 2018 h |

Imagine el lector que tiene ante él dos envases de medicamentos: uno relativo a un anticancerígeno de 50.000 euros que alarga dos meses la supervivencia de un grupo seleccionado de pacientes, y otro relativo a un analgésico comercializado hace más de cien años con un precio de 25 céntimos por pastilla… ¿Está justificado que el primero valga 200.000 veces más que el segundo? ¿Es el primero demasiado caro? ¿O es el segundo el que es demasiado barato? Éstas son algunas de las cuestiones en las que el ISPOR (International Society of Pharmacoeconomics and Outcomes Research) ahondará en su próximo congreso europeo, que se celebrará el mes que viene en Barcelona. Como aperitivo, el Colegio de Economistas de Cataluña (CEC) ha organizado un almuerzo-debate que abordó el valor de la innovación frente al coste en farmacia.

Ante una treintena de asistentes, entre los que se contaban economistas especializados en el campo de la salud, gestores sanitarios y representantes de la industria farmacéutica, Lluís Bohigas, miembro de la Comisión de Economía de la Salud del CEC, fue el encargado de moderar este encuentro, que tuvo como invitado principal a Guillem López-Casasnovas, catedrático de Economía de la Universidad Pompeu Fabra, de Barcelona, y fundador del Centro de Investigación en Economía de la Salud (CRES).

Bohigas hizo referencia a los retos en cuanto a coste/efectividad que presenta la innovación terapéutica y los situó, en términos de actualidad y discusión, ante la próxima celebración del congreso del ISPOR, que entre los días 10 y 14 de noviembre abordará cuestiones relativas al acceso a los medicamentos, la innovación biofarmacéutica, la evaluación de tecnologías sanitarias, el value-based pricing, los precios, los reembolsos, la regulación… Carme Pinyol, presidenta del capítulo español de ISPOR, adelantó que el congreso europeo cuenta ya con más de 5.000 inscripciones.

Dudas razonables sobre el gasto

Por su parte, Guillem López-Casasnovas apuntó que, en la actualidad, existen “dudas razonables” acerca de la capacidad del sistema sanitario para hacer frente al crecimiento asociado a los costes de la oferta farmacéutica. En este sentido, el fundador del CRES recordó que hoy, para las administraciones sanitarias públicas, cuenta tanto la sostenibilidad de un nuevo agente como su solvencia terapéutica.

“¿Afecta el reembolso de los medicamentos al ritmo de las innovaciones propiamente clínicas?”, preguntó López-Casasnovas. Los economistas, dijo, todavía no han cerrado el debate sobre si una mayor o menor implicación de la industria farmacéutica en innovación redundará en su balance de resultados. López-Casasnovas evocó las conclusiones que Darius Lakdawalla, director de investigación en el Centro Schaeffer de Política y Economía en Salud en la Universidad del Sur de California, lanzó en junio de este año, en las que se certifican dos aspectos cruciales: “A más innovación, más gasto farmacéutico; pero, a menos investigación, mayor pérdida de vidas humanas”. No es la única máxima citada por el catedrático de Economía de la Universidad Pompeu Fabra, que también invocó otra de las citas que se abordarán en el congreso europeo del ISPOR: el precio justo.

Abogó, en este sentido, por una mayor transparencia de precios y costes, por la promoción de aquellas innovaciones que tengan un elevado valor sociosanitario y por la negociación abierta de “precios demasiado elevados”. Asimismo, López-Casasnovas solicitó que desde las administraciones sanitarias se fomenten más servicios terapéuticos (en lugar de más productos terapéuticos), que se exploren sistemas de pago “no lineales” y que se apueste por la creación de plataformas de diálogo público-privadas, que permitan sentar en una misma mesa a la industria farmacéutica y a las administraciones públicas.